9.

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Dania.

Abrí mis ojos encontrándome a mi lado a Tomás, seguíamos aún desnudos pero cubiertos con sus sábanas blancas. Él seguía dormido abrazado a mi cintura, yo sonreí al verlo tan tierno con sus ojos cerrados y un leve puchero.

No sabia que hora era, ni tampoco me importaba demasiado. Me levanté de la cama y caminé hacia la cocina.

Cuando terminé de preparar todo para desayunar los dos juntos, fui de nuevo hacia la habitación para buscarlo.

—Tomi...— dije cuando estuve a su lado, lo miraba con admiración mientras corria los mechones de pelo que caían por su rostro delicado. —Tenés que despertarte...

—Mmh...— gruñó tapándose la cara con la almohada. —No quiero...— susurró.

—Si, dale. Aparte, desaparecí todo un día de mi casa, cuando llegue; Me van a matar.

Suspiró y salió de su escondite para mirarme. —¿Porqué te noto tan feliz?

Bajé la mirada. —Para mi fue especial ayer... No sé. Me siento bien.

—Ay, mi amor.— acarició mi mejilla.
—Te amo, hermosa mía.— me agarró del brazo para tirarme en la cama con él, donde comenzó a hacerme cosquillas causando que me ría a carcajadas.

—¡Basta!

Paró de hacerlo y quedé sentada sobre él. —Princesa, vos sos mía. Por siempre mía.

Sonreí. —Siempre tuya, Tomás.

_______________

—¡Dania!— exclamó mi papá al verme entrar por la puerta junto a Tomi.
—¿¡Dónde mierda estabas metida!?

—Tranquilo, H.— dijo el peliverde.
—Estaba conmigo, me dijo que se sentía mal sentimentalmente y bueno, le saqué el estrés con mis consejos junto con helado y películas tristes.— mintió.

Mi papá me abrazó, ni siquiera me había tomado la molestia de mandarle un mensaje ni a él, ni a mi mamá.

—Perdón, viejo— hablé apenada.
—La próxima vez te voy a avisar.

—Eso espero.— emitió mi vieja apenas entraba en la cocina. —Estuvimos preocupados, muy preocupados...

—Bueno, che. Tampoco para tanto. Si se habrán fugado ustedes de sus casas.— bromeó Tomás.

Mi papá continuó cocinando y ayudé a mi mamá a poner la mesa en el comedor. —¿Cómo estás?— me preguntó de la nada.

—Bien, ¿Porqué?

Se encogió de hombros. —Te pregunto. Te noto distinta ¿Qué hicieron?

—Nada...— suspiré mirándolo.
—Ya sabes, Tomás en un alma tan buena que me sacó cualquier dolor del alma.

Ojalá pudiera contarle a mi mamá todas las cosas que me pasaban. Quizás podía, cambiándole la identidad a Tomás, mintiendo; Como siempre. Pero ese no era mi plan. Él me prometió tantas veces que seriamos uno, que nos uniríamos en matrimonio, nos iríamos a vivir juntos, tener hijos, un perro... Miles de cosas que jamás sucedieron y jamás van a pasar.

Nos sentamos a comer mientras que él y mi viejo hablaban de planes para los conciertos, algo que ya tenia incluido en mi vida diaria ya que había prácticamente crecido en un estudio de grabación

—Nos vamos a Puerto Rico.— habló Cerreo. —Con Julieta.— le dió un bocado a su comida. —Ella espera que la haga mi esposa, capaz suceda.— comenzó a reírse.

—Después de tantos años, hermano. ¡Al fin!

Sentí mi corazón oprimirse y vi todo nublado a causa de mis lágrimas, escuchaba sus voces lejanas, pero no lograba oírlos bien.

Era ilógico. La noche anterior estaba haciéndome el amor, yo le entregué todo, juró amarme hasta el final y ahora... ¿Iba a casarse? Ilusa. Así me sentía. Una ilusa por haberle creído cualquiera de sus versos. Nunca tendría que haberle dejado hacer nada conmigo.

Subí las escaleras llamando la atención de los presentes y me encerré en mi cuarto sintiendo los llamados de mis padres, los cuales ignoré y cerré la puerta con llave.

¿Porqué me había enamorado de Tomás? ¿Porqué?

No podía contarle mi dolor a nadie, porque nadie me entendería.

—¡Dania! ¿¡Qué te pasa!?— gritó Lucas golpeando mi puerta. —¡Hija!

No contesté, pero siguió golpeando hasta que al parecer se cansó.

—Princesa, soy yo.— escuché su voz.
—Abrime, dale, vamos a hablar.

—¿¡Hablar de qué!? ¿¡De como me mentís, de eso!?

—No, amor. Yo no te mentí. Por favor, abrime...

—No, Tomás. Quiero estar sola.

—Cuando salgas, dejarme explicarte. Dejame hablar con vos.

Escuché sus pasos alejarse y cada vez me rompía más. Mi primera decepción amorosa me las hizo todas él. Y yo lo permitía. Yo permitía que me rompa.

¿Qué me había hecho Tomás para tenerme así?

nuestro secreto | c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora