Señora Luthor.

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Cinco años atrás.

Atenas - Grecia.

Narra Kara.

Las dos estábamos frente a la otra, tan cerca y a la vez tan lejos, me sentía tan expuesta a ella a sus ojos esos hermosos ojos verdes que no había podido dejar de ver, eran tan brillantes y tan jodidamente misteriosos.

Llevó sus dedos a mi abdomen, sus caricias suaves y cálidas en mi piel era la mejor sensación en aquel momento, tomó mis labios entre los suyos y aquel simple acto hizo que mi piel se erizará  por completo, ella sonrió y continúo, me estaba haciendo tocar el cielo con una facilidad que solo podía tener Lena Luthor, mi esposa.

Narra Lena.

Besarla, sentirla y poder acariciarla libremente era algo que había deseado desde la primera vez que la vi, la haría mía, y yo sería suya por primera vez deseaba no solo poseer si no sentir que alguien lo hacía.

Nuestro beso tierno, delicado subió de nivel ahora era apasionado, tome sus caderas y la atraje más hacia mi, quería más de ella, mucho más.

Y ella me mostró que correspondía al mismo deseo.

Narra Kara.

Sería mi primera vez, eso pasaba una y otra vez por mi cabeza, atormentándome.

¿Y si estaba mal? No la amaba.

¿O si? No lo sabía, pero sí sabía que quería más de lo que me daba ahora.

Unimos nuestras frentes y sonreímos por primera vez, podría decir que había encontrado un lugar especial para mi.

Lena- Tienes una sonrisa preciosa.-Me confesó, antes de tomar mi mano y besar mis nudillos con esos labios tan apetecibles y adictivos que poseía.-Déjame hacerte mía.- Sus palabras solo hicieron una cosa: provocar que volteara a ver la cama.

Narra Lena.

Vi esa duda en sus ojos, ese miedo.

Lo iba a eliminar de ella, como fuera, tomé su mano y caminamos hasta la cama, era nuestra noche, su noche y la haría gozar.

Narra Kara.

Estar sobre su regazo y sentir como sus manos acariciaban mi espalda como sus labios besaban cada parte visible y alcanzable me hacía inevitable no humedecerme.

Kara- Hazme tuya.

Eso fue suficiente para que cerráramos nuestra noche de bodas con un broche de oro

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Eso fue suficiente para que cerráramos nuestra noche de bodas con un broche de oro.

Besos Que Destruyen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora