Un rayo cruzó el cielo mientras unos chicos intentaban confesar sus mayores miedos a Susan Green, la famosa psicóloga que Taehyung encontró para su amigo y en la que los padres de Jungkook habían depositado toda su confianza. La mujer no era realmente una eminencia, sus actos tenían validez principalmente porque era capaz de meterse bajo la piel de sus pacientes. Se hacía su amiga, les ayudaba, los escuchaba y aconsejaba, hacía cualquier cosa por lograr que las personas que acudían a ella mejoraran. Pero estaba lejos de ser talentosa en su trabajo.
Jimin alzó la vista, estaba lloviendo de nuevo y eso lo hizo sonreír, desde muy pequeño supo que la lluvia se adecuaba a su personalidad ya que siempre que salía las cosas se tornaban grises. Al igual que la lluvia él no solía agradar a las personas. Eran pocos los que apreciaban su belleza, la mayoría se cansaban de sus manías o sus fobias después de un tiempo y terminaba de nuevo solo.
Por eso le gustaba la lluvia, le recordaba momentos dolorosos, sin embargo el simple hecho de escucharla caer contra el suelo o los cristales lo llevaba a un estado de relajación poco común en su rutina. Los días como aquel lo hacían sentirse perezoso, con ganas de mantenerse en su sofá alrededor de una cálida manta mientras dormitaba con el sonido de las gotas como única melodía.
Su adolescencia fue dura, pues aunque podía entablar conversaciones interesantes y entretenidas con casi cualquier persona nunca llegaba a implicarse lo suficiente como para forjar una amistad, o lo que él realmente quería: una relación. Llevaba años deseando encontrar a una persona que lo quisiera lo suficiente como para amar y entender cada uno de sus defectos. Pero en la vida real que alguien como Jimin lograse encontrar el amor era difícil, él lo sabia bien. Por eso lloraba abrazándose a sí mismo cada noche.
Era un adicto al amor sin una pizca de su droga, sin siquiera haberla probado y eso lo estaba volviendo del todo loco. Deseaba sentirse querido más que nada en este mundo.
"Realmente eres patético, definitivamente suenas como alguien que necesita ayuda." - se dijo en silencio.
Su único amigo era Taehyung y por las circunstancias que los hicieron inseparables solo podía verlo como a un hermano. Con él podía hablar de todo sabiendo que no sería insultado o juzgado. Desde la perdida de sus padres el muchacho se convirtió en su única familia. Se entendían sin necesidad de palabras, aún siendo como el día y la noche prácticamente no discutían. Aprendieron a trabajar en equipo, a llevar una casa sin necesidad de que otras personas los ayudaran, siempre fueron ellos dos contra el mundo, lo seguían siendo pero con menos esperanzas.
A todo eso se sumaban la gran cantidad de personas que en su instituto le hicieron la vida imposible.
El Jimin de trece años no vio nada malo en compartir que le atraían los hombres y no las mujeres como su recta y tradicional marcaba que debía suceder, así que cuando su profesor de literatura le pregunto que chica de la clase le gustaba no logró evitar la verdad que de alguna forma todos conocían. Incluso ahora le resultaba extraño, era demasiado joven como saberlo con tanta certeza en aquel instante pero lo supo, lo sabía. Y ese hombre que intentaba dejar en vergüenza a sus alumnos, después de aquello ni siquiera le volvió a dirigir la palabra. Solo Taehyung se acercó a ayudarle cuando sus compañeros lo arrinconaron en los pasillos para proferirle insultos. Poco después de eso empezó a creer que había algo erróneo en su interior. Se llamó a sí mismo bicho en mil ocasiones, deseó poder amar a alguna mujer... al final del día simplemente comprobaba que aun le atraían los hombres y entonces lloraba, rogaba a ese Dios que se reía de sus palabras. Se odiaba al mirar su reflejo en el espejo. También fue en esa época cuando Jimin dejó de creer en dioses, en la religión o en cualquier deseo. Probablemente por eso ya no mostraba ilusión alguna por nada.
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ᴅᴏ ʏᴏᴜ! ✽ᴊɪᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ✽ [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏɴ ]
FanfictionJimin portaba un corazón repleto de tristeza y miedo, tan lascimero que la vida le resultaba un castigo. Seguía respirando. Moviéndose. Permitiéndose soñar despierto pero con el alma siempre en un puño de alambre afilado. Su corazón estaba repleto d...