Seis

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Gulf se bajó de la moto muy molesto y sonrojado y caminó rápidamente hacia la casa, odiaba que su guardaespaldas consiguiese ponerlo tan furioso y hacerlo sentir tan vulnerable a la vez.

—De nada... ha sido un placer — le dijo Mew sarcástico mientras esbozaba una sonrisa.

El recuerdo del cachete que este le había dado en su trasero al subirlo a su hombro, junto con el viaje de regreso a casa en el que él había permanecido agarrado a su ancha y fuerte espalda, mezclado con su viril fragancia, lo había hecho ponerse duro.

Mientras el chico subió a su habitación, el guardaespaldas fue a la suya y se dio una ducha, recordando  lo sucedido, entonces sintió su polla hincharse pues el pequeño rebelde era jodidamente sexy.

A la vez que imágenes de su obstinado protegido habían venido a su mente, haciendo que se pusiese más duro aún, creciendo así su excitación, este acabó haciéndose una paja, hasta  finalmente se había corrido soltando un desgarrador jadeo mientras recuperaba el aliento.

Salió de la ducha y tras secarse se puso de nuevo su traje de guardaespaldas y cogió su maleta empezando a meter su ropa en ella, ya que seguramente su caprichoso cliente no tardaría en decirles a sus padres, así que tenía los minutos contados en aquel trabajo.

Gulf por su parte, luego de encerrarse en su habitación, este se había encerrado en el baño.

—Maldito seas... ohhh joder, como duele joder—dijo mientras intentaba que su erecta polla dejase de apretar su boxer—... ¿cómo puede hacerme esto?...nunca nadie me había hecho sentirme así...tengo ganas de estrangularlo y de abrazarlo a la vez...aaah.

El chico no había podido aguantarlo más, así que había bombeado su polla con energía mientras jadeos y suspiros de placer salieron de su boca, hasta correrse soltando un gran gemido.

Esa fue la segunda vez que se había masturbado pensando en su guardaespaldas, al parecer era la historia de su vida, ya que se fijaba en hombres que lo traían loco pero con los que no conseguiría nada, mientras tenía que comportarse como un capric...

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Esa fue la segunda vez que se había masturbado pensando en su guardaespaldas, al parecer era la historia de su vida, ya que se fijaba en hombres que lo traían loco pero con los que no conseguiría nada, mientras tenía que comportarse como un caprichoso y rico niño malcriado.

Tras secarse y vestirse, decidió bajar e ir a la cocina por un zumo, encontrándose al este en el salón mirando hacia fuera por la ventana con sus manos a la espalda.

—Ya vuelves a parecer el gorila de siempre, que fastidio—Dijo el chico haciendo una mueca viendo con el traje puesto.

Mew se giró serio y lo miró fijamente.

—Siento mucho incomodarte pero ésta es mi ropa habitual de trabajo.

El moreno chasqueó la lengua.

—Pues exigiré que mi próximo guardaespaldas tenga un vestuario mejor... No quiero otro gorila con esa ropa tan pasada de moda—soltó riéndose mientras seguía su camino a la cocina.

El escolta suspiró profundamente y volvió a mirar por la ventana algo triste, debería sentir un gran alivio por alejarse de aquel pequeño demonio pero la verdad era que no lo sentía así.

El chico ya subía de nuevo a su habitación cuando oyó llegar el coche de su madre y rápidamente salió corriendo para recibirla, ante la atenta mirada de Mew que se esperaba lo peor.

—Hola mami, te extrañé mucho—dijo Gulf besandola y abrazandola.

—Hola, mi vida—Dijo esta muy sorprendida por ese brote de cariño inesperado de su hijo.

Los dos entraron de la mano a la casa mientras John llevaba el coche al garaje.

—Mami, ¿qué es eso de que hay reunión familiar?, me he perdido el entrenamiento por eso.

—Papá me llamó... Al parecer quiere celebrar un importante negocio con unos nuevos clientes que vendrán a cenar.... Oye ¿y tus hermanas?—preguntó la mujer mirando hacia todos lados.

—Vienen en camino, señora —Dijo el guardaespaldas desde la ventana.

—Estupendo, gracias...Bien iré a refrescarme y luego bajaré a supervisar la cena... Por favor hijo, haz tus deberes y procura ayudar a tus hermanas con los suyos.

—Jo mamá, son un fastidio... No entienden nada y siempre acabo con dolor de cabeza.

Lukkade suspiró buscando paciencia pues la amabilidad de su hijo, ya se había acabado.

—Gulf, por favor, ayuda a tus hermanas y deja de quejarte.

—Si quiere yo puedo ayudarles, señora... La verdad es que se me daban bien los estudios—Dijo Mew  servicial.

—Oh eso sería fantástico, gracias—dijo esta muy contenta mientras se abrazaba a sus hijas, las cuales acaban de llegar.

Al escuchar eso el chico rió.

—Si claro.... a la vista está la gran carrera que has elegido estudiar. ¿Cómo se llama?...¡Ah si!...Gorilología.

Mew frunció el ceño pero no dijo nada, pensó que no le merecía la pena.

Las chicas miraron a su hermano con molestia al igual que su madre.

—Eres un tonto, hermano—dijo finalmente Janis echando a andar tras las demás mujeres de la casa.

—Vaya, vaya...así que se te daba bien estudiar, oye ¿y por qué no tienes una carrera y estás trabajando de esto?—preguntó este volviendo su mirada al guardaespaldas tras echarle la lengua a su hermana.

—¿Por qué no le ha dicho nada de lo de antes a su madre?, pensaba que quería que me fuese, ¿Acaso ha cambiado de idea?— preguntó este haciendo caso omiso a la pregunta indiscreta del chico.

Gulf lo miró riendo.

—Claro que sigo queriendo que te largues pero prefiero que te vayas por algo peor...tranquilo, seguro que se me ocurrirá algo.

—¿En serio no se cansa de ese papel?, ¿Qué es lo que esconde?—preguntó Mew acercándose a este—...me niego a creer que es así por gusto.

—Eres un estúpido, ¿lo sabías?—dijo este echando a andar hacia el interior de la casa —...yo soy así y si no te gusta pues ya sabes donde está la puerta.

El escolta lo miró fijamente a los ojos y sonrió desafiante.

—Pues ¿sabe qué?...no, no me gusta...Me parece patético este papel de niño rico rebelde que lleva...Estoy seguro que en el fondo es un algodón de azúcar, mi querido Gulf —dijo este caminando tras él.

El chico se paró y a continuación se giró atónito, ya que parecía que su guardaespaldas no tenía miedo a perder su empleo.

—Eres un...

—Gorila, si ya me lo ha dicho mucho—le interrumpió Mew acercándose peligrosamente a este.

Gulf sintió sus piernas temblar mientras su corazón latía con fuerza, fijamente miraba los labios del guardaespaldas, los cuales le provocaba besar, mientras notaba el mentolado aliento de este chocar contra su cara.

Mew estaba a tan solo a unos centímetros de él, intentando también controlar el fuerte impulso de atrapar los labios del obstinado chico para que este se callase ya.

—Ejem... ejem— carraspeó Krist entrando al salón junto a John.

Mew entonces se separó rápidamente y Gulf muy sonrojado, aprovechó para salir corriendo escaleras arriba, ante la atenta mirada de los tres guardaespaldas.

12. Guardaespaldas - Mewgulf - Primera parte -TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora