7.

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Lemur apareció tras la espalda de Milo,  mirando con desagrado al vampiro que su cazador llevaba en brazos, casi como si lo protegiera. Eso no le gusto.

- Milo, suéltalo. Hay que llevarlo a su castigo por escapar.- le sonrió, pero no era su sonrisa normal sino la que usaba cuando tenia en la mente alguna tortura- que camine a ella.

Camus bajo por si mismo, si quería humillarlo no le daría en el gusto, puede que estuviera debilitado pero no se dejaría morir tan fácil. Se quito el abrigo del rubio para que ese sacerdote enloquecido viera que sus palabras o lo que fuera que quisiera  hacerle no le afectaba demasiado.

- ¿Quieres castigarme? Adelante.

- Oh, con que tienes agallas que bueno sino no seria divertido. Siganme, hoy les enseñare a asar un vampiro.

Camus queria salir corriendo en ese instante o en el que fuera ante el menor descuido. El sol no era su amigo para nada, si pasaba mucho tiempo bajo su luz le pasaría lo mismo que a muchos otros, el fuego lo consumiría hasta las cenizas sin nada que pudiera detenerlo. Dio unos pasos y sus piernas no pudieron más con su peso, pero no cayó, no mostraría más debilidad, saco fuerzas de alguna parte y siguio a Lemur, el que lo miraba de reojo en todo momento, ese vampiro le estaba interesanado cada vez más, seria muy entretenido verlo sufrir.

Milo por su parte trataba de planear alguna estrategia de escape, no podía seguir perdiendo tiempo en ese lugar, cada segundo contaba y era de valor para sus familiares en especial para su papá, estaba seguro que él es el que más mal debes estarlo pasando. Se alarmó más cuando se dio cuenta de hacia donde se dirigia no era una buena señal.

Salieron de los túneles de la iglesia, hacia una parte que fue arreglada de tal manera que con espejos se reflejaba la luz del sol sin importar donde este se encontrara. El lugar tenia dos salidas, por la ellos entraron y una que les daba la esperanza de escape a los vampiros una que nunca llegaba. Camus apenas piso el lugar sintió que se quemaba aunque eso no estuviera pasando.

Lemur rió complacido cuando vio su reaccion y su resistencia.

- Veamos cuanto te resistes a mostrar tu verdadero poder.

~•~

- ¿En serio vas a hacer que te cargue?

- No veo Kardia, y el bosque es peligroso, me puedo caer, es lo mínimo que puedes hacer por mi ahora.

Dégel iba en la espalda del menor, después de comerse por completo a dos personas que los perseguía creyo que se recuperaría  pero su vista no volvió por completo solo lograba ver sombras.

- Pesas.

- No te quejes, si pudiera te cargaría yo.-rió en su oído solo para molestarlo.- Kardia espera, algo esta pasando.

- Pasando ¿Que?, ¿Te duele algo?

Dégel no le respondió, solo quedo mirando en dirección del norte, lugar al que se dirigían. Llevo una de sus manos a su brazo derecho, el que apretó con algo de fuerza. El mal presentimiento aumento. Ni cuenta se dio cuando Kardia lo bajo de su espalda para verlo mejor.

- ¿Dégel?

- ¿Cuanto falta?- murmuro.

Kardia no entiendio, se veía como si algo le estuviera doliendo pero no tenia ninguna herida, el sol no le daba. ¿Que le pasaba?

- A un día de llegar, si no nos detenemos.

- Es mucho tiempo...

- Oye- tomo su rostro entre sus manos, para juntar su frente con la suya- sé que sientes lo que le pasa a tu hermano, y que quieres apúrate porque algo malo le esta pasando, pero recuerda debemos ir con cuidado para que no nos encuentren.

Dégel asintió, su amado cazador conocía bien lo que le pasaba y agradecía mucho que pesar de las molestias lo ayudara y acompañara.

~•~

Llevaba casi cinco minutos ahí, se reusaba a ocupar su verdadero poder como dijo ese loco de cabello negro. Si lo hacia sus fuerzas de verdad se agotarían y hasta a Dégel afectaría donde sea que estuviera.

Milo se vio tentado varias veces a corren hasta el pelirrojo envolverlo en gabardina y escapar con él al bosque, a la cueva que aveces ocupada como refugio cuando volvía demasiado tarde de una caza. Lo hubiera hecho de no ser que Saga apareció detrás de él, disfrutando del sufrimiento ajeno.

Ya no podía quedarse esperando a que Lemur decidiera parar esa tortura, estaba seguro que después de eso algo más vendría, lo vio jugar con una daga entre sus manos, alguna parte del cuerpo le terminaría cortando. Cuando estuvo apunto de ayudar al vampiro pelirrojo, algo comenzó a pasar.

Camus no podía más, si se quedaba un minuto más bajo la luz desaparecería. Debía ocupar su poder aunque no quisiera. Solo esperaba que no afectará mucho a su mellizo.

Todos los que se encontraban en ese lugar pudieron ver como el hambiente comenzaba a ser cada vez más frío, como algo brillante rodeo al vampiro en medio del lugar. No era su piel la que brillaba sino unas pequeñas partículas de algo que reflejaban la luz solar, evitando que llegara de forma directa a su creador. Milo sintió la roja miranda en su persona, su dueño algo le dijo lo que pudo entender apenas, pero antes de que todo el frío que se acumulaba fuera liberado se escondió tras una columna.

- ¡Querías ver mi poder! Aquí esta... y para mi desgraciada vas a sobrevivir...

Un fuerte grito se escucho, el hielo cubrió todo el lugar. Cuando se dieron cuenta un domo de hielo cubría al cielo, evitando de alguna forma que la luz pasara. Lemur estaba congelo del pecho para abajo así como los demás, excepto Milo el que salio de su escondite cuando lo creyó seguro. Miro asombrado unos segundos lo que ese sujeto puedo hacer.

Corrió en su dirección cuando lo vio caer al suelo. Cuando estaba a unos pasos la voz del sacerdote lo hizo frenar.

- ¡Milo mátalo!, ¡Puedo encontrar a otro puro! ¡DESTRUYE A ESE DESGRACIADO!

- Lo siento mucho, pero lo necesito con vida.
El sacerdote solo pudo mirarlo furioso y comenzar a forcejear para liberarse del hielo, no debía dejar que ese traidor se escapará con su prisionero.

Camus sentía que las fuerza se le iban de a poco de nuevo. Sonrió agotado, era realmente bonito ver nevar, pero ya estaba cansado. Solo alcanzo a ver de nuevo a ese cazador cubrirlo con algo, sintió si cuerpo ser levantado y la oscuridad lo invadió, una momentánea el sabor a sangre en su boca  no tardo en aparecer pero no era la suya, clavo sus colmillo en el hombro de Milo sin darse cuenta.

- ¡Solo un poco me escuchaste!- ahogo un quejido de dolor, y se concentro solo en correr.

- Gracias...

🔥

Una pequeña aclaración, Dégel y Camus tiene esa conexión extraña ya que al ser mellizos (para mi) nacieron de una misma alma, si fueran gemelos la conexión seria más fuerte, por eso al cubito lector le afecta lo que le pase a Camushis.

Milo acaba de ganarse un fuerte enemigo. ¡Ya pronto de reencontraran los hermanos!

ScorpioNoMilo.💕

Cacería.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora