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Para JiMin, YoonGi es alguien amable sin una pizca de maldad, él único que le brindó una mano.
Para YoonGi, JiMin es un simple humano.
Pero... ¿Por qué un simplemente...
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— Mi Señora, cuando piensa ir por el joven? —aquella voz pregunto desde las sombras.
Aquella esbelta mujer de cabellos oscuros como la noche misma, sonrió cínicamente desde la comodidad de su silla y soltó un pequeña respiración.
— Todo a su tiempo, aún no es el día del eclipse ni de la luna azul —respondió ella.
— Pero... No es... No está ese día ya a la vuelta de la esquina —nuevamente hablo aquella voz.
La mujer corrió su silla y luego camino a pasos lentos pero elegante hasta la ventana, viendo hacia el enorme cielo nocturno donde se podía apreciar una brillante luna de cuarto menguante.
— Aún hay tiempo, no te preocupes por ello —dijo la mujer en cambio, viendo solemnemente hacia la luna—. Puedes traerme un poco de té?
— si mi señora, enseguida —el sonido de la puerta se escuchó y rápidamente salió de aquella habitación, dejando sola a aquella mujer.
Levantó su mano y la colocó sobre el cristal de aquella ventana, viendo como las venas ya se marcaban en su piel y esta tenía leves arruegas.
Chasqueo la lengua y oculto rápidamente su mano.
— Si tan solo no me hubieras dejado, las cosas no tendrían que haber sido así —Susurro a la nada en aquella oscura habitación—. Pero tenías que dejarme y huir con aquel emigrante de Rumania, realmente me causaste muchas molestias.
Soltó una carcajada hueca y apretó sus manos en puños.
— Pronto, pronto volverás a ser hermosa tal cual y como fuiste años atrás, sólo espera —se dijo a si misma mientras soltaba pequeñas risas en la soledad de aquella habitación.
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— Buenos días Sara —saludo animadamente JiMin.
Ella le sonrió amablemente. —Buenas días joven JiMin, ¿Ya se encuentra mejor de salud? —pregunto ella dejando de lado un momento su computadora.
