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Una lenta y arrogante sonrisa se formó en los labios de Yibo. –Reto aceptado. –Se apartó y destrabó la puerta. –En realidad me encantan los retos.

–Lo mismo digo.

Inclinó la cabeza hacia el pasillo. –Vamos.

Me levanté, pero antes de dejar su habitación, tomé el libro. –¿Puedo tomar prestado esto?

–Puedes –dijo, sosteniendo la puerta abierta para mí. –Pero debería advertirte que me dormí en la página treinta y cuatro.

–Estoy motivado –contesté.

Él me condujo por el largo pasillo, nuestros pasos amortiguados por las alfombras de felpa orientales bajo nuestros pies. Doblamos varias esquinas antes de finalmente detenernos frente a una puerta, sacó algo largo y delgado de su bolsillo trasero, y luego procedió a abrir la cerradura de forma anticuada.

–Eso es muy útil –le dije mientras hizo un clic.

Él abrió la puerta. –Tengo mis habilidades.

Nos paramos ante una pequeña habitación que realmente parecía más como un armario enorme. Había pilas de estanterías provisionales y cajas alineadas en las paredes.

Mi mirada se deslizó sobre las pilas. –¿Qué es esto?

–Las cosas de mi madre –dijo, tirando un cordón que colgaba del techo. Una antigua lámpara de cristal iluminó el espacio. –Todo lo que poseía está en algún lugar en esta habitación.

–¿Qué estamos buscando?

–No estoy seguro. Pero dejó el colgante para mí, y tu abuela dejó el mismo para ti, quizás encontraremos algo acerca de ello en una carta o una foto o algo. Y si hay una conexión entre tu habilidad y tu abuela entonces tal vez…

Su voz se fue apagando, pero no tuvo necesidad de terminar la frase porque entendí.

Podría haber una conexión entre su madre y él. Podía decir que él esperaba que fuera cierto.

Abrió una caja y me pasó un fajo de papeles. Comencé a leer.

–¿Qué estás haciendo aquí?

Me sobresalté por la desconocida voz con acento inglés. Los papeles cayeron al suelo.

–Ziyie –dijo Yibo, sonriéndole a la chica. –Recuerdas a Zhan.

Ciertamente yo la recordaba. Era igual de guapa que su hermano, con la misma melena castaño oscuro, plagada de líneas doradas, y los huesos finos, características elegantes. Ojos profundos y piernas largas. Llamativa fue la palabra que vino a mi mente.

Ella me dio una lenta mirada, y luego le dijo a su hermano: –Así que ahí es donde has estado pasando tus noches.

La expresión de Yibo se endureció. –¿Qué está mal contigo?

Ella lo ignoró. –¿No estabas en un hospital mental o algo así? –me preguntó en cambio.

Me quedé sin palabras.

–¿Por qué estás siendo así? –preguntó Yibo bruscamente.

–¿Qué estás haciendo aquí? –respondió ella de la misma manera.

–¿Qué parece?

–Parece que estás hurgando a través de las cosas de mamá. Papá va a matarte.

–Tendrá que volver a casa para hacer eso, ¿verdad? –dijo él, su tono disgustado. –Ve a comer algo, hablaremos más tarde.

Ella rodó los ojos. Luego agitó la mano hacia mí. –Encantada de verte de nuevo.

EVOLUCIÓN • [YIZHAN | SEGUNDA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora