Un fundador.
Eso es lo que soy, una condición que juega a mi favor y también en contra, especialmente por mis habilidades no usuales. La mayoría de los fundadores son capaces de controlar su sed o pasar largas temporadas sin alimentarse, incluso tras castigar su cuerpo pueden reponerse con rapidez si se alimentan por periodos prolongados. Sin embargo, esto no funciona del mismo modo para mí y es justamente esa la razón por la cual he requerido la presencia de Gema.
Al nacer como hibrido, no requerí alimentarme de sangre, pero al ser convertido en subalterno y matarme de sed durante los primeros meses, mi cuerpo se volvió vulnerable. Esto solo se comprobó después de utilizar mi habilidad, que me debilita y hace necesitar demasiado la sangre. No fue algo que me causara inconvenientes, al menos no hasta hace poco. La sangre sintética funcionó por bastante tiempo, no obstante, ahora necesito la vena.
¿Por qué entonces renuncie a tomar directo de la vena?
Las primeras ocasiones tras ser convertido, fueron experiencias altamente desagradables. No era más que un ser lleno de desesperación y falto de control. Además, de que Darius se encargaba de propiciar las situaciones, disfrutando de mi repudio y odio.
El temor que vi en los ojos y percibí en la voz de Gema trajo viejas memorias que me han mantenido alejado de ella por toda una semana. Aunque eso no me ha detenido para colarme a su habitación y verla dormir.
Por fortuna ella no ha despertado y notado mi presencia.
Nos hemos encontramos algunas veces durante la cena también, pero no intercambiamos palabras. Ella se mantiene estoica, esforzándose por no demostrar sus inquietudes, me recuerda a un pequeño conejo tratando de medir y engañar a su cazador. Aunque esto no se aleja demasiado al rol que desempeñamos ambos.
―¿Algo más que tengas que reportar? ―pregunto a Irina, quien se ha encargado de mantenerme al tanto de Gema.
No solo me importa su bienestar, también me interesa saber si se está adaptando. No quiero poner una fecha a su estancia.
―Todo ha estado en orden, se ha alimentado bien y tomado sus suplementos como indico el médico. Lo que no sé si debería decir...
―Adelante.
―Creo que está un poco impaciente, especialmente porque no lo ha visto mucho y tampoco parece acostumbrada a no tener actividades asignadas.
Lo considero un instante. Sé que ella trabajaba para ayudar a su familia y que este es un cambio brusco a su rutina, pero no está aquí para hacer alguna labor.
―Si hay algo de su interés, que no implique dejar la residencia, puedes proporcionarlo. ―Irina hace una mueca extraña―. Dilo.
―Las personas no suelen estar acostumbradas a estar confinadas. El no ver a otras personas y tampoco tener un poco de aire fresco, puede ser difícil.
―Lo sé, sin embargo, los rumores de su existencia se han extendido y no deseo se repita el episodio con Haros.
―Oh, entiendo. No se preocupe, ya pensare en algo. Quizás podría enseñarle a cocinar. Obviamente solo sería espectadora.
―Gracias, Irina.
―Un placer, señor Armen.
Sin duda la presencia de Irina ha sido un acierto. Es de los pocos vampiros que conozco que no tiene prejuicios y que actúa tan similar a un humano.
Además, a ella no le importaría ir en contra de Anisa u otro para protegerla.
Mientras me dispongo a salir de la residencia, un poco antes de la hora de costumbre, reflexiono sobre la inquietud que mencionó mostraba Gema.
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ARMEN (Saga la donante #5)
VampireEl otro lado de la historia la donante, narrada por Armen Regan, un vampiro que está cansado de su existencia y que sin embargo, se encontrada en una encrucijada, entre proteger a una simple humana o salvar a los suyos.