capítulo 24

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Luego de tomar lo que antes era una tranquilizante y plácida ducha, me vestí con lo primero que encontré, me maquillé ya que parecía un monstruo con tanta ojera que tenía y me fui a la casa de mi madre. Antes de que abriera el auto, Félix apareció con un rastreador de bombas para ver si habían dejado un pequeño presente en mi pequeño jaguar, cuando el grandulón dio el visto bueno me encaminé al hogar de mi madre. Puse la radio para llenar el silencio sepulcral que predominaba en ambiente. Me pregunto si Erick estará bien, no me quiero siquiera imaginar de que puede estar sufriendo. Me doy cuenta de que estoy apretando el manubrio con mucha fuerza, mis nudillos están blancos. Tranquilizo mi mente escuchando las notas de Radioactive. Cuando todo esto acabe definitivamente me largaré de Francia. No es nuestro lugar, si me sigo quedando aquí seguiré sintiendo esta constante amenaza. Me paso un semáforo en rojo de tan distraída que voy y una bocina y luego las vueltas que da mi auto. Cuando deja de dar vueltas, examino a simple vista las contusiones, me duele el tobillo y el brazo izquierdo, creo que no es nada grave, pero mi cabeza da miles de vueltas, esto si puede ser grave. Como puedo me suelto el cinturón de seguridad. Del auto que me chocó salen dos personas, no las puedo ver bien, veo todo extremadamente borroso, escucho una risa femenina.

-De está no saldrás viva, zorrita-dice la femenina y trato de reconocer su puto rostro pero nada, cierro los ojos y me guio por el resto de mis sentidos. Esa voz ya la había escuchado antes y si no me equivoco (y casi nunca lo hago) es la maldita que le hacía ojitos a Erick, Paula.

-No me imaginé nunca de que eras espía del bando contrario, Paula-se queda atónita, deja de reírse. Creo que reconociéndola la pongo en problemas.

-T-Tú morirás. Todos ustedes morirán-escucho que carga un arma-y tú serás la primera.

-Dale un mensaje a tu jefe de mi parte. Dile que los cazaré uno por uno, matándolos y haciéndolos sufrir, teniendo la peor muerte que puedan tener-miro el piso y hay gasolina, por lo que salgo lo más rápido que puedo por la puerta del copiloto sacando la pistola que llevo siempre detrás en mi espalda y disparo al auto haciéndolo estallar. Gritos y mucho movimiento reina en pleno centro. Las llamas le llegaron a Paula en la cara por lo que pude ver. Me meto en un bar de los más concurridos. Toda la gente me mira con preocupación. Me siento en la primera silla que veo y llamo a Félix. Me contesta al segundo tono.

-¿Elizabeth?-su tono es de preocupación.

-Félix necesito que me vengas a recoger, estoy en un bar en el centro, es el que tiene luces fluorescentes, te darás cuenta en seguida, es el más llamativo.

-De acuerdo, ¿Qué sucedió? ¿Estás bien?

-Te cuento apenas llegues, necesito ir al hospital-tengo que ver si mis pequeños están bien-dile a Damián que se encargue de mi auto. Está a dos cuadras del bar, se dará cuenta enseguida cuál es.

-Bien, en dos minutos estaremos por allá-y cuelga. Creo que le tendré que decir a mi madre que el desayuno se tendrá que posponer.

-Hija, ¿ya vienes?

-Iba, madre. He chocado, puede que me demore así que ¿te parece si voy a almorzar mejor?-todavía tengo una conversación pendiente con mi madre y no puede postergarse más.

-¡Dios santo! ¿Estás bien? ¿los bebés están bien? Tómate todo el tiempo que quieras, cielo. No es necesario que vengas hoy. ¿has ido al hospital? Debes ir a chequearte para ver si todo está bien..-la corto antes que siga atacándome a preguntas.

-Mamá, tranquila. A simple vista no veo que vaya algo mal, pero de igual forma iré al hospital, así que tranquilízate. Cuando me desocupe iré a tu casa. Diles a los de seguridad que iré y que quiero hablar con ellos por favor.

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