Capítulo 42 Monstruo

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Claudia Brisac entró en la habitación con decisión, dispuesta a mirar a los ojos a su pasado. Desde niña había sido tímida, debilucha y poca cosa en general y, si se ponía a pensar, no sabía cómo había terminado convirtiéndose en el monstruo que era. Porque lo era, era un monstruo, un auténtico monstruo. Se había ido convirtiendo poco a poco en un ser terrorífico desde que se quedó en aquella silla de ruedas que detestaba. Cada día que había pasado consumiéndose en aquel infierno, albergando ira, odio y resentimiento contra el único hombre que había conseguido tocar su corazón habían ido moldeando su personalidad, transformándola de manera sibilina en lo que era ahora. Había dejado de ver a su madre en los ojos de su tía Beatrice, y también había empezado a odiarla. Le había costado conciliar la posibilidad, remota y lejana, de que odiaba y amaba a Josh Hyde a partes iguales y había decidido que el odio primara sobre el amor por no verlo, por no poder tocarlo, por no tenerlo cerca. Ella no había pensado jamás en convertirse en una asesina. Hasta que supo que había entrado alguien más en el juego. Esa intrusa que se había apoderado de lo que era suyo. Porque ella se había consumido, se había abandonado a la oscuridad, pero él había seguido con su vida, había triunfado, se había convertido en la estrella que siempre quiso ser. Y se había enamorado de otra. Había otra ocupando su lugar. Y eso era imperdonable. Fue entonces cuando el odio se apoderó por completo de ella y la convirtió en un monstruo.

Andrea Martín era todo lo que ella jamás podría ser. Una chica guapa, parecía ser simpática, en todas las fotos que había visto aparecía sonriendo y mirando a Josh como si no hubiese otra persona en el mundo. Se le erizaba el vello del cuerpo solo de pensar que aquella muchacha pudiera tocar el cuerpo del hombre al que ella amaba. Por las noches se despertaba empapada en sudor y lágrimas, imaginando cómo sería la habitación, la cama, las sábanas en las que Josh le hiciera el amor a Andrea.

Y entonces llegó Juan Dorner y con él la oportunidad que había esperado. Volver a ver a Josh, aunque fuese una última vez, tratar de reconquistarlo, de convencerlo de volver a su lado. Aquel viejo estaba enamorado de ella. No tardó mucho en confesárselo y Claudia supo ver la ventaja que aquella obsesión adolescente le estaba brindando. Juan Dorner tenía dinero, una posición respetable y estaba loco por ella. Y Claudia se dejó ayudar por aquel hombre y comenzó a envenenar su mente para conseguir que hiciera justo lo que él quisiera. Le debía unas piernas a Juan Dorner, en efecto. Él había insistido cuando ella no tenía fuerzas en que probara nuevos tratamientos y, al final, había funcionado. Era mucho mejor presentarse ante Josh como era cuando se conocieron, una mujer entera, completa y lista para él. Se desharía de Juan Dorner en el camino, como fuera. Pero las cosas se precipitaron demasiado cuando Josh se presentó por sorpresa en su casa de Pensylvania Plaza y la miró con aquellos ojos verdes. Sus defensas cayeron por completo y se dio cuenta de que, a pesar de los años, a pesar de los daños, lo quería como el primer día. Fue entonces cuando una sombra oscura se apoderó de ella y comenzó a obsesionarse con Andrea Martín. Se descubrió queriéndolo saber todo de ella y comenzó a moverse. En pocos días ya conocía sus horarios, dónde vivían sus padres y quienes eran sus mejores amigos. Insistió en conocerla en persona y, claro, Juan Dorner no pudo decirle que no. Alteró sin problema el orden de entrevistas de Gente Today y la Chica de los Ojos Verdes se encontró frente a la que habría de ser su verdugo. Y Claudia Brisac odió más a Andrea al descubrir que no escondía nada en absoluto, nada más de lo que se podía ver a simple vista. Andrea era una niña, una buena chica, simpática y divertida. Podía entender qué había visto Josh en ella para enamorarse como un imbécil. Brillaba tanto que ni ella misma era capaz de verse. Andrea era una buena persona y Josh Hyde no podía resistirse a eso. Y, para colmo de males, ella también lo amaba con locura.

Por eso tenía que morir. Por eso decidió secuestrarla y acabar con ella para que Josh volviera a quererla. En cuanto Andrea desapareciera, nada podría separarlo de Claudia. Con lo que no contaba era con no poder soportar verlos juntos, comprobar la magnitud a la que podía llegar el amor que el Chico de los Ojos Verdes y Andrea sentían el uno por el otro. Por eso dejó que el monstruo aflorara y disparó contra Josh, contra Andrea y contra el mundo. El monstruo ganó la partida y ella se perdió para siempre.

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