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Yibo se ofreció a encontrar una excusa para quedarse esa noche, pero tenía mis dudas sobre abusar de la benevolencia de mis padres. No podía pasar aquí todas las noches, obviamente, pero más importante, yo necesitaba saber que estaría bien por mi cuenta.

Y esa noche, lo estaba. Me metí en la cama y me quede ahí hasta la mañana. Nada estaba fuera de lugar cuando desperté. Lo ordinario levantó mi ánimo; Yibo se había llevado la muñeca de mi abuela con él antes de irse y más tarde hoy, la muñeca se iría para siempre.

James estaba viendo mi casa. Yibo confió en James y yo confiaba en Yibo, y aunque odiaba admitirlo, esa mañana era la primera vez sin él que me sentía seguro. Desde que supe que Jay estaba vivo.

Comprobé por Jay sólo una vez camino a Horizontes, y yo estaba inusualmente alegre cuando los consejeros me pusieron con el Grupo. El día corrió en un borrón feliz casi mundano, considerando que mi situación no era ni remotamente mundano, y yo estaba realmente en condiciones de preocuparme sobre algo relativamente normal por una vez.

Es decir: mi madre y la madrastra de Yibo tomando té. Él estaba en lo correcto acerca de la invitación; mamá realmente no podía esperar para conocer a Valerie. En el camino a la casa de Yibo esa tarde, sus padres eran de lo único que ella podía hablar. No escapó de mi atención el que ella estaba más presionada y pulida de lo habitual. Casi me hizo sentir culpable usarla como una diversión.

Casi.

Mi madre se quedó en silencio cuando tuve ese pensamiento.

Me giré por una justificación a ese silencio, y me sorprendí cuando encontré que habíamos entrado ya al lujoso barrio.

Los ojos de mi madre recorrían cada mansión que pasábamos, una completamente distinta a la otra.

Cuando llegamos a la puerta de hierro anunciando la entrada a la casa, le dije hasta dónde conducir. Una pequeña cámara giró en nuestra dirección.

Mi madre me lanzó una mirada. –¿Esta es la casa de Yibo? –No era del todo visible detrás de los árboles, no hasta que la alta puerta se abrió.

–Guau –Suspiró. Era la palabra correcta.

El exuberante jardín estaba bordeado de estatuas blancas y ancladas por una enorme fuente en el centro: un dios griego abrazando una chica que parecía convertirse en árbol. Pequeñas, bajas coberturas brotando en los caminos, formando intrincados diseños contra la hierba. Y luego estaba la casa. Grande e imponente, hermosa y grandiosa arquitectura. Mi madre estaba absorta, pero yo no acababa de ver la forma en que lo estaba, no ahora que sabía lo mucho que Yibo no podía soportarlo.

Llegamos al aparcadero donde August, el mayordomo o valet o como sea que se había llamado, nos saludó con una sonrisa recatada que coincidía con su traje.

Yo casi esperaba que Yibo nos estuviera esperando en la puerta, pero en su lugar estaba la misma Valerie, su madrastra.

–Dra. Wang –dijo mi madre, sonriendo ampliamente. La madrastra de Yibo negó con la cabeza.

–Por favor, llámame Valerie. Es un placer conocerte –dijo efusivamente. Valerie alisó el vestido de lino que cubría su pequeño cuerpo y nos acompañó al interior mientras mi madre decía que no, que el placer era todo suyo. No más formalidades fueron intercambiadas, no obstante, cuando puse mi segundo pie en el suelo estampado de mármol, fui alcanzado por Rita, la feroz pug. Quien aparentemente era feroz solo para mí. Gruñía ignorando a mi madre completamente, incluso cuando Yibo se abalanzó sobre ella y la levantó en sus brazos continuó gruñéndome.

–Chica mala –dijo él con cariño. La besó en la cabeza mientras ella le enseñaba sus pequeños y torcidos dientes.

Me alejé a una sana distancia. –¿Dónde está Molly? –pregunté. Sería bueno volverla a ver, toda feliz, sana y saludable.

–Ocupada –dijo él a la ligera.

Escondiéndose, quería decir. Escondiéndose de mí.

Mi madre no pareció notar nada extraño, ni siquiera cuando el perro se esforzó por llegar a mi yugular; la madrastra de Yibo y su casa tenían toda su indivisible atención. –He oído hablar mucho de usted –le dijo a la señora Wang al pasar debajo de un candelabro gigante con cristales.

Valerie levanto una ceja. –¿Sólo cosas buenas espero? –Ajustó un jarrón lleno de rosas blancas en una mesa de piedra que probablemente pesaba más de mil kilos. –No importa –dijo maliciosamente. –No respondas eso.

Mamá se rió. –Por supuesto –mintió, tan fácil como yo usualmente hacía. Impresionante. – Realmente es un placer poder conocer finalmente la familia Wang. Amamos tener a su hijo cerca. ¿Esta su esposo aquí? –preguntó inocentemente. Sabiendo muy bien que no lo estaba.

La sonrisa de Valerie no vaciló, pero ella negó con la cabeza. –Me temo que Feng está en Nueva York en este momento.

–Tal vez en otra ocasión, entonces
–A él le encantaría –dijo Valerie. Ella mentía tan bien como Yibo.

Él se inclinó y dijo: –Tú sabes, esto se está convirtiendo rápidamente en algo tan doloroso como indicaste que seria.

–Te lo dije.

–Bien, entonces –dijo Yibo con fuerza. –Estoy seguro de que ustedes damas tienen mucho que discutir y prefieren hacerlo en privado ¿no?

Valerie miró a mi madre por una señal.

Mamá nos hizo un ademán a ambos. –Adelante.

EVOLUCIÓN • [YIZHAN | SEGUNDA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora