Tomás.
Abrí mis ojos sintiendo un dolor en mi cabeza al instante. Me levanté de la cama y al lado mio dormía Dania. No sabia que hora era, pero si estaba seguro que hoy me encargaría de anotarla en algún colegio bueno y privado donde nadie sepa que está.
—Dania, despertate.— le pedí, removiéndola un poco. —Amor... Reina de mi vida y corazón...
—¿Qué...?— preguntó tapándose hasta arriba con la sábana.
—Tenés que levantarte, vamos a hacer cosas ahora.
—¿Cosas como qué?— preguntó picara.
—Cosas como, anotarte en un colegio.
Bufó. —Anda vos.— hizo un gesto con la mano.
—Me tenés que acompañar, dale.
Me hizo fuck you y me reí.
—Voy.Se levantó de la cama y caminó hasta el baño para higienizarse, cuando abrió la ducha sonreí y me desvestí en el camino. Ella ya estaba dentro de la ducha y no dudé ni un segundo meterme, abrazándola contra mi cuerpo.
—Qué linda sos, mi amor.
—Dios, Tomás. No me dejas sola ni para bañarme.
—No.— dejé un beso en su mejilla y agarré el champú para ponérselo en la cabeza y comenzar a masajear.
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—Por acá, señor.— habló la directora guiándome hasta su oficina.
Dania reprimió una risa por como me llamó y yo rodé los ojos.
—Bueno, ella es Lola Campos, mi... Hermana.— dije dudoso. —Necesitamos una vacante para cuarto de secundaria.
La directora llamada Paula asintió.
—Si. ¿No tienen el boletín de sus notas de el anterior colegio?— Dania asintió y sacó varios papeles que ya habíamos preparado previamente, se los extendió a Paula y esta los revisó.
—Bueno, entonces dentro de una semana estarias empezando.—Gracias, directora.— dije con una sonrisa.
—No, de nada. Suerte y buen fin de semana.
—Igualmente.— respondimos al unísono.
Salimos de la escuela que era bastante grande, con varios chicos de obviamente nacionalidad brasileña.
—No sé como voy a hacer para adaptarme para hacer amigos y eso.— dijo Dania un poco preocupada.
—No necesitas amigos.— respondí, ella me empujó un poco. —Y si, yo puedo ser tu amigo, tu novio, tu esposo: Todo.
—Obvio que los necesito, que vos seas un tóxico es otra cosa.— rodé los ojos y la abracé por los hombros.
—Te amo, reina.— dejé un beso en su sien y subimos al auto.
Manejé hasta la playa para poder pasar tiempo juntos sin tener que estar encerrados todo el día como lo estábamos. A penas bajamos, Dania salió corriendo hacia el océano.
Yo corrí a su lado y la alcé haciéndola reír, sus ojos celestes que me reflejaban día a día era todo lo que yo tenia y todo lo que me hacia seguir día a día. Junté nuestros labios y después chupé su cara haciéndola que haga un gesto de asco como de costumbre.
—Ya tenias que cagar nuestro momento tierno.— murmuró enojada y secándose mi baba de su cara.
Me reí. —Cualquier momento es tierno a tu lado, mi amor.
Entrelacé nuestras manos y una pequeña ola hizo que nuestra ropa se moje un poco, puteé al aire y ella soltó una risa. —Te amo.
Estos días eran tan buenos a su lado que tenia miedo que podía pasar a través del tiempo.