Capítulo 35.

33 3 20
                                    

Me desperté con los primeros rayos del sol entrando por la ventana, dándome en la cara. Los brazos de Lucifer me rodeaban manteniéndome pegada a su pecho.

Sonreí un poco al sentirlo tan relajado, la única tristeza que pude sentir en ese momento, fue tener que irme.

Giré hasta quedar de frente a él y besé su mejilla, luego intenté desenroscar sus brazos de mi cuerpo sin despertarlo para poder levantarme, pero en cuanto sintió el primer movimiento se aferró más, haciendo fuerza.

Reí un poco, sabiendo que ya estaba despierto. –Tengo que irme.

–¿Por qué? Aún es muy temprano.

Su voz ronca me erizó la piel. –Tengo que hablar con Shami sobre algo.

–¿Necesitas ayuda con algo, ángel?

Negué. –No, solo se trata de descubrir quién me atacó en mi juicio.

–Puedo encargarme de eso.

Sonreí un poco, besé sus párpados cerrados. Sonrió sin abrir los ojos. –No es necesario, quiero hacerme cargo personalmente.

Pareció dudarlo pero terminó por asentir. –Está bien, pero si algo se complica y necesitas ayuda, no dudes en pedírmela.

–Lo tomaré en cuenta.

Me duché rápido mientras Lucifer preparaba café, terminé de preparar pan tostado con mermelada y fruta mientras el tomaba su turno. Al salir, desayunamos tranquilamente, para luego bajar al estacionamiento, subir a su auto y emprender el camino a casa.

–¿Te veré esta noche en el bar?

Sonrió. –Ahí estaré, sin falta.

–Perfecto.

Me miró con una sonrisa torcida en cuanto aparcó fuera de mi casa, la vida apenas comenzaba a tomar ritmo.

–Te echaré de menos.

–Yo también. –Me incliné para besar sus labios. –Llámame.

–Si pudiera pasaría todo el tiempo que no este a tu lado, pegado al teléfono para escuchar tu voz. –Acarició mi mejilla con su pulgar, la dirigió delicadamente hasta mis labios. –Pasaría la eternidad escuchando tu voz cada segundo de ser posible, pero debo conformarme con menos.

Me sonroje de inmediato y, esta vez, no me molesté en ocultar mi rostro. –Ya veremos como compensarlo.

–En ese caso, quiero hacer otra petición.

Alcé una ceja, riendo bajito. –¿Qué otra petición tiene, señor Lucifer?

–Que compenses todos estos años que estuve sin ti, en especial, todas esas mañanas que desperté sin ti a mi lado.

–Eso es más complicado.

–No, no lo es.

Mordí mi labio. –¿No?

Negó, lento. –Porque lo compensaras si despiertas conmigo cada día de aquí en adelante, por la eternidad.

Aquella frase logró desbocar mi corazón, hasta hacerlo doler dentro de mi pecho. ¿Entendí bien? Sus ojos oscuros no se despegaron de los míos, brillaban en la luz de la mañana, haciéndolos parecer un poco más claro, como de un color ahumado que destacaba en su piel aceitunada.

–¿Es una propuesta?

Rió agachándose. –Tardaste tanto en hablar, que esperaba otra respuesta, ángel.

–Aún es muy pronto.

Acarició el dorso de mis manos. –Quizás lo sea, para ti.

–¿Para mí?

El pecado del ángel. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora