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En la madrugada del 1 de enero de el año -que sería el más raro de mi vida- 2019 , me encontraba mirando al cielo  intentando una vez mas, olvidar esa mierda, haciendo una lista de absurdas cosas por cumplir como hacer  ejercicio, sí para la figura, pero de pelota... , Como mejorar en los estudios sí sí , y demás cosas que ya ni recuerdo.
Estaba sola—como siempre— afuera de la casa de campo donde vivía, mientras que mi numerosa familia se encontraba en la gran fiesta que había adentro, celebrando un nuevo año.

Podía ver a mamá pasearse de un lado a otro con bebidas y regalándole risas a todos. La señora Livia Stevens, maravillosa como siempre, deslumbrante para su  edad , carismática con sus hermosos ojos cafés, su nariz fina, labios carnosos y una espectacular figura, si la mujer soñada.
Pero con un pasado oscuro, empezando por sus incontables maridos inservibles, hasta la larga lista de trabajos desaprovechados .

Recojo mi cuaderno junto con mi lápiz y me dirijo hacia el interior de la casa, esquivo a mis queridos tíos, primos, tías cariñosas, abuelos y otras personas -que jamás había visto en mi vida pero dicen ser de la familia- hasta llegar a mi habitación, ohhhh mi preciada cueva, el único lugar que es totalmente mio. Donde puedo ser simplemente yo.

Sí sí.
Me adentro ignorando como siempre todo el alboroto que trae consigo la fiesta del año nuevo.

Un jodido nuevo año.

Me recuesto mirando al techo, estas fechas me hacen sentir extraña, como absorta. 
Dirijo mi vista a la ventana para llevarme como última imagen del día de hoy la oscura noche.

Empiezo a caer en el sueño y poco a poco me dejó ir.

~~~•~~~•~~~•~~~•~~~•~~~•~~~•~~~•~~~

<Amelia...>
1...2...3

<Amelia...>
1...2...3.

<Amelia>
<Cuidado Amelia>
<Te quiero Amelia>
<Confía en mi Amelia>
<Confía>
<Confía...>

Me despierto de golpe, sentándome en mi cama, gotas de sudor se deslizan por mi frente y me cuesta un poco respirar.
De nuevo esas molestas pesadillas que  amenazan con acabar con mi paz.

Cuento hasta 10 para intentar calmarme y lo consigo, miro la hora en mi teléfono, 5:17 de la mañana es muy temprano aún, así que me recuesto de nuevo sobre la almohada pero no logro conciliar el sueño. Asi que me levanto y me dirijo hacia la cocina por un vaso de agua. Por el camino me encuentro con mis tíos, primos y tías ahora inconscientes y un desastre en la sala que obviamente no me voy a molestar en limpiar más tarde.
Continúo con mi camino hasta llegar a mi destino, en la cocina se encuentra mi primo, la única persona que me entiende.
Él es Jacob Stevens un chico de 18 años de ojos claros, piel morena, cuerpo tonificado y un carisma excepcional. Entrena casi todos los días en el gimnasio más reconocido por albergar jóvenes promesas para el deporte, como él.

Un chico guapísimo si sí.

Pero homosexual.

Lamentable lo sé.

Qué desperdicio para las féminas.

No sé ha dado cuenta de que estoy justo detrás de él, está muy ocupado buscando hielo en mi refrigerador.

—!!!OYEEEE ALÉJATE  DE MI REFRIGERADOOOOR  LADROOOOON¡¡¡—grito por qué sé que tiene resaca.

—!!AHHH AMELIA—se queja frotándose la frente  - ¡NO GRITES, JODER!— masculla.

—MUAJAAJJAJAJA—Hago mi intento de risa malvada.

—No hagas eso—murmura irritado

—¿Que cosa? Gritar cuando tienes resaca—agrego con una sonrisita.

Que Baile El Tiempo Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora