Dania.
—Ya llegamos.— avisó Tomás haciéndome abrir los ojos ya que me había dormido, él tenia unas ojeras tremendas ya que el cabeza dura no quiso parar a descansar y manejó casi dos días seguidos.
Yo sonreí al ver por la ventana el paisaje, había mucha gente en las calles y una playa enorme.
—Es hermoso.
—Nuestro hogar, Dania. Ahora vamos a poder estar juntos sin que nadie nos diga nada.
Sonreí ampliamente. Era extraordinario estar viviendo esto. Cuando llegamos a nuestra casa, que no era tan grande, comencé a visitar cada rincón.
—¿Y ahora que podemos hacer?— pregunté emocionada, ya que había demasiados planes que tenia en mi mente.
Suspiró y negó. —Ahora van a venir unas chicas.
Me ahogué con mi propia saliva y tosí.
—¿Qué chicas?—Unas, para un videoclip que quiero grabar. También los productores. Se van a preparar acá y después nos vamos a la playa a grabar.
Asentí desinteresada. —Está bien, de todas formas, estaba cansada.— me excusé.
Me di vuelta para ir a nuestra habitación pero me agarró del brazo. —¿Ya te enojaste?
—No. Para nada ¿Me ves enojada? No estoy enojada. Claro que no.
—Si y yo te creo.— me abrazó por detrás y mordió el lóbulo de mi oreja con fuerza, causándone dolor, así que le pegué un leve cachetazo. —Dale, reina. No te enojes. Las modelos tienen que estar en mi vídeo si o si, porque si no, no funciona.
—No entiendo que necesidad tenés de llamar a chicas mil veces más buenas que yo, sabiendo que al lado de mi, hasta una tabla de planchar tiene más cur...— no me dejó hablar que me interrumpió con un beso.
—Basta. Deja de tirarte abajo. Vos sos hermosa y yo te quiero así, así me encantas.
Lo abracé por los hombros y suspiré.
—Te amo. Te amo mucho.—Yo también te amo, mi hermosa.— chupó mi mejilla e hice una mueca de asco. —¿Qué te haces la asquerosa? Si te encanta que te chupe, y más ahí abajo.
—¡Ordinario!— grité haciéndolo reir.
—Te encanto así, reina.
—Si, papi.— dejé varios besos repartidos en su rostro.
—No me digas así que te cojo y tengo que trabajar ahora.
—Perdón, perdón...— suspiré alejándome para agarrar un bolso y llevarlo a la habitación.
Comencé a sacar la ropa de Tomás y la doblaba dentro de el placard, ya que si no lo hacia, él tampoco. Su ropa tenia una fragancia diferente a otros, ya que era mucho más embriagante.
Dejé su ropa perfectamente acomodada dentro de el armario y escuché unas risas fuera de la habitación.
Caminé a paso lento intentando no hacer ruido y me asomé, ahí estaba él riendo junto a un grupo de chicos y chicas. No quería parecer una insegura celosa, así que hice mi mejor sonrisa y fui con ellos.
—Hola.— los saludé con total seguridad, la sonrisa de una rubia se desvaneció al verme.
—No la presentaste a ella.— habló la misma chica.
Tomás asintió. —Ella es Dania, mi novia.
—Ah.— volvió a emitir ella. Toma perra.
—Es bastante chiquita. Pensé que te gustaban las grandotas.¿Me estaba diciendo plana?
Al menos no soy rubia teñida.
—No hables así de ella, Romina.
La tal Romina rió. —Tampoco te me enojes, Tom.
—Bueno basta, chicos.— pidió un pibe.
—Yo me voy a dormir mejor.— dije, dejando un beso en los labios de Tomás.
—Chau, amor.Me fui a mi habitación tratando de parecer triunfante y me acosté en mi cama soltando un quejido. Si así sería todos los días, compitiendo contra chicas mejores que yo, seria agobiante.