Capítulo 5.

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A veces las cosas que planeas no salen como esperas.

Desperté tarde, demasiado tarde para ir al gimnasio, así que en lugar de eso decidí correr.

La música hacia que me desconectara del mundo y me concentrara en correr y ya. Paso a paso dejé en el fondo de mi mente las cosas que la noche anterior me atormentaban junto a las nuevas que habían aparecido al despertar y ser consiente de lo que había soñado.

Que una sonrisa particular haya aparecido en mi mente antes de dormir fue la causante de levantarme tarde y de tener nuevas preguntas y dolores de cabeza.

Dejé a mi mente vagar por todas mis preocupaciones mientras corría, aumentando la velocidad cuando sentía que de tantas preguntas me alejaba de mi objetivo, fue como estar en un trance donde mis alas son la meta pero se alejan 100 pasos por cada uno que doy yo. Eso fue desesperante, la peor sensación que he sentido en mi vida.

Después de un rato, cuando sentí mi corazón martillear contra mi pecho y que el aire me faltaba, me detuve a descansar. Paré en un pequeño parque donde algunos niños jugaban, el aire refrescaba mi rostro sonrojado por el ejercicio y me regalaba una grata sensación.

Cerré los ojos un segundo, recuperé el aliento y comencé mi caminata de regreso a casa, más tranquila y con más planes para llevar a cabo mi misión. Debo reconocer que soy buena planeando, siguiéndolos no, pero planeando sí.

Iré a la inauguración, lo seduciré un poco, tal vez un beso y luego me iré, prometiendo verlo otra vez. Seguiré trabajando en el bar y buscando más formas de cruzarme con él.

Cada vez que lo vea tengo que acercarme un poco más a él, tratar de que me revele lo que ya sé y me cuente todo aquello de lo que siento curiosidad.

Doblé en una esquina y frené en seco al ver el carro de Lucifer estacionado fuera, corrí el último tramo y entré por la puerta trasera, lo más seguro es que este Shami en la casa pero no sé porqué está aquí.

Caminé en puntillas por la cocina y me asomé a la sala, estaba de espaldas a mí y frente a él estaba mi hermano mayor, parecía relajado con su presencia, cosa que no entendí del todo. Siempre que tiene que mentir se pone nervioso. Sumamente nervioso.

Me senté en el suelo y guardé silencio para poder escuchar de qué hablaban, al final Shamsiel me contaría pero escucharlo es mejor.

–Es bueno verte. –Sonrió. –Tenías un tiempo fuera, ¿no?

Shami asintió. –Regresé hace unos días, no puedo abandonar aquí mucho tiempo.

–¿Estás rentando habitaciones?

Me asomé un poco, parecía demasiado tranquilo y eso me sorprendió. –Sí, la casa es muy grande para una sola persona.

–¿A caídos?

Alzó una ceja. –Eso me hace pensar que buscas a alguien en especial.

Rió. –Siempre tan audaz Shamsiel.

–¿A quién buscas? –Se inclinó un poco. –Tal vez pueda ayudarte.

–A una chica, muy bonita, que traje anoche.

–Si no recuerdo mal su nombre es Arissai. –Comentó, no entiendo por donde va esto pero sigue tan calmado. –Llegó hace poco.

–¿Qué me puedes decir de ella?

–¿Por qué te interesa?

Reí bajito, quería ganar tiempo para planear una mentira que suene creíble, lo sé por la forma en la que mueve los dedos y tiene la mandíbula tensa, decidí que era momento de entrar pero esperaría a que Lucifer respondiera.

El pecado del ángel. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora