Capítulo 8

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El cementerio irónicamente era el lugar más verde y colorido de toda la ciudad. Las flores adornaban sin falta cada tumba. Joana dudaba que todos tuvieran familiares tan devotos.

Xavier no había dicho nada cuando noto que Joana se dirigía al cementerio, ella tampoco había dicho algo, y de alguna forma ambos acordaron que él esperaría en el auto mientras Joana buscaba la tumba de su hermano con un ramo de manzanillas.

Joana no sabía dónde estaba Patrick, jamás se había molestado en saber, tuvo que preguntarle a uno de los jardineros, no creía en realidad que supiera, pero no dudo cuando señalo la dirección.

Joana le agradeció y vio la tumba mucho antes de llegar, era grande. Joana solía olvidar que la familia Trevol era adinerada. El bloque rectangular de mármol blanco era ridículamente grande, decorado con filigranas doradas y el gran nombre Patrick Trevol cincelado en el centro.

Pero Joana no iba a estar tan sola como lo había planeado.

_ ¿Estás bien?_ pregunto Joana.

Para Joana era inquietante encontrar a alguien tirado en el césped de un cementerio, y más cuando era un rostro conocido. Caroline se fue reincorporando hasta sentarse frente a la tumba de Patrick. Joana la miro, y sintió que era una total desconocida, el cabello rubio que antes solía relucir junto a su sonrisa, estaba opaco y reseco, sujeto en un moño desordenado. Joana no recordaba alguna vez a Caroline con el cabello desordenado, ni siquiera cuando daba vueltas en el aire en una pirámide de porristas. Y no importaba que tan ajetreada era una semana de exámenes, Caroline destacaba entre muchos con una impecable ropa, un lindo peinado y sin una marca oscura bajo sus ojos.

Ahora las ojeras eran tan pronunciadas que parecían fundirse en su piel como agujeros negros.

Caroline la miro, lo último que había sabido de ella era que estaba en la cárcel. Le parecía irreal tenerla de pie frente a ella, su cabello negro estaba recortado poco más debajo de sus hombros, su piel tan inmaculada como siempre, sus labios tan rosados como recordaba que los tenía Patrick. Sus ojos tan oscuros como Patrick.

Noto que había perdido algo de peso, pero lucía tan hermosa y misteriosa que le arrebato un suspiro de decepción.

Recordó el rostro de Patrick en su funeral, lo habían vestido con un esmoquin blanco, sus cabellos negros estaban finamente peinados, lo habían recordado y habían cubierto el orificio de salida de bala de su frente con el cabello y maquillaje.

Patrick había sido un cadáver hermoso y estaba segura que Joana también luciría hermosa.

_Estas flaca_ vocifero Caroline, de alguna manera sentía que debía de romper con tanta perfección.

Joana miro las  piernas gruesas de Caroline y la ligera barriga tímida que parecía querer salir del borde de su pantalón.

_Y tú estás gorda_ le dijo.

Caroline se encogió de hombros y miro la tumba de Patrick.

_ ¿Qué haces aquí?_ pregunto Caroline.

Miro a Joana cambiar las rosas rojas de Patrick por un ramo de ramas verdes y flores tan diminutas que apenas eran visibles. Se veía horrible.

_Es mi hermano el que está enterrado aquí_ respondió Joana.

Era la primera vez en años que se refería a Patrick como su hermano.

_ ¿No te parecen flores horribles para tu hermano?_ refunfuño Caroline _Ni siquiera son flores, parece monte.

Caroline sentía que Patrick se merecía mucho más.

_Una vez mi madre quiso un jardín bonito, Patrick la ayudaba, pero él odiaba las flores, porque solo eran lindas y ya, un día llego y planto muchas manzanillas, porque le gustaba el olor de su té. A Patrick le gustaba más la manzanilla que la flor más hermosa del mundo.

Sombra Roja (Trilogía Fantasma libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora