Tomás.
—¿Tenés todo?— le pregunté a Julieta quien guardaba sus cosas dentro del auto, asintió. —¿Segura? Después no quiero reclamos.
—Si, amor. Aparte nos vamos quince días, y si nos falta algo; Lo compramos allá.— me abrazó de el cuello para darme un beso.
Sentí un carraspeo de garganta proveniente de Dania. —Mi mamá les manda esto.— dijo, entregándome un tupper. —Ya salen. Buen viaje.— agregó con notable seriedad, hasta parecía un robot recitando un discurso.
—Gracias, Dan. Te vamos a extrañar.— respondió Juli con una sonrisa.
—Si...— susurré yo.
Sabia que estaba así por mi culpa y que no me quería ni ver en figurita. Aunque no me había dejado explicarle nada, si dije lo que dije es porque quería que Sol y Lucas no sospechen nada, que sigan pensando que mi relación con Julieta venia de lo mejor cuando en realidad no era tan así. A la primera oportunidad, la dejaría. No dudaba el amor que le guardaba; Pero mi corazón le pertenecía a Dania.
—Herma, buen viaje.— habló Lucas cuando salió de su casa. —Disfruten mucho, cojan con forro que todavía no quiero sobrinos, están jóvenes y si se drogan, con cuidado que sea, por favor.
Me reí. —Te lo prometemos.
Sol abrazó a Juli y yo a H, así en viceversa también.
Cuando nos subimos al auto, ellos ingresaron a su casa. Me dolía en el alma no poder despedirme como se debe con ella. Darle un beso, un abrazo fuerte y decirle cuanto la amaba. Pero la cagué y tenia que atenerme a las consecuencias.
—Estoy feliz por esto, mi rey.— habló la morocha entrelazando nuestras manos.
—Si, yo también...— contesté.
Me venia un muy largo viaje por delante.
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Dania.
—Tenés que hacer algo de tu vida, no estar hechada en tu cama todo el día. ¿Porque no te juntas con tus primos?— me preguntó mi mamá abriendo las ventanas de mi habitación. —O tus amigos, no sé ¡Hacé algo! No quiero criar una vaga que no hace nada.
Suspiré. —Basta, mamá. Dejame sola afrontar mis demonios internos.
Rodó los ojos. —Tu demonio interno en realidad es un capricho, nena. Vos querés a tu tío para vos sola porque sos la única a la que le cumple los deseos, ¿Pero sabes que, hija? Tomás ya no tiene dieciocho años y vos tampoco tenés diez. Acepta que ahora está en su etapa adulta donde empieza a decidir que va pasar en su vida de ahora en adelante. Y vos tenés que aceptar que ya sos grande, que no sos una criatura que no entiende la situación.
Solté un bufido. —No me pides que cambie si toda mi vida me criaron así.
—Yo no te crié para que te comportes como una tarada, porque te digo, quedas como una.
—Mambo mío.
—No me respondas así, Dania.— habló firme. —Salis de la cama ahora mismo si no querés que te anote en cualquier clase extra y que vivas tu vida sentada haciendo tarea, porque no me cuesta nada hacerlo, eh.
Golpeé el colchón y ella se fue. Pasé una mano por mi cara, me encontraba extremadamente estresada.
Mi mamá solo pensaba que yo me comportaba como una nena celosa que quería a su tío para ella sola, y aunque en parte era así, sucedían otras cosas como que: Yo estaba enamorada de Tomás.
Me vestí con un conjunto deportivo y bajé encontrándome a mis viejos mirando la televisión en el living.
—Me voy— avisé antes de salir.
—¡A las nueve volve, como máximo!
Rodé los ojos y salí de mi casa, si volvía más tarde nunca hacían nada porque para ellos era como un accesorio sin sentimientos ni nada. Tenia que ser perfecta cuándo mi vida se estaba yendo al carajo.
Mi celular vibró y lo saqué de mi bolsillo, era un mensaje directo de Instagram.
@crocraxker: princesa
vas a seguir así?
por favor, contestameSuspiré y guardé mi celular dentro de mi bolsillo nuevamente. Coloqué los auriculares en mis orejas y le puse play, no necesitaba más que eso para estar en paz.
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Mi respiración era agitada ya que había estado corriendo toda la tarde. Abrí la puerta delantera de mi casa extrañada porque mi mamá no me estaba esperando, las luces por fuera parecían apagadas pero adentro estaba solamente prendida la del living.
—¿Ma?— pregunté mientras dejaba mis pertenencias sobre la mesa. Los encontré charlando sentados en las sillas del comedor, con una seriedad en sus caras que me asustaba bastante.
—Hola, llegué.—Nos dimos cuenta, Dania.— contestó mi papá.
—¿Todo bien...?
Sol suspiró. —En realidad, no. Sentate.
Asentí confundida y a la vez aterrada, miles de cosas de las que se podían enterar pasaron por mi mente.
—Ya sabemos todo, Dania.— dijo mi viejo. —Queremos que dejes de mentir por que ya lo sabemos.
¿Qué haría ahora?
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lean el one shot que subí d cenfe y hablenme si quieren q haga alguno de algún artista del ambiente, besoss