Armando consejos

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La caminata hacia la casa de su amigo duró aproximadamente veinte minutos. No estaba tan lejos del instituto pero decidió tomarse su tiempo para reflexionar sobre la vida en general.

El sol ya se escondía lentamente en el horizonte haciendo que las nubes se pintaran de un tono rosa y anaranjado. El viento que soplaba era algo fría haciéndolo estremecerse.

Revisó su teléfono por si Horacio le había respondido su mensaje. No lo hizo. Mordió su mejilla interna sintiendo una extraña pesadez en el estómago.

Habían discutido en el momento en que le informó que pasaría la noche en casa de Manolo con los demás. La razón era que al de cresta no le agradaban para nada sus otros amigos, nunca supo la razón exacta, pero imaginaba que era por la reputación que tenían.

No lo culpaba, él también había pensado que ese grupo era una banda de maleantes y delincuentes drogadictos. Pero resultaron ser una bola de retrasados algo problemáticos y descuidados que sólo querían disfrutar de la vida bebiendo alcohol y de vez en cuando fumando unos porritos.

Tenían esa fachada de chicos malos pero una vez los conocías era difícil tomarlos enserio. Menos cuando sabías que tenían un dildo rosa como "amuleto" de la amistad y la buena suerte.

Perdió la cuenta de las veces que intentó que Horacio se acercara a ellos para que hablaran y los conociera mejor pero siempre fracasaba rotundamente. No entendía el porque del rechazo de su mejor amigo pero tampoco había mucho que él pudiera hacer a estas alturas.

Sólo le quedaba intentar no pelear como hace un rato.

No iba a decir que no le importaba porque eso sería una vil mentira. Probablemente pelear con su osito era una de las cosas que más le afectaban, si no era la que más.

Siempre había estado con él cuando ni siquiera a sus propios padres les interesaba su bienestar. Horacio era su hermano de otra madre, su única familia real. Era entendible que se sintiera así por haber peleado con él.

Pero tampoco podía ignorar a sus demás amigos sólo porque al más alto no le agradaran. Entendía que se preocupara por él porque Horacio siempre fue demasiado sobre protector con él desde niños, pero también era un terco que no quería entender.

Cuando finalmente llegó a la casa de Manolo le mandó un mensaje avisándole de que estaba en la puerta. El pelinegro no tardo mucho en bajar.

━Cerdo ━saludó el de gafas. ━ven pasa que los demás ya están arriba.

Manolo prácticamente le arrebató la mochila y le hizo señas para que le siguiera. Subieron hacia el segundo piso y con lo que Gustabo conocía la casa sabía que se dirigían hacia la sala de juegos.

Una cosa que caracterizaba a Manolo era la cantidad descomunal de dinero que tenía el hijo de puta. Prácticamente cagaba billetes el cabrón, por ende la mayoría de las pijamadas se realizaban en su casa.

También era el que mayormente compraba las bebidas y las frituras para el grupo. No era que fueran interesados ni mucho menos, pero si tenían a un cajero automático andante y si al propio Manolo no le interesaba, mejor aprovecharlo. ¿Que más daba?

━wilso que te taldate' mucho ¡cablon! ━dijo Yun con su inconfundible acento. El pelirrojo estaba sentado sobre un puff con forma de rosquilla comiendo unas patatas fritas y vestía solo un boxer rojo, una camisa blanca, calcetines largos de colores y unas pantuflas de conejo.
No pudo evitar sonreír ante lo cómica que era la escena.

━hey que pasa. ━saludó en general . Se adentró a la gran habitación yendo directamente hacia el sofá negro del medio donde estaba Armando con el mando en la mano. Le sonrió al pelinegro recibiendo un "que gusto verte por aquí" en tono bajo.

ᴀᴅᴏʀᴇ ʏᴏᴜ | volkabo ✓ (Sin Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora