Capítulo 47 Somos Casualidad

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Al principio, le costó abrir los ojos. Los párpados le pesaban y podía sentir que cada parte de su cuerpo, cada fibra de su ser, dolían hasta llegar a sentir algo parecido a la quemazón. En el costado sentía una aguja punzante y algo parecido le laceraba el pecho, a la altura de la clavícula. No podía mover las piernas, pero, poco a poco, comenzó a arrugar la nariz, a contraer y expandir los dedos de los pies, y cuando abrió los ojos, la luz que se colaba por la ventana la obligó a cerrarlos de nuevo.

Estaba en una habitación de hospital. Había máquinas conectadas a ella por vía intravenosa, goteros y varias pantallas que emitían pitidos intermitentes. Andrea trató de incorporarse, pero sentía demasiado dolor. Las piernas tardaron el responderle e incluso el leve gesto de arrugar los dedos de los pies le suponía un mundo. Se sentía como el primer día que hizo crossfit y al poco no podía ni mover las pestañas, pero todo multiplicado por mil millones. No sin esfuerzo, consiguió llevarse una mano al pecho y ahí estaba la venda que cubría la herida de la cual manaba un intenso dolor.

Y cuando volvió a abrir los ojos y se obligó a mantenerlos así, se dio cuenta de que, al lado de su cama, justo a la altura de su mano derecha, había una intensa mata de cabellos cobrizos y rizados tendida junto a ella. La Chica de los Ojos Verdes alzó su mano para acariciar su cabeza y Javier saltó enseguida como si tuviera un resorte. Las ojeras fueron lo primero que llamó la atención de Andrea. El color oscuro, intenso, que se dibujaba bajo las cuencas de sus ojos era algo sorprendente, porque ella no recordaba habérselas visto nunca antes. Tenía cortes y quemaduras en la cara y en el cuello y, además, tenía el brazo en cabestrillo, protegido por una gruesa escayola de color blanco. Y, sin embargo, le sonrió. Y Andrea pensó que no necesitaba nada más. Despertarse y verlo a su lado. Ver cómo abría los ojos y le sonreía. Eso era todo.

- Eh... -dijo él.

- Hola -susurró Andrea.

- ¿Cómo estás? -preguntó Javier, acariciando su rostro magullado.

- He estado mejor, creo -dijo ella–. Seguramente hecha un desastre.

- La verdad es que estás horrible -confirmó Javier.

Andrea sonrió y aquel leve gesto hizo que sintiese punzadas de dolor en el rostro. De pronto comprendió que había vuelto, que estaba otra vez ahí, entre los vivos. Y eso significaba que había muchas cosas que no sabía. Y también que le daba miedo preguntar. Pero, aún así, se obligó a hacerlo. Y nadie mejor que él podría resolver todas sus dudas.

- Los niños... Los niños, Javier, y Alma...

- Tranquila -dijo el chico, serenándola–. Josh y Aitana están bien. Están en casa, con tu hermano. También han venido Jess y Gabriel. Están con ellos, igual que Mario y Bea.

- ¿Y Alma? -preguntó angustiada.

La última vez que había visto a su mejor amiga no había sido, precisamente, en las mejores condiciones. No era capaz de recordar si estaba ella peor que la Chica de los Ojos Negros o al revés, pero el caso era que Claudia Brisac había sido muy meticulosa en su trabajo y había sabido hacerles todo el daño posible. No quería recordar lo que les había hecho. No quería recordar cómo las había hecho sufrir. Definitivamente, no quería.

- Bien, Andrea. Alma está por aquí. La han tenido unos días en observación, pero está bien. Está fuera de peligro y, en cuanto la dejen, vendrá a verte.

Le dio un vuelco el corazón. Estaba bien. Su amiga estaba bien. Lo había conseguido. Había salvado a Alma y al pequeño Josh. Solo por eso, todo había merecido la pena. O quizás no todo.

- ¿Qué pasó, Javier? ¿Cómo acabó todo? Solo recuerdo el fuego y... dolor. Y tus ojos llorando, y que me dormí.

Recordaba más cosas, pero no pensaba hablar de ellas con Javier. Recordaba el mirador, el olor a naturaleza y a mar tan impropio de Madrid. Recordaba a Josh y recordaba la manera tan especial en la que se había sentido estando con él. Recordaba sus manos recorriendo su espalda y la electricidad que desprendían. Recordaba aún el sabor de sus labios y su promesa. Y no pensaba hablar de todo eso con Javier.

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