~ Talon de Aquiles 1 ~

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Dos gotas de agua iguales pero demasiado diferentes. Una es la viva imagen de su padre, la otra de su madre.

Una conoce el perdón, la otra solo la venganza.

Kara es Milá y Kaena Williams.

Kaena fue criada por Emilio Edgen, el padre de Morgan y Lucy. Él había alejado a sus hijos de su vida, los mandó a vivir a Londres con su ex esposa para que no sufrieran el mismo destino que su hijo y terminaran muertos.

Emilio toma como esposa a Andrea, hermana menor de la madre de Lena, y cría a Kaena sabiendo de antemano que ella es la hija de Milá, la causante de la muerte de su hijo. Él considera eso como una venganza, pero termina arrepintiéndose de criar a su nieta. Esta se convierte en una mujer sin corazón, con la sangre helada, a la que no le interesa nada. Es una mujer sin escrúpulos, ambiciosa y con el poder de manipular a quien quiere. Tiene el pulso fuerte para tomar un arma y apretar el gatillo sin compasión. Kaena no conoce el control y lo pierde demasiado rápido.

La rubia tiene las manos manchadas de sangre, ha arruinado vidas de personas inocentes y ha causado mucho daño. Aun así, duerme como si nada todas las noches.

Ella ama a sus hijos Alejandro y Morrigan. Alejandro es el hijo de Lucy Edgen, y la rubia ha llegado al extremo de cometer incesto. Kaena no ama a Lucy y si tuvo un hijo con ella fue por lujuria.

Lo mismo ocurrió con Natasha, quien tuvo la oportunidad de ser diferente, pero el destino ya tenía escrito otra cosa para ella.

Kaena conoció a Octavia en una fiesta y se enamoraron a primera vista. La ojiazul adoraba a Octavia y se comportaba de una manera única: tierna, delicada, cursi. Sin embargo, eso duró poco.

Octavia engañó a Kaena y además se embarazó.

Años atrás, en la casa de Octavia:

Kaena - Por fin despiertas. - Dijo a su novia, quien estaba atada de pies y manos a una silla.

Octavia - Kaena, por favor. - Suplicó la chica, quien estaba aterrada. Había perdido a sus padres en un accidente, un accidente provocado por la rubia.

Kaena tomó una silla y se sentó mirando de frente a su novia, con una navaja en una mano.

Kaena - Dime, ¿por qué me engañaste?

Octavia - No lo sé.

Kaena - Me engañaste y ni siquiera sabes por qué, vaya.

Octavia - Ya me hiciste pagar, ya mataste a mis padres, ya mataste a él. - Dijo mientras sus lágrimas caían por su rostro.

Kaena - Sonrió recordando las súplicas del joven. - Sabes, no era un verdadero hombre. Lloró como un bebé, cuando le corté los genitales, cuando le hice cortes en su miembro, suplicaba tanto. Dios, si lo hubieras visto, qué espectáculo.

La chica quedó conmocionada por tal atrocidad. Si le había hecho eso a él, ¿qué le haría a ella y a su bebé?

Kaena - ¿Tienes miedo?

Octavia - Sí.

Kaena - ¿Quieres que te libere solo para que seas feliz con esas cosas que tienes dentro? Eso no sucederá. - Se levantó de la silla, caminó hacia una mesa donde había una jeringa, dejó la navaja en la mesa y la tomó. Luego regresó a la silla. - Cuando te inyecte, perderás a esa cosa.

Octavia - No, por favor, te lo pido. No lo hagas.

Kaena - Me dejaste en ridículo y crees que permitiré que seas feliz. Te consideraba más lista.

Besos Que Destruyen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora