Capítulo 15.

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De vuelta en casa me dejé caer en el sofá con la desesperanza y la incertidumbre posada en mi pecho, haciendo estragos en mi interior.

Sentía las lágrimas picar tras mis ojos pero hacía mi mejor esfuerzo por hacerlas retroceder, estás aumentaron cuando Shamsiel se tiró a mi lado y me rodeó con sus brazos de forma protectora, y siguió con envolverme entre sus alas mientras yo me encogía en sus brazos, sin abrir los ojos.

–Perdón. –Fue lo primero que dijo, después de largos minutos en silencio. –No hice lo suficiente por ayudarte, te fallé...

–Investigaste sobre algo que hasta Raguel veía imposible, conseguiste pruebas con tal de ayudarme a pesar de que no debías... No me fallaste, hermano, nunca lo haces.

–¿Qué pasará ahora?

Suspiré. –Estaré con Lucifer el mayor tiempo posible durante estos tres días. Quiero... Disfrutar de su compañía hasta que todo termine y no quiera verme más.

Asintió un poco. –Después de todo, puede perdonarte.

–¿Crees eso?

Asintió con firmeza. Sus ojos se veían esperanzados a pesar de la tristeza y decepción que se leía en ellos. –Es un ser que por naturaleza no puede amar y aquí está, queriéndote, estoy seguro que puede perdonar.

–No sé si pueda, pero haré lo imposible hasta agotar mis posibilidades. Y si después de eso no quiere verme... Tendré que aceptarlo.

–Te ayudaré en lo que necesites. No quiero que estés mal, nunca.

Le sonreí. –Te lo dije, estaré bien si no te pierdo a ti.

–No dejaré que eso pase. –Acarició mis mejillas. –No podrán separarnos nunca más.

Mi celular comenzó a vibrar en mi bolsillo, lo saque sin apartarme de la calidez de su abrazo y contesté.

–Es un lindo día para cenar antes del trabajo, ¿paso por ti a las 7?

Sonreí un poco, quería contarle a Nix. –Sería bueno... Quiero contarte algunas cosas.

–¿Pasó algo? Suenas decaída.

–Te contaré más tarde. –Miré a mi hermano que tenía la mirada perdida. –Ahora estoy con mi hermano, Shami.

–De acuerdo, ángel.

–Te veré en la noche Nix, cuídate.

Colgamos después de aquello, algo bueno tenía que salir de todo esto y era poder quedarme con Nix y Shami aquí, no iba a permitir que me quitarán eso.

Nos quedamos un largo rato en silencio, solo abrazados en el sofá, sintiendo la cercanía del juicio final cerca. O al menos creí que ambos pensábamos lo mismo.

–¿Qué pasó cuando fuiste castigada, ángel?

Un escalofrío recorrió mi espalda. –No hablemos de eso, Shami.

–Solo quiero saber...

–Yo nunca te he preguntado eso. –Lo miré con una media sonrisa. –Porque sé que seguramente no son cosas que te guste recordar.

Asintió, entendiendo que no quería hablar de aquel día, no podía hablar de ello.

Nos separamos cuando recibió una llamada, dijo que si no fuera urgente no iría y se quedaría conmigo, pero si no hacía su trabajo Raguel aprovecharía eso en su contra.

Y no necesitamos más razones para tener a Raguel en nuestra contra.

–¿Segura que estarás bien? –Preguntó de nuevo.

El pecado del ángel. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora