mañana rara

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El lunes se hizo esperar demasiado, pero por fin había llegado.

Normalmente los inicios de semana eran una mierda para Gustabo, pero ese día sentía una emoción poco común en él. No quería pensar que su repentina felicidad era gracias al ruso de los ojos claros, que por cierto se adueñó de sus pensamientos todo el fin de semana, pero muy en el interior sabía que definitivamente era la causa.

Casi no había dormido absolutamente nada y eso se le notaba en las enormes ojeras debajo de sus ojos, aunque no se encontraba tan mal como parecía.

Se miró al espejo por décima vez en la mañana, poco convencido de su apariencia. Mordió su dedo pulgar al darse cuenta de lo estúpido que era, ¿Desde cuándo le importaba tanto su apariencia?

" entonces supongo que nos veremos el lunes."

La voz de Volkov invadió sus pensamientos como respuesta muda a su pregunta. No, no era por eso.
Sólo se preocupaba por estar decente y no parecer un vagabundo, nada más. El peliplateado no tenía nada que ver con eso.

Buscó en uno de sus cajones un gorro de lana negra y se lo colocó para poder tapar sus rebeldes cabellos rubios.
Como ya era costumbre en él, iba completamente de negro.

Suspiró de frustración al verse exactamente igual que todos los días anteriores de su asquerosa vida. No hay nada que puedas hacer ya, eres un triste caso perdido. Habló la voz de su cabeza con diversión, burlándose de él.

Rendido tomó su mochila y bajó desganado al primer piso.

Cuando entró a la cocina se encontró con sus padres que al parecer estaban discutiendo, ambos se quedaron repentinamente callados al darse cuenta de la presencia de su hijo en el lugar.

━buenos días. ━saludó a sus progenitores. Estaba sorprendido de encontrarlos a los dos ahí porque normalmente cuando él bajaba a desayunar ellos ya se habían ido.

━hola cariño. ━respondió su madre. Gustabo supo que algo no andaba bien por la pequeña sonrisa incomoda y la mirada triste que la mujer le dedicó.

El menor con inseguridad se acercó hasta la mesa y se sentó junto a ella. Gustabo miró a su padre quien estaba sentado al otro lado de la mesa.

━ papá. ━lo llamó al notar que no le dirigía la mirada ni tampoco parecía querer hablar.

El castaño carraspeo levantándose de la mesa. ━buenos días, campeón. ━saludó. ━ Disculpen pero debo irme, estoy llegando tarde a una reunión.━dijo antes de tomar sus cosas e irse como si su vida dependiera de ello. En ningún momento cruzó miradas con el menor y parecía estar nervioso.

Gustabo se quedó observando la puerta con cierta tristeza y confusión.

¿Que fue todo eso? ¿Era impresión suya o su padre había sido esquivo con él? No, claro que no. ¿Por que su propio padre estaría evitándolo? Debía ser porque estaba llegando tarde, nada más.

Sintió las manos frías de la rubia sobre sus mejillas, inconscientemente se inclinó hacía su toque disfrutando de las delicadas caricias que le brindaba ella. Como cuando era niño y ella iba a arroparlo por las noches.

Nadie dijo nada por un buen tiempo.

━¿Fuiste de compras? ━preguntó su progenitora para aligerar un poco el ambiente tenso que dejó la ida del hombre.

El rubio asintió mirando las frutas que estaban sobre la mesa. ━lo hice el sábado.

━te lo agradezco, se me había pasado por completo el hecho de que no quedaba nada en la despensa. ━dijo apenada. ━te dejaré dinero por si necesitas algo luego. ━puso unos cuantos euros sobre la mesa frente suyo.

Ella se alejó y acto seguido se levantó recogiendo su taza de café. ━es probable que hoy llegue tarde de trabajar. ━avisó cambiando totalmente su tono de voz.

Gustabo rodó los ojos. Que raro pensó.

━debo irme. ━habló la mujer con pena, como si supiera exactamente lo que pasaba en la cabeza de su hijo. Se quedó en el umbral de la puerta como queriendo decir algo, mas no lo hizo.

La cocina quedó en un silencio sepulcral luego de la salida de ambos adultos y Gustabo se quedó solo, de nuevo. Pero ya poco le sorprendía eso. Más le hubiera sorprendido que alguno de los dos le hubiera preguntado cómo está o se hubiera preocupado por llevarlo al instituto.

El ojiazul expulsó todo sentimiento de tristeza que comenzó invadirle y respiró hondo varias veces. No iba dejar que esta mañana rara arruinara el resto de su día.

No.
Absolutamente nada le quitaría el buen humor que tenía esa mañana. Hoy se sentía más optimista que de costumbre y lo aprovecharía al máximo, lo disfrutaría mientras durara.

Tomó el dinero que su progenitora le dejó, una manzana del frutero y un zumo del refrigerador. Comería todo de camino para no llegar tarde.

Tomó un abrigo de color verde olivo del perchero y salió de su casa con una sonrisa en el rostro. Ni siquiera el frío viento que chocó con su rostro logró desanimarlo.

Se sentía más nervioso a medida que se acercaba al gran edificio y veía a los alumnos hablar y juguetear entre ellos. Mordió su mejilla interna y se puso la capucha del abrigo tratando de esconderse a pesar de que nadie le estuviera prestando atención realmente, era la costumbre.

Una vez en los pasillos suspiró feliz al percatarse el cambio de temperatura.

Se estaba encaminado hacia su casillero a guardar algunas cosas y sacar otras cuando escucho la voz de Horacio llamándolo desde unos metros de ahí.

Ocultó su sonrisa y fingió no haberlo escuchado. Estaba enfadado con el más alto por haberlo ignorado todo el jodido fin de semana. Ni siquiera le había contestado un solo mensaje en dos días.

Se giró y empezó a caminar hacia su primera clase ignorado por completo a su mejor amigo. Gustabo no se consideraba una persona rencorosa pero en la vida siempre habían excepciones y hoy era uno de esos días.

Aunque sabía perfectamente que no duraría mucho con este teatro, pero Horacio se merecía una pequeña funada.

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ᴀᴅᴏʀᴇ ʏᴏᴜ | volkabo ✓ (Sin Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora