Capítulo 27.

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Volvió.

Padre mío, volvió.

Cuando Zarina y Nix pasaron por mí ayer por la tarde con la excusa de seguir tras Ceil para distraerme de una nueva pelea con Shamsiel, no creí que volvería a verlo.

Estaba igual que antes, la única diferencia visible fueron las leves ojeras que comenzaban a aparecer bajo sus ojos y por un instante me aferré a la esperanza de que su sueño se veía interrumpido por mí. Quería que fuera así.

Ahora, ahora solo quiero ir a buscarlo. Quise hacerlo desde que lo vi huir del restaurante después de que nuestras miradas se encontraron, pero mis amigos lo impidieron.

Sus esfuerzos resultaron exitosos ayer, pero hoy no. Hoy quiero intentar que me escuche, hoy quiero verlo de nuevo aunque él diga que no quiere hacerlo.

Fueron días con grandes nubes grises, fueron días con su ausencia asechando mi autocontrol, de momentos de inmensa tristeza que no sabía como ocultar.

Pasé días sintiendo un vacío en el pecho que inició cuando se fue, y solo crecía con cada día que no le vi volver.

Ahora, se ha detenido de crecer, pero quiero llenarlo de nuevo, quiero que Lucifer vuelva a ocupar su lugar dentro de mi pecho, con nuestras piezas juntas.

Me levanté temprano, con mensajes de ambos amigos preguntando que haríamos hoy, los cite en el restaurante que Nix y yo siempre visitamos pero no iré.

No solo porque mi objetivo es Lucifer y su perdón, sino también porque me he dado cuenta como se miran. Pueden negarlo y hacerse tontos, pero sé que se gustan y nada mejor para que cada uno me perdone por su cuenta que una cita.

Me puse una falda blanca y una camisa a cuadros azul y blanco, dejé mi cabello suelto y tampoco me maquille, así como estuve lista tomé las llaves, algo del dinero que me quedaba y bajé corriendo las escaleras.

Desde la discusión, Shamsiel y yo hemos evitado hablar, nos evitamos y solemos avisar por mensaje si salimos. Ninguno quiere disculparse porque cree que tiene la razón, pero es algo que comienza a pesarme.

Comencé a caminar en dirección de su apartamento, pensando seriamente en ahorrar el poco dinero que me queda para casos sumamente necesarios, y aunque Lucifer es importante, puedo caminar hasta su casa.

Caminé tranquila sintiendo el aire de otoño moviendo mi cabello, sintiéndolo contra mi rostro al ir en sentidos opuestos y aquello hizo que amara más ésta estación del año.

Me da tranquilidad ver las hojas cayendo, sentir el aire fresco, es algo magnífico.

Pensaba en eso cuando escuché que silbaban, miré en dirección del sonido y vi a un sujeto, vestido todo de negro y con la cabeza gacha, que se acercaba en mi dirección.

Pensé en alejarme hasta que lo reconocí, se trataba de Gadreel.

En mi intención por querer respuestas, decidí fingir no verlo y seguí caminando, mirando la pantalla de mi celular para mi siguiente acción.

Choqué.

Mi cuerpo se estrelló contra el suyo, ambos alzamos la mirada y fingí sorprenderme de verlo allí, el pareció igualmente sorprendido.

–¿Siempre tienes que estar dónde yo estoy?

–Esta vez es coincidencia. –Acarició su cuello. –¿Estás bien?

–¿Quieres decir que las otras no?

–Estuve en el casino porque supe que ibas a estar allí, encontrarte con Gus fue una casualidad.

El pecado del ángel. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora