Capítulo 21

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Nota. El capítulo es cortito, lo aviso antes de que lo digan. Disfruten la lectura, porque se viene un poco de drama. 


*****

Permanezco inmóvil, vigilando la expresión pacifica que ha adquirido su rostro. Su respiración ahora es tranquila, al igual que el ritmo de su corazón que poco a poco se ha vuelto pausado y constante, lo que me indica que se encuentra inmersa en un sueño natural. He entrado en pánico por un instante, incluso considere llamar al médico, pero solo la dejaría expuesta.

No obstante, no puedo dejarla de este modo. He cubierto su cuerpo con la sabana, pero mi esencia aun se encuentra sobre ella. Ni siquiera he pensado en ello. Ella me hace actuar de maneras que nunca creí posible.

Salgo de la cama, ignorando mi desnudes, entro en el baño y tomando un par de toallas, humedezco una de ellas con un poco de agua tibia.

Regreso hasta el borde de la cama, aparto la manta y despacio y con extremo cuidado comienzo a limpiar todo su cuerpo. En este instante no hay nada sexual en mi toque, toda mi atención se centra en cuidarla y hacerla sentir cómoda.

Prometí que cuidaría de ella, pero ni siquiera pude leer su inexperiencia. No tengo idea cuál será su reacción, temo un poco por ello. Tal vez quiera que no vuelva a tocarla o peor, puede considerar marcharse.

Mi mano se detiene, odiando el pensamiento, pero consciente que no podría evitarlo.

Ni siquiera debería anticiparme, no puedo estar seguro hasta que despierte y esperar es lo mejor que puedo hacer.

Terminando de limpiarla, retiro las mantas, para proceder a colocarle una nueva prenda y la ubico debajo de sabanas limpias, asegurándome de que se encuentre cálida. Sin embargo, aun puedo percibir mi aroma sobre ella, es como si la hubiera marcado.

Ella no ha despertado a pesar de que he tenido que moverla un par veces, solo ha murmurado y suspirado entre sueños. La veo frotar su mejilla sobre la almohada y quedarse quieta. Lo que me recuerda que he olvidado sustituirla, pero es tarde para cambiarla.

Luce tan pacifica, que no quiero interrumpir su sueño.

Recojo su ropa y sabanas descartadas, las dejo en el cesto de la ropa sucia; en tanto que me vuelvo a colocar las mías.

Debería marcharme, pero no quiero hacerlo, no quiero dejarla sola, no aún. Finalmente opto por permanecer a su lado hasta que el amanecer.

Doy indicaciones a Anisa e Irina para no molestarla, mientras me tomo un momento para ir a mi habitación, ducharme y cambiar mi ropa, volviendo justo antes de que sus parpados comiencen a moverse.

Hay un cambio en su respiración, así que me acerco al borde la cama, justo a un lado de la cabecera. Ella cambia de posición, girando hacia mi dirección, lo que me permite ver la pequeña sonrisa que tira de sus labios. Los mismos que caté anoche y que me obligo a dejar de observar. Aparto los pensamientos personales, concentrándome en lo que tiene prioridad.

―¿Gema? ―Mi voz parece hacerla recobrar la consciencia, pero de un modo brusco que me hace esperar lo peor.

La he lastimado, aunque no haya sangrado y ella simplemente haya caído en un profundo sueño, es compresible que ahora se sienta arrepentida.

Ella se mueve apresuradamente, pegándose al respaldo de la cama, cubriéndose con la manta. Veo como sus dedos pierden el color, por la fuerza que su agarre imprime sobre la tela. Debe estar recordando lo ocurrido anoche, me alivia haberla vestido.

―¿Estás bien? ―Mantengo la distancia, esperando que eso ayude un poco.

"Señor, el señor Haros pregunta por usted", me hace saber Anisa, recordándome que no debería estar aun aquí. Sin embargo, no deseaba marcharme sin comprobar que estaba bien.

"Dame un momento", contesto, acomodándome en el bode de la cama, atento a cada una de las expresiones que cruzan su rostro.

Ella parece menos alarmada, pero continua sin pronunciar palabra.

―¿Por qué no me lo dijiste?

Fui brusco, me encontraba inmerso en sus respuestas y en las propias, como para notarlo y cuando lo hice era tarde. Si hubiera sabido habría sido más suave y no simplemente arrojarme sobre ella, como si muriera por ello.

―¿Qué cosa? ―pregunta, una ligera arruga entre sus cejas.

¿Realmente no sabe a que me refiero?

Intento no perder la calma, el problema es que en este momento no dispongo del tiempo suficiente y realmente me gustaría que habláramos. Tiene que sentir alguna incomodidad.

―Que nunca habías estado con alguien.

Ella me dedica una mirada avergonzada que rápido se convierte en un gesto de malestar.

―No creo que debiera ir contando mi intimidad.

Aunque ahora que lo pienso, tal vez no desee hablar sobre eso. Ella tiene razón, pero he estado tan preocupado, desde luego que no era obligación mencionarlo y no especialmente cuando yo asegure que no pasaría.

Esto es muy confuso y difícil, nunca he tenido una relación, no más allá de un momento o una amistad. Y más que todo eso, los instintos que despierta me resultan difíciles de comprender.

Ella hace que tema por cada palabra que pronuncio. Alguna de ellas podría condenarme a perderla. Y no deseo que se marche.

―Pude lastimarte.

―Estoy bien ―dice tras una pausa―. De verdad ―insiste cuando no cedo. Puede que resulte molesto, pero me importa demasiado. Admitirlo hace que resulte más sencillo entender porque estaba tan asustado anoche―. Yo no creí que tuviera que decirlo.

―Gema ―murmuro arrepentido por mi arrebato y aun afectado por mi descubrimiento. Toco su brazo, porque soy incapaz de mantenerme alejado y como una manera de confortarla―. ¿Estás segura de que te sientes bien?

Ella suspira, mirándome insegura.

―Si. ―Su mano va a mi mejilla, sorprendiéndome.

No esperaba que quisiera volver a tenerme cerca, pero este pequeño toque alimenta el hambre que siento por ella.

Verdaderamente temí que odiara lo que hicimos anoche.

"¿Cuánto mas tengo que esperar? Dijiste que hoy visitarías las instalaciones de la guardia. No puedo esperar todo el día". La voz de Haros es molesta, pero tiene razón, fui yo quien le pedí viniera.

―Tengo que irme ―digo odiando tener que dejarla y peor, rompiendo el toque de su mano, sin embargo, no puede evitarse―. Pero hablaremos más tarde ―prometo. Su boca forma una línea tensa, visiblemente no conforme―. ¿Gema?

―Entendido.

Salgo de su habitación, dirigiéndome a la entrada. Haros me dedica una expresión impaciente, abriendo la puerta para que salga, un par guardias esperan por nosotros.

"¿Cuál es el problema?", pregunta apenas cruzamos la entrada.

"Ninguno".

"No tienes que decirlo, puedo darme cuenta". Lo miro de reojo, intrigado por sus palabras. "No te preocupes, lo sé, porque te conozco. Así que juega todo lo quieras, pero solo eso".

No contesto, porque esto nunca fue un juego y ya no puede serlo.    

ARMEN (Saga la donante #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora