Nuestra Promesa

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-Deberíamos casarnos.

Y como todo joven semidios en entrenamiento reaccionaría, perdí el equilibrio y coordinación con mi ataque a mi contrincante y morí. No literalmente. Pero, estando en entrenamiento contra niños de 10 años, tocarte con su espada de madera es literalmente matarte. El hijo de Atenea celebró gritando que había hecho trizas al rey de los fantasmas. Muchos a nuestro alrededor de la arena de entrenamiento nos miraron. Algunos semidioses menores lo felicitaron mientras que otros veían con diversión la escena. Di por terminado esa case de entrenamiento que Quirón nos encargaba a los mayores del campamento para instruir a los nuevos. Debíamos de dar una al menos una vez en la semana.

Me alejé con una mueca que era el intento de una sonrisa por el éxito de mi estudiante. Pero, con trampa gracias al idiota que tenía por novio. Hablando de él.

-¿Qué Hades fue eso?

-¿De qué hablas? -preguntó con inocencia.

Me acerqué a dónde estaba, sentado en el césped, fuera de la arena. Me tiré a su lado. Will estaba en una pose muy relajada para lo que acababa de hacer. No sabía cómo él podía decir esa oración así de fácil, yo estaba tratando de reunir todas mis fuerzas para atreverme a decirla. En voz baja. Muuuuy baja.
-¿Casarnos? No te hagas el despistado.

Will mordió sus labios, conteniendo una segura risa. Yo seguí.

-Y no deberías decir eso en frente de niños que usan espadas.

-Uuh, qué terror, espadas de madera. -se mofó.

-Sabes a que me refiero. Will, no puedes hacer ese tipo de preguntas así de la nada.

-¿Por qué no?

- Ah... este- ¡No sé! Pero no es la manera.

Will puso sus ojos en blanco con una sonrisa burlona.

-Okay, lord oscuridad. Lo siento por hacer que pierdas contra un niño ocho años menor que tú. ¿Ahora puedes darme una respuesta?

Parpadeé.

- ¿Estás bromeado?

-Mmm... No.

Me quedé sin palabras. Ok, no comprendía cierta cosas de esta actualidad, pero estaba muy seguro que decirle de la nada a tu pareja que se casaran era descabellado. O al menos para jóvenes parejas como ellos. Giré mi cuerpo en su dirección y crucé mis piernas.

-Will, por favor.

-¿Qué? -Sonrió- Okay, quizá no estoy arrodillado con un anillo en la mano, un letrero, velas y flores a nuestro alrededor. Pero, la pregunta sigue valiendo. Al menos para mí. ¿No quieres casarte?

Suspiré. Estos jóvenes de la actualidad.
-No es eso. Me importa poco cómo se pida, pero, ¿Acaso mides la seriedad que conllevan de tus palabras?

-Nico, quiero casarme contigo no que adoptemos un bebé.

Sentí atragantarme con mis propia saliva. No me mal entiendas, mis sentimientos por Will no son el obstáculo para lo que él pide. Pero, somos muy jóvenes, torpes e inexpertos. Will apenas había empezado la universidad y yo pasaba muy ocupado con labores correspondientes al inframundo y ambos campamentos. Seguíamos en el campamento, al menos yo más a menudo. Will vivía en el campus de la universidad a la que iba, a una hora y cuarenta y cinco minutos del campamento. No es que lo haya contado. Y no era problema poder vernos en la ciudad o los días libres que Will decidía pasarlos en campamento.
Apenas acabábamos de adaptarnos a nuestras nuevas vidas y un cambio como esto era... Wow. Tiempo fuera.

-Okay, siento que necesito más información de tu parte. ¿Por qué quieres eso?

Will hundió sus hombros, plantando sus brazos en el césped, recargando hacía atrás su peso.
-Quiero compartir el resto de mi vida contigo.

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