Capítulo 9.

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LUCIFER.

Luria se alejó después de su juramento, dejándonos a Arissai y a mí de nuevo solos, en medio de un silencio incómodo.

–No te hará daño. –Comencé primero. –No te preocupes por ella, yo me encargo.

Me miró, sus ojos claros escaneando mi rostro. –Sus palabras fueron... Peculiares.

Me toqué la barbilla, peculiares no sería la palabra que yo usaría. –Hace unas noches pareció que me creías.

–Estoy segura de que no mientes. –Me miró a los ojos. –Lo que me lleva a creer que es una especie de metáfora.

Reí, sin gracia. –¿Metáfora?

Asintió. –Te llamas de esa forma porque todo el mundo cree en lo que se dice y te juzga pero nadie te conoce. Nadie sabe que eres inocente.

Negué con la cabeza y sonreí, esa maldita sonrisa que parece preparada, plástica, falsa. –Soy el diablo, señorita Arissai.

–¿Y eso debería asustarme? –Atacó alzando ligeramente la barbilla.

–El diablo es el culpable del pecado, y por lo que he escuchado, crees mucho en ese falso Dios.

Fue su turno de sonreír como si tuviera la respuesta perfecta. –¿Y quién dice que el diablo es el malo?

La miré inseguro de qué decir a continuación, en lugar de decir algo, tomé su mano y la llevé hasta la oficina, cerrando la puerta tras nosotros.

–Soy el diablo. –Repetí, mirando sus ojos azules. –Soy Lucifer Jr, hijo de Lucifer, rey del infierno.

Di un paso atrás cuando sus ojos claros no se mostraron sorprendidos o asustados, parecía incluso calmada, como si supiera la verdad, como si creyera lo que le digo sin haberlo dicho antes.

Y eso contradecía todo.

Sus ojos me gritaban que creía esa verdad pero sus labios decían lo contrario, que era una metáfora, una mentira, un personaje.

Quería explicarle, decirle, probarle la verdad de mis palabras, ¿pero podía? La pregunta me abrumaba. ¿Podía mostrarle a Arissai el peso de la verdad?

–Si Luria no es tu novia, ¿quién es? –Cambió de tema.

–Eso me recuerda que te debo un trato.

–Uno justo. –Rió un poco, decidí usar aquello a mi favor.

–Responderé una pregunta por otra.

Alzó una ceja. –Hagamos esto interesante, puedes pasar solo una pregunta.

Mordí mi labio inferior y terminé por asentir. –De acuerdo.

–Cambiaré de pregunta entonces. –Me recargué en el escritorio. –¿Es cierto que has estado hablando de mí con tus amigos?

Escondí el rostro en mi mano y entreabrí los dedos para mirarla, sonreía divertida con la situación. –Tal vez, un poco.

–Eso es interesante.

–Mi turno. –Sonreí. –¿Por qué te interesa saber que es Luria para mí?

Desvío la mirada, jugueteando con la copa entre sus dedos antes de beberla. –Curiosidad.

Alcé su rostro con uno de mis dedos para que me mirara. –Mentirle al diablo es un error.

Rió bajito. –Mentir es pecado.

–Prefiero que cometas un pecado que un error. –Sonreí en su dirección.

El pecado del ángel. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora