GUERRA MORTAL | La mayoría de las personas culpan a Dios de los problemas creados por humanos. En el apocalipsis hay miseria, muertes, guerras y muchas personas muriendo todos los días; y todo eso es por la causa de los mismos humanos destruyéndonos...
ADVERTENCIA: La escena de Travis puede ser sensible para ciertos lectores. Doy permiso para omitirla si así lo creen necesario. •••
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╾❦╼
|| Travis Ross ||
Mi mirada está fija en el hombre que cojea frente a mí, quiere correr, pero no lo dejaré, una bala en el cráneo no es suficiente castigo para este ser repugnante que ha osado si quiera pensar en Eva de otra forma.
Lo veo entrar a una puerta, lo sigo, cuando está cerca de unas peceras, lo empujo haciendo que su cuerpo choque con estas, lo que cae de ellas me sorprende, pero no dejo de mirar mi objetivo.
De las peceras caen pares de cabezas de caminantes, por mi cabeza comenzaron a surgir situaciones para torturar al hombre, pero cuando comenzaba a sentirme culpable, las cabezas me dieron el valor para olvidar esos sentimientos. El gobernador es un ser despreciable, loco y malditamente asqueroso.
Lo tomo de los hombros para que saque su cabeza de las peceras, lo siento golpear mi rostro con su puño, pero de ninguna manera el dolor me hizo retroceder, al tumbarlo, en el suelo se hace un ovillo mientras lo pateo.
Una y otra vez mi pie impacta con su abdomen, cuando logro patear su cara, el gobernador toma mi pie, el cual pongo en su cuello.
― ¿Crees que puedes tocar a mi hermana y salirte con la tuya? ― le digo, no siento nada, el hombre no puede hablar, parece morir, pero no dejará este mundo sin antes haber pagado por tocar a Eva.
Lo tomo de los hombros y lo obligo a sentarse en una de las sillas que hay en el cuarto, el hombre parece muy golpeado, pero sigue vivo, lo sé por la resistencia que pone al ajustar sus piernas y manos con cinta.
― Travis... ― la voz de Rick detrás de mí me saca de mis pensamientos.
― Fuera de aquí Rick...
― Sólo mátalo y nos largamos.
― No será tan fácil, vete y yo los alcanzo después ― no lo miro, pero su duda en el marco de la puerta y el sonido que hace esta al cerrarse, sé que me ha hecho caso, pobre del gobernador por haberse metido con la gente equivocada.
Mientras lo miro cabecear, desabrocho su pantalón, está lleno de sangre, pero cuando logro quitárselo, volteo por la sala, veo los vidrios de las peceras rotas, tomo uno cerca de mí y le hablo.
― Mírame ― él parece no escucharme, pero lo tomo de la camiseta y lo obligo a hacerlo ― quiero que me mires y que al sentir el dolor llegar hasta tu alma pienses en cómo creías que tocarías de más a mi hermana ― solo captar sus ojos sobre los míos me dio la fuerza para clavar de un solo golpe el vidrio en su pene siento la madera debajo de este, es cuando sé que lo atravesó.
El grito profana mis oídos, pero no me inmuto, él se mueve con rudeza, grita, pero nadie llega a su rescate, de mi rostro sale una media sonrisa ― esto es por excitarte con mi hermana.