Yoongi cruzó el salón de su departamento con una caja de pizza romana en la mano y el cabello negro azabache levemente húmedo por la reciente llovizna que caía lentamente sobre la ciudad de Seúl. Las gotas de agua resbalaban por la tez pálida de su cara hacía su cuello introduciéndose dentro de la sudadera y desapareciendo en algún lugar entre el tejido caliente y la piel de su torso levemente marcado.
—Taehyungnie — hablo entrando en la habitación. La luz anaranjada de las farolas cercanas a las ventanas de su cuarto era lo único que iluminaba el lugar. Su novio se encontraba sobre la cama, echo un ovillo bajo las mantas invernales mientras se rodeaba las piernas con los brazos — ¿estas mal otra vez?
El músico dejo caer el abrigo sobre el suelo de madera clara, se quitó los tennis sin necesidad de desatar los cordones y poso la pizza sobre la mesa de escritorio en la que residían ya varias prendas de ropa que no estaban lo suficientemente sucias para la lavadora ni suficientemente limpias para el armario. Encendió el televisor por acto reflejo y la luz naranja que entraba por a las ventanas rápidamente fue sustituida por la azulada que desprendía la televisión. La voz baja de algún programa de la KBS hacía templado el ambiente.
—No me gusta cuando las imágenes vuelven a colarse en mis sueños — hablo Taehyung extendiendo sus brazos hacía Yoongi como si se tratara de un niño pequeño buscando cariño. El pelinegro sonrió mientras se sentaba en la cama a un lado de su novio y lo abrazaba con la intensidad que sabía que el bailarín necesitaba.
—He hablado con el abogado — dijo Yoongi rompiendo el abrazo unos segundos después para acariciar la fría piel de la cara de Taehyung — Tenemos todo a nuestro favor para ganar, ya le han enviado la denuncia a la Academia y al profesor de danza contemporánea. Seung Ri no se atravera a volver a tocarte, lo más probable es que no le permitan seguir dando clases de baile si el juicio va tan bien como parece que irá.
—Eso me da igual — protesto el bailarín volviendo a hacerse un ovillo bajo las sábanas — No voy a ir a ese juicio.
—Y no hace falta que vayas — Yoongi observó el rostro demacrado de su pareja, levemente iluminado por las tenues luces. Bajo sus ojos una línea lilacea debida a las pocas horas de sueño se extendía remarcando su ahora excesiva degaldez — El abogado lo hará todo en tu nombre — el músico beso la frente de su novio — ¿Has comido?
Taehyung forzado por la necesidad de comida en su estómago se sentó sobre la cama e hizo contacto directo con la mirada de Yoongi. Últimamente solo comía cuando este le traía algo, no tenía ganas de pedir comida por si mismo o hacerla.
—No, estaba esperando por tí para eso — una pequeña sonrisa se dibujó en su cara — ¿Que has traído para cenar hoy Yoongi?
Yoongi río con nerviosismo, en ocasiones aún le costaba actuar como un novio normal y corriente lo haría, pues no estaba acostumbrado a pensar como alguien que tiene a una persona esperándolo en casa. En cierta forma entiende a Jungkook cuando este le habla de la soledad, es fácil acostumbrarse a esta pero difícil volver a ella cuando encuentras a una persona con la que quieres estar a todas horas.
—Pizza romana — dijo dedicándole su más bonita mirada de cariño a Taehyung cuando este aún con las piernas envueltas en mantas gateo sobre la cama hasta colocarse a su lado — Salí tarde del estudio así que no pude conseguir tu favorita.
—Esta bien Yoongi, ya sabes que no me importa demasiado eso con tal de que vuelvas por las noches — el bailarín llevo sus dedos a la mano del músico y jugueteo con estos en la palma de Yoongi dedicándole suaves caricias — lo que me cuesta soportar es que te pases las noches trabajando y no me avises. Haces que me preocupe idiota.
Yoongi dejo escapar una pequeña carcajada de su boca ante el tono juguetón y regañon de Taehyung.
—Soy principiante en esto — entonces el recuerdo de aquella charla con Suran le golpeó con fuerza el pecho — Nene, tengo que confesarte algo.
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ᴅᴏ ʏᴏᴜ! ✽ᴊɪᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ✽ [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏɴ ]
FanfictionJimin portaba un corazón repleto de tristeza y miedo, tan lascimero que la vida le resultaba un castigo. Seguía respirando. Moviéndose. Permitiéndose soñar despierto pero con el alma siempre en un puño de alambre afilado. Su corazón estaba repleto d...