Tomás.
—¿Seguís con el mismo juego pelotudo de siempre?— preguntó Alejo, notablemente enojado. —No puede ser que no hayas madurado ni un poco, porque te entendía si me decías cuando tenias diecisiete años, pero ahora ya no, Tomás. Tenés que parar. Tenés mujer, sos hombre, no dudo mucho que dentro de poco formes una familia.— me empujó. —¿Qué te pasa? Hache es tu hermano, loco ¡Sos un enfermo!
—Calmate.— hablé. —Basta. Vos no entendes...
—No, la verdad no te entiendo. Arriesgas todo, porque no solo tu familia y tu relación con Julieta, si no que arriesgas tu carrera. ¿Qué pensarían si se enteran que C.R.O se garcha a una criatura de quince años? Te linchan, boludo.
—No es una criatura.
—¡Tiene quince años, lo es!
Negué. —Vos ni la conoces, es mucho más madura de lo que pensas.
Suspiró. —La verdad ya no sé. Esto tendría que habérselo dicho a H y Sol desde el primer día que los vi...— dijo mientras negaba. —Realmente creí que cuando me prometiste que ibas a dejar de hacerlo era verdad. No sé que más decirte para que dejes de boludear. Date cuenta, ya sos un hombre.
—Es mi vida, Alejo. No la tuya. Deberías dejar de meterte un poco en lo que hago y dejo de hacer.
Se rió sarcástico. —¿Qué pensas, que yo me enojo así por vos?— preguntó burlón.
—No, estás totalmente confundido. Me enoja que no pienses en los demás. Que no pienses en TU novia y tampoco en TU hermano de la vida, quien confió su hija en vos y vos actúas como un total... Enfermo.—¡No estoy enfermo, estoy enamorado!
—Es un morbo lo que tenés, cuando ella crezca, va a dejar de gustarte ¿O no?
Esta vez, yo me reí irónico. —No es un morbo, Alejo ¿Qué decis?
—Pensá lo que quieras.— salió de la cocina y yo fui al patio donde todos estaban sentados.
Un punto a nuestro favor era que Alejo nos había encontrado así y no otra persona. Dania estaba en la pileta y se veía tan linda riendo. Julieta estaba recostada fuera de la piscina pero cerca de ella, Sol estaba sosteniendo en sus brazos a Alexis el hijo de Ivo y Melody.
—¿Todo bien?— preguntó H quitándose los anteojos, solamente asentí.
—¿Y Alejo?—Se fue, supongo.
—¿Qué pasa entre ustedes? Ya casi ni se registran.
—Nah, no sé. Tampoco me importa mucho.
Me senté en una reposera y me puse los anteojos decidido a dormir una siesta.
_______________________
—Tomás...— escuché la voz de Dania.
—Despertate, tonto...—Mmmh, no...— suspiré y apenas me removí levemente, sentí todo mi cuerpo arderme.
Abrí mis ojos e inspeccioné mi cuerpo. Estaba rojo, me había quemado con el sol.
—Ahora el apodo Tomate te va a quedar perfecto... Dios mio ¿Quién te manda a dormir en el sol?
Me reí, pero los cachetes me ardían también así que me quejé. —Dios, no. Mañana tengo que ir a sacarme unas fotos, aparte quiere abrazarte y si me tocas me va a arder todo.— hice un puchero.
Ella sonrió. —Vamos, te voy a poner Aloe Vera así se te pasa un poco.
—Como usted diga.
Fuimos adentro donde Hache y Sol estaban viendo la televisión. —Pa, vamos a ir arriba a ponerle algo a este ser que está todo rojo.
Él solamente asintió y subimos las escaleras, yo la esperé acostado y ella minutos después apareció con una pomada en sus manos. Se sentó sobre mi y comenzó a pasar el gel sobre mi pecho, de una manera tan concentrada que me daban ganas de matarla a besos.
—Despacito...— pedí con la voz ronca.
—Está bien.— continuó haciéndolo, sus manos eran tan suaves y yo estaba tan hipnotizado por su rostro delicado y como mordía su labio con suavidad por la concentración que mantenía.
—¿Qué pasa?— preguntó mientras sus mejillas se sonrojaban.—Nada... Es que sos hermosa, reina.— alejé sus manos de mi pecho para darle un beso en los labios mientras sentía como todo me ardía pero me la aguantaba.
__________________________
—Amor...— habló Juli sacándome de mis pensamientos.
—¿Qué pasa?
—Podemos salir a bailar ¿No?— preguntó con su vocecita de inocente.
—Si. Salgamos.— respondí sin muchas ganas.
—¿Te pasa algo?— preguntó subiéndose a mis piernas, hundiendo su cabeza en mi cuello, ya sabia a donde queria llegar, pero yo no
—No, amor. No quiero hoy...— la alejé un poco de mi.
—Ya estoy cansada.— suspiró.
—Ya estoy cansada de que finjas, de que finjamos los dos.—¿Fingir qué?
—Esto. Nuestra relación. Sabes que ya no es lo mismo.— dijo con la cabeza gacha. —Qué no es lo mismo desde que ella regresó. No es lo mismo desde que Dania está acá.
