Tomás.
-¿Qué decís, Julieta?- pregunté enojado. -No puede ser que te pongas celosa de una nena.
-Ya no es una nena y vos lo sabes muy bien. Quizá a antes si, fue tu juego de besitos en la boca porque era chiquita, pero no me digas que siguen con los mismos jueguitos.
-Basta, nena. Deja de pensar en eso. Si le daba besos era porque era una criatura y ni siquiera eran besos, eran picos. Picos de tío y sobrina, que vos insinues algo en tu cabeza morbosa es otra cosa.
Se rió irónicamente. -Yo seré morbosa pero vos sos un enfermo, no sé quien está peor ¿Pensas que no me doy cuenta como la miras? ¿Como interactúan? ¿Me crees tarada?
La alejé un poco de mi. -Basta, deja de insinuar cosas que no son, por favor.
-Mira.- me agarró de la cara con fuerza. -Yo no soy tarada y seré muy buena, pero también soy muy mala ¿Me entendiste? Y no voy a permitir que ni vos, ni nadie me pase por encima. Ya los voy descubrir, y vamos a ver si es verdad o mentira todo lo que yo digo.
Suspiré. -Espero que te arrepientas de lo que decís.
Salí de su depto dando un portazo y me dirigí hasta la casa de Lucas, las luces estaban apagadas y era lógico, es tarde. Subí hasta la habitación de Dania y la encontré sentada con su netbook sobre sus piernas. Al verme, sonrió.
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-Espero que no se ocurra hacer ninguna locura.- suspiré al terminar de contarle a la rubia lo que había pasado hace horas con Julieta.
-Ella aún te ama, no creo que quiera verte hundido.
-Quiero irme de acá, estar solo con vos...- dejé un beso en su frente y acaricié su cuerpo que estaba solo vestido con ropa interior. -Tenerte para mi todos los dias sin que nadie diga nada.
-Y hacelo entonces. Hagámoslo.
-No podemos, vos terminar el colegio, loquita.- tragué saliva. -Aparte es algo que lleva tiempo, no se hace del día a la mañana.
-Yo espero el tiempo que sea necesario.- sonrió. -Y con el colegio, estoy dispuesta a dejarlo por vos.
-Dania ¿Qué decís? Sos muy chica, tus viejos me matan.
-Ellos no tienen porqué enterarse, Tomás. Vayámosnos. Juntos. Solos al fin.
Esta vez, sonreí yo. -Está bien. Como vos digas.
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Dania.
Dos meses después.
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-Espero que tengas todo, porque después no podemos volver.- dijo Tomi abrazándome por mi cintura.
-Si, tengo todo.- dejé un beso en su mejilla. -Esperame abajo un ratito.
Él asintió y bajó las escaleras hasta el auto.
Estábamos corriendo un riesgo bastante grande, dentro de veinte minutos podrían llegar mis viejos y encontrarnos haciendo lo que estábamos haciendo, eso crearía un revuelo enorme.
Me senté en mi cama y miré mi habitación. Estaba tan vacia, esos colores vivos por mis cosas ahora no existían. Era solo blanco y más blanco. Como si yo nunca hubiese existido.
Agarré un papel en blanco y una lapicera para comenzar a escribir.
"Papá y mamá: Antes que nada, les pido que no se desesperen. Yo estoy bien. Voy a estar bien. No duden cuanto los amo y cuanto los voy a amar toda mi vida, pero ahora, elijo ser feliz lejos de ustedes que tener que fingir serlo siendo alguien que no soy. Espero que me entiendan. No hagan quilombo, a mi no me secuestraron, ni mucho menos me perdí. El tiempo dirá si yo me atrevo a confesarles lo que pasa.
Los amo. Dania."
Dejé la carta pegada en la puerta de mi habitación y bajé para ir con Tomás al auto. Él estaba ahi, esperándome con una sonrisa. Apenas subi, arrancó. No podíamos perder ni un minuto más.
-¿Estás lista?- preguntó.
Cenfe, nuestro gato que iba con nosotros, ronroneó y me reí.
-Si, estoy lista, Tomás.
