19.

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Solo pudieron ver como sus hermanos se iban en una dirección contraria a la suya, los dos querían detenerlos ¡Era un suicidio! El sacerdote podía atraparlos, torturarlos a ambos hasta matarlos o peor, si con ese hombre podía haber algo mucho peor que incluso la muerte.

Dégel estuvo apunto de seguirlos antes de que los perdiera de vista, pero la mano de Kardia sosteniendo con fuerza la suya le dijo que no lo hiciera.

- Estarán bien. Son fuertes y juntos más.

- Pero...- pudo notar la angustia que sentía solo por el leve temblor en su voz.

Dejo un beso en su frente ante de cubrirlo más de los rayos del sol y comenzar a caminar en la dirección que recordaba estaba la cabaña del viejo Shion. Kardia podía verse relajado, pero por dentro estaba más que preocupado por su hermano mayor, lo conocía lo sufiente para saber que cuando se proponía a proteger a alguien podía arriesgar hasta la vida, y por eso un fuerte mal presentimiento se planto en su pecho, aunque no sabia por cual de los dos debía temer más.

Esperaba estar equivocado y que pudieran estar juntos los cuatro de nuevo. Volvió a apretar con algo de fuerza la mano de ese vampiro que ama, para comenzar a caminar más rápido.

~•~

Las cosas se pusieron mal, muy mal de un momento para otro. Ambos podían verlo Kokuto los seguía lo que quería decir que Saga no estaba muy lejos y para empeorar las cosas podían escuchar el eco de la voz de Lemur cerca. Debían acercarse más.

Milo llevaba en sus manos su escopeta lista para disparar a la primera persona que se le cruzara en el camino, por primera vez en su vida sentía que el arma entre sus manos temblaba. No, eran sus manos las que temblaban, no estaba asustado, si nervioso como nunca. Antes de que se desatará la desgracia freno de golpe.

- ¿Que sucede?- la voz de Camus fue un susurro.

- Ten esto.- puso una daga de plata entre sus manos, la que el pelirrojo quedo mirando unos segundos- ya que no te gusta la sangre humana sé que no vas a encajarle los dientes a nadie, tienes que protegerte de alguna forma si yo no puedo hacerlo.

Camus sintió un pequeño calor en el pecho. Debía admitirlo, desde que estaba encerrado en esa maldita iglesia le gustaba el sentimiento de protección que ese cazador le daba. Le regalo una sonrisa, la primera que no llevaba tristeza o otro sentimiento en ella.

- De acuerdo la usare, no te arriesgues a lo estúpido tamp...

No pudo terminar de hablar cuando sus oídos captaron un sonido que Milo no escucho, se puso alerta buscando algún indicio que le dijera de donde venia, hasta que sintió un tirón que lo dejo detrás de la espalda del cazador.

Escucho una risa tenebrosa que le recordó a la de su padre. Lemur estaba frente a ellos sonriendole de una manera escalofriante, casi parecía que le brillaban los ojos de forma amenazadora. Parecía estar solo pero no podían confiarse, debía ser una trampa en la que cayerón demasiado fácil.

- Lo ven, tarde o temprano mis presas vuelven a mi. - dio un paso, el que para su sorpresa los dos hombres frente a él no retrocedieron, eso le gusto más.- Oh, con que muy valientes ¿no? - volvió a reír- ¡Perfecto! No seria para nada satisfactorio deshacerme de unos cobardes.

¿Ahora que hacían? no podía simplemente escapar Milo estaba seguro que a los alrededores debían el resto de cazadores esperándolos listos para acabar con su vida. Protegio más a Camus con su cuerpo sin darse cuenta, pero Lemur si.

Cacería.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora