Capítulo 43 Nacer o Morir

53 4 0
                                    

El sudor comenzó a perlar las sienes de Javier. Sabía que cualquier movimiento en falso podría ser fatal. Jimena Pardo era una mujer desequilibrada y potencialmente peligrosa y, en aquel momento, tenía a Julia en sus manos. Lentamente, se separó del cuerpo desplomado de Juan Dorner y puso las manos en alto después de guardar su pistola en el bolsillo trasero de sus pantalones.

- Jimena, suelta esa pistola...

- ¿Sabes? Es curioso, he estado contigo miles de veces, me he entregado a ti como no lo había hecho con ningún hombre antes y creo que es ahora cuando realmente me estás viendo tal cual soy.

Javier no pudo evitar pensar que era cierto. Para él, Jimena no había sido sino una de tantas, otra con la que apagar sus fogosos deseos cuando no quería saber nada de la vida ni quería saber nada del amor. Jamás habría podido llegar a imaginarse que se había convertido en algo tan importante para ella. No hasta el punto de llegar al secuestro y al crimen por llamar su atención.

- Jimena, suelta la pistola. No quieres hacerle daño.

La pelirroja apretó con fuerza su puño alrededor del cabello de Julia y la chica gimió de dolor.

- Sí que quiero. Ella ha tenido algo que yo jamás pude tener. Jamás me has mirado a mí como te vi mirarla a ella... como miras a Andrea.

- Ella no tiene nada que ver ni contigo ni con Andrea. Julia es una buena amiga, una buena persona, no se merece nada de esto.

- Puede -aseguró Jimena con lágrimas en los ojos–. Pero acabaré con ella por haberte tocado. Acabaré con ella por haberse atrevido a besar tus labios. No se me permite acercarme a Andrea, pero puedo desquitarme de lo lindo con esta querida palomita.

- Javier -susurró la chica.

El chico comenzó a acercarse lentamente a las dos. Quizás, si era lo suficientemente rápido, podría arrebatarle la pistola y bloquearla sin necesidad de levantar más alarmas. Se preguntó dónde diablos estaban Dorian y Nacho, que se habían adelantado y comenzado a explorar por la casa, guiados por Mireya. Había sido una mala idea separarse, ahora lo veía claro.

- ¿Qué vas a ganar con todo esto? Dímelo. ¿Una buena cantidad de años en prisión? Tu vida y tu carrera tiradas a la basura y todo, ¿por qué? ¿Por seguir los pasos de una demente como Claudia Brisac? No te pega para nada, Jimena. No has nacido para ser la segunda de nadie. Tú eres mucho mejor.

- ¿En serio lo crees?

- Por supuesto que sí -dijo él, tratando de ganar su confianza en el poco tiempo que sabía que tenía.

- Aún no he terminado.

Javier dio un paso más en su avance y ella se percató de su jugada. Se puso más recta detrás de Julia y apretó el cañón de la pistola contra su sien.

- No des un solo paso más, Javier -advirtió Jimena.

- Déjala ir, Jimena, o te prometo que...

- ¡Ni una sola palabra! Siempre he estado haciendo cosas para destacar, para tratar de que me vieras de verdad. Bueno, pues mírame ahora. Cuando empecé a trabajar en Today para mí fue más que un sueño, Javier. Era joven, acababa de terminar mis estudios, quería escribir y triunfar al precio que fuese.

- Te fue bien en eso -dijo el chico.

- Oh, sí, hasta el momento en el que te vi por primera vez. Jamás pude olvidarme de tus ojos. Me juré a mí misma que tenía que conseguirte al precio que fuese. Jamás me había interesado en los hombres hasta ese momento, pero tú tenías algo especial, algo que me volvía loca. Yo era apenas una niña, sin recursos, sin familia... No tenía nada, pero te quería a ti. Y, de pronto, de la noche a la mañana, me convertí en una estrella. La mejor periodista novel del año. Premios, reconocimientos. Todo lo que siempre quise. Y entonces, por fin, me miraste -dijo ella sin reprimir las lágrimas–. Pero, por más esfuerzo que emplease, conseguir eso no era sencillo. Había un precio que pagar, Javier.

EN TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora