CAPÍTULO 21

127 25 1
                                    

HANSOL

No estaba orgulloso de haberme ido como lo hice, pero había mirado la expresión de felicidad en la cara de Seungkwan mientras mordía su carne y el jugo goteando por su barbilla, y supe que estaba en mi límite. Tenía que alejarme ahora o devastaría al hombre en la manta de picnic con todos mirando. Elegí lo primero.

Esta noche había estado jodiendo conmigo. Había estado en control de mis instintos más básicos durante los últimos siete años y de repente me sentí tan cerca de dejarlo salir que me puse nervioso. Los fuegos me molestaban, el sonido de los tambores me molestaba, y mantenerme alejado de la única cosa que realmente quería casi me hizo enloquecer.

¿Cómo había caído tan fuerte en tan poco tiempo?

Respiré profundamente y me puse de pie al otro lado de la hoguera, desde donde la gente se había acomodado con sus mantas. Solo tenía que pasar esta noche, y mañana volaría de regreso a Las Vegas. Lejos de la tentación y de regreso a una vida de la que estaba completamente a cargo.

Los tambores cambiaron sus ritmos, lejos de algo que había sonado casi opresivo a una melodía más alegre a medida que avanzaba la noche. La gente ya había comenzado a beber. Estaba seguro de ello porque aumentó el número de bailarinas alrededor del fuego. Aquí y allá, dragones tomaron el cielo y dispararon llamas desde sus bocas. Los observé mientras una aguda sensación de anhelo me tiraba de las tripas. Era peor esta noche.

Apartando mis ojos de los dragones, decidí mirar a los bailarines en su lugar. Algunos de ellos realizaban antiguas danzas de apareamiento alrededor de sus parejas. Era un poco tonto, realmente, como si aún viviéramos en el siglo diecinueve, pero verlos arremolinarse uno alrededor del otro me distrajo del endurecimiento de mi pecho.

Pensé que tal vez debería irme a casa, incluso aunque mi madre nunca me dejara escuchar el final de ello.

Luego vi a Seungkwan entre los bailarines, y él no estaba solo.

Algún otro dragón estaba sosteniendo su mano y mirándolo a los ojos.

Ojos que no podía ver desde esta distancia pero que sabía que eran de un azul brillante, porque se habían grabado en mi memoria, porque Seungkwan era mío. La intensidad de ese último pensamiento me sobresaltó incluso cuando se formó en mi mente con una claridad incuestionable. Había empujado el sentimiento, la posesividad, la necesidad de reclamar a un lado toda la semana, pero cuando mis ojos se posaron en ese bastardo que había estado sentado en la mesa de la cena, quien no leía libros tratando de realizar un baile de apareamiento sobre el hombre que mi dragón quería más que nada.

Me quebré.

Podía sentir que sucedía, la forma en que mi sangre se calentaba y mi visión se centraba en el otro dragón, aun así no pude dejar de marchar sobre la multitud de bailarines y alejar al bastardo de Seungkwan, con una fuerza que parecía innecesaria y que sin embargo, estaba completamente justificada desde mi interior.

Empujé al dragón.

– ¡Quita tus manos de él!

– Lo siento, hombre – Mingyu, recordé su nombre ahora, levantó sus manos – Dijo que estaba soltero – Se giró e intentó darle algo a Seungkwan. Le di una palmada en su mano, alejándola.

– Jodidamente no lo toques – Mi voz era baja, casi un gruñido. Estaba tan cerca de respirar fuego, pero Mingyu solo dio unas palmaditas en mi hombro.

– Me lo agradecerás más tarde – Dijo antes de irse.

– No tenías por qué haberlo empujado – Dijo Seungkwan. Sentí varios ojos en mí, pero solo él importaba. Parecía enojado. Una parte de mí entendía por qué, otra parte de mí estaba más allá del razonamiento.

– ¿Sabes lo que estaba tratando de hacer? Eso fue un…

– Un baile de apareamiento. Lo sé. ¡Lo leí! – Y él se sonrojó.

Furiosamente. Era visible incluso a la luz del fuego.

– ¿Querías unirte a él?

– Tal vez solo quería conseguir una pizca de atención después de que no pudieras siquiera sentarte conmigo. Y ahora, de repente, piensas que está bien ir todo hombre de las cavernas con mi compañero de baile. ¿Por qué no puedes solo... solo….

– ¿Sólo qué?

Abrió su boca y la cerró de nuevo, su rostro arrugado por la frustración ya que no parecía encontrar las palabras. Finalmente, levantó las manos en un gesto de derrota y se acercó a mí. Y luego, en un movimiento rápido, se inclinó y me besó.

Todo se detuvo. Mis pensamientos, los latidos de mi corazón, las diferentes emociones que luchaban en mi cabeza, todo. Por un momento, solo sentí sus labios sobre los míos. Y entonces el mundo se puso en movimiento otra vez, y lo acerqué más. Agarré la parte de atrás de su cuello, y él abrió su boca en un suspiro, así que bromeé sus labios con mi lengua antes de zambullirme dentro. Había estado esperando esto por demasiado tiempo como para contenerme ahora. La forma en que se envolvió a mí alrededor en respuesta, no me hizo sentir que quisiera que dejara de hacerlo tampoco. Él estaba completamente abierto para mí. Él quería esto tanto como yo. La rapidez con que ese pensamiento llegó casi me mareó.

No había forma de que pudiera resistir esa tentación.

– ¡Consigan una habitación! – Gritó alguien entre la multitud.

Oh, dios, sí. Buena idea.

Rompí el beso, aunque solo fuera para alejarlo de la multitud.

– ¿A dónde vamos?

Buena pregunta.

– A algún lugar privado.

– Oh.

Respiré profundamente, aplasté el deseo en mi estómago y me volví hacia él.

– ¿Preferirías no hacerlo? – Por mucho que quisiera simplemente tenerlo desnudo y meterme dentro de él, tenía suficientes pensamientos coherentes como para saber que su opinión sobre esto importaba.

– No, yo... yo quiero esto – Su rostro era rojo de nuevo, y recordé que él era virgen. Apreté su mano. Y envié una oración silenciosa a cada dios que conocía por paciencia -exactamente lo que había pedido a la diosa del sol- porque sabiendo que iba a ser el primero no hacía más fácil el suprimir la necesidad que amenazaba con dominarme. Podía sentir el dragón dentro de mí ahora, y quería reclamarlo.

– Genial – Y esa fue toda la conversación para la que era bueno antes de que mis instintos me instaran a seguir y encontrar un lugar lo suficientemente privado para hacer esto, probar su boca otra vez, y todo lo demás que su cuerpo tenía para ofrecer. Tenía que encontrar un lugar adecuado pronto. El bosque que nos rodeaba tenía algunos puntos ocultos que...

No. No podía devorarlo en el suelo del bosque como un animal salvaje, incluso si me sentía como uno. No para su primera vez. Me detuve y me froté la cara.

– ¿Han...? – Seungkwan me lanzó una mirada inquisitiva, claramente preguntándose en qué estaba pensando.

Tú, Fairytales. Solo tú.

– Ven aquí – Lo acerqué más y él se apoyó en mis brazos con facilidad mientras lo besaba nuevamente. Solo ese simple acto fue suficiente para hacer que toda la sangre saliera de mi cerebro y cabeza, hacia las regiones más bajas. Dios, necesitaba tenerlo. Y no en el bosque.

Carajo.

Suavemente, lo aparté, y luego cambié.

EDDSS - VERKWANWhere stories live. Discover now