Capítulo 24

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Impuros.

Aunque somos el mismo tipo de criatura, si tuviera que referirme particularmente a ellos, diría que son el peor tipo parásitos que existe. A diferencia del resto de vampiros, su único propósito es alimentarse, no parecen tener razonamiento y tampoco límites. Tras las primeras creaciones, fue notorio que no podrían coexistir con los humanos, por lo que ocurrieron los primeros confrontamientos intentando eliminarlos, sin embargo, siempre existe alguien que no está dispuesto a seguir las reglas y eso los hizo ir en aumento. De modo que ellos empezaron a evitarnos, mantenerse alejados de nosotros es el único instinto que mantenían, conscientes de que podemos destruirlos. No obstante, después de la tercera guerra y con las muertes de tantos humanos, su atrevimiento fue en aumento, pero siempre manteniendo la distancia con los fundadores. Algo que no aplica en este caso.

Han atacado nuevamente el muro.

―¿Intentaron ingresar? ―pregunto mirándolo, aunque mentalmente sigo los pensamientos de Anisa, dando rápidamente con su ubicación.

―No, señor. Ellos únicamente alcanzaron el muro ―informa Irvin, su semblante imperturbable, pero puedo sentir su inquietud.

―¿Daños?

―Ninguno. Ellos solo se dejaron ver y retrocedieron tan rápido como llegaron.

―Imposible. ―Aun con mi negativa, sé que él no miente. En estos momentos Anisa ha confirmado el rastro que han dejado.

―Tampoco se reportaron humanos heridos.

―Es justo por lo que no me gusta nada esto. ―Haros cierra la puerta, ha ingresado justo a tiempo para escuchar nuestra conversación y no parece nada contento―. Esas cosas no van solo de paseo.

―Hayes se esta encargando de hacer una revisión en este momento, para confirmar que no haya heridos o perdidas.

―Quiero saber quienes estaban a cargo de la vigilancia. ―Uriel no oculta su malestar, incluso hace brotar una pequeña flama de las puntas de sus dedos. La visión nunca deja de sorprenderme―. Es imposible que nadie haya podido frenarlos o mínimamente, notado su presencia con anticipación. Encárgate personalmente, Irvin.

―Entendido. ―Él se despide y sale dejándonos solos.

Hay muchas cosas en mi mente, las principales de ellas deberían estar enfocadas en todos los extraños eventos que han comenzado a ser frecuentes, pero más allá de eso, no me gusta que de nuevo Irina y Anisa hayan tenido que salir y dejar sola a Gema. Sin embargo, puedo entenderlo. Ambas son expertas en seguir rastros.

Haros hace un sonido de disgusto, moviéndose por la estancia. Sé lo que hay en su mente, aun sin que lo exprese. Resulta extraño que no solo haya ocurrido la instrucción de un humano, ahora también impuros.

―Odio suponer cosas, pero esto tiene que ser obra de Abdón. ―Agita su mano, formando un puño que eleva―. Todo es demasiada coincidencia, no solo plantaron ideas en esos inútiles, también parecen buscar la forma de alterar a la ciudad. Cosa que no necesitamos en este momento.

―No, no necesitamos la inquietud de las personas, pero tampoco podemos fingir que no ocurre nada.

―Lo sé y no tienes que decirlo, me encargare de esto. Aun así, ¿impuros en el muro? Casi es como si alguien los hubiera traído hasta aquí solo para molestarnos.

―Nadie es capaz de controlar a los impuros ―le recuerdo, aliviado de saber que Anisa e Irina se dirigen de regreso a la residencia.

―Nadie que nosotros conozcamos ―corrige con una sonrisa burlona―. Hay demasiado que desconocemos sobre nuestra especie. ¿Por qué solo algunos de nosotros obtienen habilidades al cambiar? Pero más que eso, ¿quién podría asegurar que no existe alguien así?

ARMEN (Saga la donante #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora