Capítulo 1.

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–¿Entonces concede favores a cualquiera que le de alcohol o drogas?

–A veces acepta dinero.

Asentí. –¿Qué más hace?

–Pasa la mayor parte del día en un bar, siempre que no esta en casa acostándose con quien le parezca atractiva o con Lujuria.

–¿Quién es Lujuria?

–Aún no sé cómo lo ha hecho, pero ha convertido un pecado capital en persona.

–¿Qué? –Lo miré, incrédula de lo que mí hermano me contaba.

–Así es. Es una mujer alta, pelirroja y de gran belleza, está con él la mayor parte del tiempo, y por lo que sé, trata de meterse en toda relación que mantiene Lucifer, claro que por el simple placer de su pecado.

Escuché todo lo que tenía que escuchar, todo lo que mi hermano había recaudado de información sobre mi objetivo. Decidí que tenía que investigar un poco más, así que fui a bares, antros, casinos, todo aquel lugar que un sujeto como Lucifer pudiera visitar.

Hablé con algunos tipos y decenas de mujeres, no me dieron información relevante, solo que aquel hombre te endulza el oído y te lleva a la cama antes de que te des cuenta, que no busca una relación, cosa que se ve obvia, y es imposible resistirse a sus encantos.

No fue tan inútil después de todo, ya que conseguí una de las invitaciones exclusivas para una fiesta en su apartamento esta noche.

–Lo he conseguido. –Tiré sobre la mesa un sobre negro con una elegante letra "L" impresa, Shamsiel me miró anonadado antes de tomarlo.

–¿Cómo has hecho? ¡Son exclusivas!

Reí. –No preguntes si no quieres saber.

La verdad es que no hice gran cosa, solo coquetee con un sujeto y luego, aunque fue pecado y pedí perdón, la robé.

Me miró con sus ojos mieles centelleando, librando una batalla interna entre preguntar o permanecer en la ignorancia, sabiamente opto por la segunda y solo negó con la cabeza. –¿Cuál es el plan?

Suspiré. –Seducirlo, invitarle un trago, poner el veneno y hacer la señal.

–Lo estas subestimando. –Avisó negando.

Ignoré sus palabras, ¿qué tan difícil sería engañar a un sujeto que pide y vive con cosas tan banales? Tomé la invitación de sus manos y fui a cambiarme de ropa. Me sentía una de esas mujeres que venden su cuerpo  vestida de aquella forma. Entre lo "menos" provocativo encontré un vestido negro, ajustado, muy ajustado para mi gusto pero que estaba segura era ideal para llamar su atención.

Tomé un bolso de mano simple, metí la invitación y un labial para no tenerla totalmente vacía, después partí hacía aquel lugar.

Era un edificio enorme, y en el último piso había luces centelleantes y la música podía escucharse hasta allí, entré, mostré la invitación a un guardia y me acompañó hasta arriba.

Los cuerpos danzantes me recibieron a penas se abrieron las puertas y di un paso dentro, miré a mi alrededor en su busca y lo encontré en un sofá, dos mujeres a su lado, una besando su cuello con total descaro, por su aspecto supuse que sería lujuria. La otra mujer solo lo miraba y reía, él solo conversaba con una persona a la cual no lograba ver, me abrí paso entre la multitud hasta llegar a la barra y poder pedir un trago, si quería llamar su atención no lo haría de aquella forma, tenía que bailar y para bailar tenía que tomar valor y un trago de alguna bebida me haría parecer un poco más normal entre la multitud.

Aproveché la oferta de un sujeto alto y de tez morena, realmente atractivo, y juntos nos dirigimos al centro de aquel lugar, entonces bailé.

Sus grandes manos tomaron mi cintura para guiarme más cerca de él, negué riendo y las aparté pero insistió en aquello, al final, conseguí una linda rubia con la cual bailar.

El pecado del ángel. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora