― O4. Daño.

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CAPITULO O4

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|| Eva Ross. ||

Al terminar de bañarme, me cambio con la nueva ropa que Carol y Avery cosieron para todos, con las ropas de los prisioneros. Es todo del mismo color grisáceo lúgubre, pero por lo menos ya no tenemos que usar las mismas ropas sucias de siempre.

Al entrar al pabellón me encuentro con Carl, tratando de armar de nuevo una vieja pistola. Parece desesperado, lo veo, parece el mismo chico que conocí en aquel aeropuerto hace como un año, pero, yo sé que no lo es.

Mató a un hombre, ya no es un niño, ahora es un hombre despiadado, ha mirado a su padre de una manera tan fría como si no le importara nada de lo que pudieran pensar de él. No pudo despedirse de su madre, no le importó que T-Dog muriera, debe estar pensando en cómo sobrevivir.

― Agh... ― él gruñe y trata de poner una pieza con fuerza, a pesar de que es obvio que no encaja. Yo me acerco a él, de mi cabello aún escurre un poco de agua, pero mi mente sólo está en el chico frente a mí. Cuando estoy lo suficientemente cerca, tomo su mano, hago que suelte la pieza, él mira la mesa con dolor ― ¿tú también me tienes miedo?

Si, quiero decir, pero la palabra no sale de mi garganta, retengo un par de lágrimas, y cuando me mira, puedo ver un poco del chico que ha salvado mi vida en más de una ocasión, niego a pesar de que no es lo que siento.

― Yo sé que no es lo que querías hacer.

― Eva... ― el que diga mi nombre con dolor, me hace pensar que tal vez, y solo tal vez le interesa lo que piense de él ― yo... yo sí quería hacerlo.

― ¿Creíste que era lo correcto? ― trato de ocultar que me aterra el solo pensar qué es lo que oculta su mente y su corazón.

― Creí que era lo más fácil ― me dice... las palabras ya no salen de mí, me da miedo que mi ángel con el mar en los ojos se convierta en un monstruo, no podría soportar que termine por corromper su alma. No él, todos, menos él.

Al notar que yo ya no digo nada, él se limpia un par de lágrimas y se aleja de mí, siento tanta impunidad al no poder hacer nada por él, Carl ha hecho tanto por mí que me siento una completa inútil al no poder hacer algo de la misma magnitud.

Mi vista se queda grabada por donde él se fue, mi mente trabaja al mil por hora para pensar en algo para hacerlo que olvide malas situaciones, al menos, por unos momentos.

― ¿Quieres hacer feliz a Carl? ― el susurro de Avery llega a mí, yo, aun sin despegar la vista de donde acaba de salir el chico, asiento ― ¿de verdad quieres?

― Claro... lo quiero ― no me corrijo, mamá una vez dijo que ser mujer, madurar significa en parte saber lo que quieres. Ya no pensaba ocultar mis sentimientos por el novio de mi hermana, aun sabiendo que yo no le gusto.

Guerra Mortal ►Carl Grimes [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora