Capítulo 8.

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Entré a la casa, el frío inundando cada rincón anunció una visita inesperada. Me armé de valor para acercarme a la sala de estar y rendir cuentas.

–He estado esperándote. –Me miró, impaciente. –No puedo estar mucho tiempo aquí.

–Lo sé.

–Entonces comencemos, que el tiempo sigue corriendo.

Su cara redonda estaba roja, se retorcía las manos con impaciencia, esperando saber como avanzaba la misión y, si era necesario, ayudarme.

–Estoy acercándome a Lucifer justo como se planeó. –Me senté frente a él en el sofá, viendo a Shamsiel parado a su lado. –Conseguí un empleo en el bar que visita cada noche y una invitación a la inauguración de un casino.

–¡Ese sujeto! –Exclamó, sobresaltándome. –Esos lugares solo traen perversión y problemas a los humanos.

Ignorando aquello, seguí. –Ya tengo un plan para darle el veneno, de no funcionar, tengo otros.

–Alguien nos informó de que estás acercándote más de lo necesario a un humano, ¿con qué finalidad?

–Con la única finalidad de obtener información.

–¿A funcionado? No queremos que te distraigas.

Respiré. –No deben preocuparse por eso.

Asintió. –¿Algo más?

–Usaremos a un caído para obtener información. –Intervino Shamsiel. –Lo investigué y es muy cercano a Lucifer y Lujuria, lo que garantiza tener más información.

Nos miró a ambos. –¿Qué planeas hacer, Arissai? ¿Para qué necesitas ayuda de un ángel caído y la intervención de Shamsiel?

–Enamorar a Lucifer.

Su expresión pasó en cuestión de segundos por la incredulidad, la ofensa, el enojo y la diversión. Estalló en ruidosas carcajadas y nos miró como si fuera la cosa más increíble del mundo.

–¿Lucifer enamorado? –Volvió a reír. –Un ser como él no puede sentir algo como el amor, solo tienta a los humanos a pecar para ir en contra de nuestro padre.

Alcé ligeramente la barbilla, no queriendo escuchar de él que mi plan no funcionará. –Quiero hablar con Miguel.

–El arcángel Miguel. –Corrigió con tono de disgusto. –No puede bajar, tiene sus asignaciones y son importantes.

Shamsiel me miró sin entender mi petición. –También esto es importante, quiero hablar con algún arcángel.

Pasó sus manos por sus piernas y me miró. –Haré lo que pueda, pero debes estar aquí mañana.

–Mañana es imposible.

–¿Imposible?

Asentí. –Tengo que seguir avanzando, mañana es la inauguración y no puedo no ir.

–¿Algún interés personal en ir?

Sentí el doble sentido de sus palabras y me levanté dispuesta a irme, pero la mirada de Shamsiel bastó para quedarme quieta y mantener la calma.

–El único interés personal es el acabar con esto y obtener mis alas de regreso.

Se levantó y asintió con la cabeza, creyendo en mis palabras. –Entonces tendrás que esperar un poco más.

Caminó sin esperar respuesta a la salida y nos miró una última vez antes de desplegar sus alas y desaparecer en una nube de polvo.

–¿Hablar con un arcángel? –Preguntó en cuanto su presencia desapareció.

El pecado del ángel. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora