Capítulo 23

4.8K 617 46
                                    

Agobiado. Esa era la palabra que describía a la perfección el estado de Jimin mientras veía a los médicos observar las heridas de cada parte del cuerpo de Taehyung. La calor le subía desde los pies hasta la cara quitándole la respiración normal y dándole a cambio un escaso oxígeno que lejos de calmarlo lo mareaba. Las ganas de vomitar subían hasta su garganta haciendo el momento mucho más complicado. Sentía que la cabeza le estallaría a la par que la sensación del asqueroso liquido ácido recorría el interior de su cuello, colándose en sus fosas nasales sin permiso sin llegar a la boca todavía, haciendo mucho mayor la desagradable sensación de nauseas.

Violenta. Esa era la palabra adecuada para definir la forma en la que se encontraba el bailarín, con los músculos tensos, la piel antes blanca ahora amoratada y el pecho sobre la camilla de hospital mientras los médicos se movían de un lado a otro hurgando en lugares o sitios no solo dolorosos si no también sensibles. Los doctores habían descubierto señales de abuso sexual en el cuerpo de su amigo después de que este confesase lo que le había sucedido por lo que ahora sujetarle la mano mientras lloraba y los profesionales tomaban muestras de semen de la zona foránea de su ano ensangrentado, agrietado y prácticamente destrozado para una futura denuncia lograba que las piernas le temblaran, era una imagen realmente horrenda que le causaba jaquecas, si él se sentía mal no podía ni imaginarse los sentimientos de pánico, vergüenza y dolor que recorrían la mente de su hermano en oleadas contundentes. Como la electricidad en contacto con el agua.
Taehyung estaba avergonzado, sentía un asco por si mismo que nunca antes en toda su vida se le había presentado ante su psyque, cuerpo y vista. Sin embargo dejaría que lo violaran, golpearan o incluso humillaran miles de veces si con eso sus sueños pudiesen seguir sobre el mundo, volando con alas de mentira, estiradas, agrietadas pero funcionales, tremendamente útiles para diluir el cansancio, para escapar de la atemorizante realidad. La danza era su razón para existir, lo único que lo mantenía respirando, sin ella se ahogaría con el oxígeno como si este fuera el veneno más letal existente en el sucio y contaminado planeta Tierra. Sin su musa, su única diosa o religión su alma se marchitaría.

—Quiero a Yoongi — lloriqueo entre sollozos — Dile que entre. Lo necesito conmigo.

Taehyung estaba exhausto, ojeroso y afónico. Sumido en un constante llanto intermitente. Entre tembleques, oquedades, sangre, sudor y lágrimas. La imagen de alguien que acaba de ser pateado, tirado…vencido en su propio tablero de ajedrez con sus propias normas y figuras. Apartándose con gritos afónicos cada vez que un médico posaba un dedo en su piel, rogando por ayuda mientras el recuerdo del hombre instando su pene a llenarlo llegaba a su cabeza, el dolor, la rotura de la piel, el líquido sangriento producto de sus gritos de pánico mezclándose con el semen y los tan distintos gritos de placer por parte del hombre, los mismos que se colaron en sus tímpanos explotando su aguante solo hace un par de horas atrás. Su hermano estaba fuera de juego en ese momento. Su mente estaba tan golpeada como su cuerpo, quizás incluso más. Taehyung era la pura definición de terror latente.

A Jimin podría haberle dolido en cualquier otra ocasión que eligiera al bastardo de Min en su lugar. Sin embargo, tras ver la forma protectora en la que este trato a Taehyung solo media hora atrás no le costó entender que su amigo necesitaba alguien fuerte en quien sostenerse. Lo único que lograba Jimin era llorar y sujetar la mano de su hermano pero Yoongi podría sin duda hablarle, tranquilizarlo, que es lo que Taehyung necesitaba en esos instantes, como cada vez que se encontraba mal. Por eso tras hablarlo con uno de los doctores dejo la habitación de hospital y se encaminó hacia la sala de espera más cercana, la misma donde Jungkook y Yoongi parecían discutir en susurros. Sus pasos frenaron a la vez que su garganta se cerraba y su pecho clamaba por ayuda.

Se pego a la pared del pasillo con el latido de su corazón resonando en la vena de su cuello, la sangre fluía de forma lastimosa. Por su nariz se colaba el olor a desinfectante mientras sus ojos se perdían en la nada. No quería mostrar debilidad ante los dos chicos que se encontraban allí pero sus piernas temblando o el pánico instalándose en sus extremidades lo delataría en cualquier momento. Ni siquiera sabía porque en ese lugar, en ese momento le estaba dando uno de sus ataques.

ᴅᴏ ʏᴏᴜ! ✽ᴊɪᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ✽ [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora