Capítulo 41.

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Íbamos viajando en una auto caravana, Abraham iba al volante, Aarón y Eric iban en la parte de atrás para que tengan más comodidad, Rosita, Carol, Tara, Noah, Eugene y yo íbamos en la parte central del vehículo, mientras el resto de grupo iba detrás nuestro en otros autos.

—¡Si!— todos se sobre saltaron ante mi grito, incluso Aarón se asomo para ver que sucedía—. ¡Te gané!

—Hiciste trampa— se quejo Eugene.

—¡Claro que no! Es mi primera vez jugando y te gané. Eres un mal jugador y un mal perdedor.

Ví que Rosita sonrió y se acomodó la gorra.

—¿Segura que no hiciste trampa?

—¿Tan poca fe me tienen?— me senté indignada—. No hice trampa.

—¿Cuánto más nos falta?

—Un poco menos de la mitad, ¿por qué?

—Podemos llegar, podemos llegar.

Un par de kilómetros más, nos quedamos sin gasolina, me bajé riendo.

—¿No que podíamos llegar?

Abraham le dió un leve empujón a mi hombro, me senté en el suelo junto a Tara.

—Le ganaste a un genio.

—Si...hice trampa— saqué la carta que tenía escondida en la manga—. Debo pensar como devolvérsela sin que se de cuenta.

Tara soltó una carcajada, Eugene se giró a vernos, alcé la carta.

—Lo sabía, eres una tramposa.

—No la trates mal— dijo Carol acariciando mi cabello—, sólo quería ser alguien especial.

Me reí y le entregué la tarjeta a Eugene, él la guardo en su bolsillo y se alejó, Carl se sentó a mi lado.

—Así que...¿trampa?

—Nunca sigas mi ejemplo.

—Claro que no— sonreí y bajé la cabeza—. No te he visto hablar con papá desde anoche.

—Tu padre piensa que no lo apoyo, que siempre voy al lado contrario de lo que él quiere.

—¿Por qué no vas con él?

—¿Ahora?— Carl asintió—. No sé si quiera hablar.

—Sólo ve.

Me levanté y miré al chico.

—No puedo creer que te esté haciendo caso, eres muchos años menor que yo.

Carl sonrió, me di vuelta y caminé hasta Rick aproveché que estaba de espaldas para abrazarlo, cerré los ojos al contacto temiendo ser rechazada, mis brazos fueron lentamente separados por sus manos, abrí los ojos y fue Rick quién ahora rodeo mi cuerpo con sus brazos, apoyé mi cabeza en su pecho y dejó un leve beso en mi coronilla.

—No fue mi intención...

—Lo sé— levanté la mirada y le sonreí al mayor de los Grimes—. Debemos continuar.

Me subí nuevamente al auto ya reparado, Eugene se iba quejando de la trampa. Al rededor de una hora llegamos al lugar, era tal cuál como en las fotos, fui la primera en bajar del vehículo, todo mi grupo se acercó a las grandes rejas. Un hombre de cabello claro y ondas poco definidas nos abrió, un sonido nos alarmó a todos y Daryl le clavó una flecha a la zarigüeya que salió del tacho de basura.

—Trajimos la cena— dijo mi hermano.

—Entren chicos.

—Antes de ir más lejos, necesito que todos entreguen sus armas. Quédense, pero entregenlas.

In the new world. [Rick Grimes Y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora