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—¿No crees que se vería mejor en un tono más rosa claro? —preguntó la pelirroja.

—Tienes razón, también podríamos añadir detalles dorados —respondí concentrada en terminar el boceto.

—Señorita Young, la jefa quiere verla.

Interrumpió Félix, el de ojos marrones y cabello plateado sonrió entrando a la oficina de ambas amigas.

—Gracias Félix, ahora mismo voy.

Este asintió para luego irse dejándonos a ambas completamente desconcertadas.

—Que querrá, nunca te ha llamado la atención —preguntó enrollando uno de sus cobrizos mechones alrededor de su dedo índice.

—No lo sé, pero iré ahora mismo, no quiero hacerla esperar.

Caminé con los nervios de punta hasta la oficina, deseé que quedase un poco más lejos del estudio pero en menos de un minuto ya estaba para allí enfrente de la puerta de cristal.

Mis manos sudaban y empezaron a temblar al dirigirla hacia la puerta para dar pequeños golpecitos.

En menos de un suspiro escuché la suave voz de esa mujer detrás de la puerta, mi respiración se atascó y no supe muy bien que hacer, sabía que tenía que entrar antes de que se impacientara, pero reaccioné al oír el chasquido de la puerta abriéndose dejando ver a la de pelo negro y ojos azules un tanto desconcertada.

—¡Young!, Justo la persona que quería ver.

Sonrío dirigiéndose a su escritorio para luego tomar asiento en su caro y delicado sillón de terciopelo blanco.

—¿Puedo saber para que quería verme?

Pregunté sintiendo como el aire poco a poco dejaba mis pulmones, a causa de los nervios.

Ella me ponía muy nerviosa. Con ese aire tan imponente, cada pestañeo y suspiro suyo era tan elegante, tan perfecta.

Por favor, siéntate.

Ofreció amablemente sacando unos papeles del cajón de su escritorio, las ordenó mientras me acomodaba enfrente de ella, observando con detenimiento los movimientos delicados con los que dejaba reposar cada hoja enfrente de mi.

—¿Sabes?, desde que te contraté jamás me has decepcionado.—confesó de la nada.

—Es más tú, querida, has atraído grandes inversores a esta empresa con tu increíble talento. —sonríe remarcando una fila de dientes blanco y enormes, aterradores como los de un tiburón a punto de atacar.

Esta haciendo que mi cabeza empiece a divagar entre las tantas posibilidades de el porqué de repente me estaba halagando. Y no me gusta la conclusión a la que he llegado.

—Como sabrás la edición de primavera se acerca y tendremos mucho trabajo además de que este año ha sido uno de los mejores para nosotros, ya que las ventas se han incrementado un 40%.

—El caso es, que necesitamos gente nueva y más talentosa.

Esta vez si sentí como mi corazón desaceleraba hasta casi detenerse, era lo que me temía, no sabía que hacer, si salir corriendo o simplemente romper en llanto.

—¿Me está despidiendo? —aquellas palabras salieron de mi boca en apenas un susurro.

No sabía que cara poner cuando comenzó a reír a carcajadas.

—Oh, querida, que graciosa eres, por supuesto que no. —sonríe divertida — como podría despedir a la trabajadora más fiel y perfecta que tengo.

Entonces por fin pude respirar con normalidad, me había quitado ese peso de encima y es que aunque conozca perfectamente a mi jefa, ella aun era muy impredecible además de que estaba llena de sorpresas.

—Pero... —su rostro se tornó serio, Justo como cuando habla de temas importantes sobre el trabajo.

—Podría reconsiderarlo, si no llegas mañana a mi oficina con este artista.

Señaló dejando una cartilla de información enfrente de mi.

—¿Ten Lee? —pregunté leyendo el nombre de aquel misterioso artista, porque no había ninguna imagen de cómo lucia fisicamente.

—Exacto, lo quiero mañana a primera hora del día en mi edificio. —demandó —Eres la mejor convenciendo a la gente así que convénceme de que eres digna de este trabajo y además de un ascenso. —propuso con un tono vacilante.

Esto era demasiado para venir de ella, se notaba que quería a aquel artista trabajando codo a codo junto a ella y ahora tenía que conseguirlo a toda costa o las consecuencias serían desastrosas para mi vida.

—Lo haré. —respondí con voz firme.

~

—¿Entonces lo único que tienes que hacer es convencerlo de que trabaje con nosotros?

Preguntó la pelirroja tumbándose en mi cama.

—Al parecer sí. —respondí terminando de retocar mi cabello.

— ¿Estoy bien así? —giré hacia mi amiga quien me escanea de arriba para abajo.

—Chica estás cañón. —sonreí.

— ¿Quieres que te lleve? —propuso poniéndose de pie de un salto.

—Tranquila, iré yo sola.

—Entonces, ve con cuidado.

~

No fue tan difícil encontrar la casa de aquel artista lo difícil fue conseguir que este abriera la puerta, llevaba casi media hora parada aquí afuera y el clima frío no ayudaba en nada.

Ten paciencia quizás estará pintando u algo así.
Pensé.

Volví a presionar el botón del timbre cuando sentí un escalofrío y de inmediato mi piel comenzó a erizarse y empeoró aún más por el viento helado que soplaba una y otra vez.

Quién iba a decir que justo esta noche haría mal tiempo, dirigí la mirada hacia arriba encontrándome con dos cámaras de seguridad, estaban encendidas, y apuntando en mi dirección.

Sin más que hacer admiré la lujosa casa del artista, al estar situado en el centro de New York y a juzgar por la enormes proporciones de las dos plantas él si que tenía mucho dinero.

Ya cansada bajé la vista al suelo y comencé a jugar con mis dedos intentando calmar los nervios.

Volví a dirigir mi atención hacia la puerta cuando escuché un pequeño click venir desde adentro indicando que acababa de abrirse.

—¿Señorita?

🩸𝘗𝘴𝘺𝘤𝘩𝘰 ( 𝙏𝙚𝙣 _𝙣𝙘𝙩 +18 )🩸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora