capítulo 23

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-¡¿De dónde mierda salió ese cabrón?! Creí que estaba muerto-me tiro el pelo frustrada.

-Te dije que lo terminaras aquella vez-dice Félix. Lo miro con furia y le tiro en la cabeza una bolsa con hielo.

-¡Pero si el hijo de su madre apenas respiraba! Tenía todos los huesos quebrados ¿Cómo rayos sobrevivió?

-Chicos…no entiendo nada ¿me ponen al corriente de lo que están hablando?-Félix y yo nos miramos y yo emputecida le comienzo a contar.

-Tengo un pasado, Damián…un pasado lleno con sombras que me acechan-me muevo hacia la ventana para ver el oscuro cielo-hace muchos años cuando entré a la base mi padre me presentó a mi mentor, Adam García. Ustedes saben que comencé en una edad muy joven a ser agente. En un principio sólo entrenaba lo básico, defensa personal y esas cosas. Mi padre siempre vio que tenía un potencial en ciertas cosas y Adam les sacó provecho. Me hacían canalizar la ira en las peleas y batallas. Decidieron nombrarme agente cuando en un entrenamiento neutralice a sus mejores agentes que en ese entonces eran 5.

-¿Quiénes eran?-pregunta un intrigado Damián y yo río con ironía.

-Los gordos obesos que ahora pasan sentados en sus oficinas.

-Noooooooooo-se rompe a reír-no me digas que esas mierdas eran lo mejor que tenía la base. Que atroz-me río un poco con él.

-Para que veas. Bien siguiendo con mi miserable historia. Con Félix teníamos un grupo de amigos-ambos nos miramos con pesar-éramos los seis contra el mundo, cuando estábamos aburridos hacíamos maldades ya que la base era como nuestra casa por lo que pasábamos todo el día allí, de hecho varios de los chicos vivían ahí, eran huérfanos. La cosa es que no nos decían nada porque éramos terribles. Te metías con uno de nosotros y eras hombre muerto-miro a mi querido amigo y ambos sonreímos recordando viejos tiempos-un día los directivos deciden separarnos y juntarnos con otros equipos por nuestro mal comportamiento, con Félix quedamos juntos pero Annie, Maximilian, Cris y Abbie los mandaron a los equipos de los grandes. Yo tenía 15 al igual que Félix por lo que nos dejaron en las ligas más bajas. Por las noches cuando mi madre estaba afuera por negocios mi padre me dejaba trabajando en un proyecto. Una bomba atómica de destrucción masiva. Había comenzado a hacerla a los 12 y una noche la logré terminar. Los chicos no sabían en qué cosas andaba y siempre me preguntaban por qué por las noches me encerraba en el piso prohibido como lo llamábamos yo solo negaba y cambiaba de tema. Si bien no me gustaba el hacer una bomba para destruir quizás que cosa, me entretenía haciéndolo. Digamos que las matemáticas, la física y la lectura son lo mío por lo que esas cosas siempre fueron pan comido. Mi padre estaba orgulloso de mí por haber hecho tal cosa pero luego tuve mi primera decepción cuando él dijo que había trabajado muy duro construyendo la bomba. Se había llevado el crédito de mi maldito esfuerzo por hacer la cosa más letal del planeta ¿Sabes que esa bomba puede destruir toda Europa y parte de Asia? Como también todo EEUU y parte de América del Sur. La cosa es que de a poco se fue apagando la luz en mí, mi padre me ponía a hacer cosas para su beneficio e ir subiendo de rango, casi ni veía a mi madre, Miguel le decía que estaba entrenando, que estaba estudiando o simplemente que me había metido en una academia, la cosa es que no tuve infancia-me encojo de hombros y acaricio mi vientre-dejé de ser una niña a los 8 años para vivir la vida de un adulto-sonrío con pesar a Damián. Un día le dije a mi padre que no trabajaría en más proyectos para él, que si quería tanto de subir de rango que lo hiciera por sus propios méritos. Con 15 años y ya me comportaba como una mujer de 30- me río-mi padre solo se quedó callado y le dijo a Adam que fuera más duro con mi entrenamiento. Me tenía 10 horas metida en un maldito gimnasio sacándome la mierda y diciéndome que era una alfeñique, que era débil. Y bueno canalicé esa ira como antes hasta dejar a Adam tirado en el piso. Cuando estábamos todos sentados almorzando en los comedores con mis amigos, llaman por los parlantes al equipo de los chicos. Ahí fue cuando les vi por última vez. Annie, Abbie, Cris y Maximilian estaban emocionados y con Félix sólo les deseamos lo mejor y quedaríamos en ir a beber y desmadrarnos en su llegada. La cosa es que esa misma tarde mi entrenador no apareció y tampoco le aviso a alguien de su ida, ni cuando volvería. Los chicos tampoco volvían y habían pasado semanas. Félix les preguntaba día a día a los encargados de los Hangares si había llegado su avión y ellos como siempre le decían que no había señales de ellos. Yo le pregunté a los directivos e incluso a mi padre y nadie sabía nada. Hasta que un día llega el famoso avión. Con Félix estábamos muy emocionados por lo que salimos a recibirlos-mi cara se llena de dolor al igual que la de Félix, Damián no nos quita la vista de encima y sabe que algo malo se viene-cuando se abre la compuerta un olor a descomposición inundaba el hangar. Me subí poco a poco para ver que pasaba y ahí los vi. Sus cuerpos totalmente destrozados. Los habían descuartizado, triturado…sus huesos estaban a la vista. Fue una carnicería. Una brutal y vil carnicería ¿qué clase de persona podría hacer tal aterrocidad? Apagué en ese momento mi chip de humanidad e investigué cuál había sido su misión y el lugar en donde ésta se había llevado a cabo. Félix me dijo que era una loca por querer ir sola y que sería un suicidio, pero en mi mente solo cabía lugar para una cosa y eso era la venganza. Se metieron con los míos y recibirían lo peor de mí con la misma moneda. A final de cuentas, Félix me acompañó-le sonrío con pena-siempre has estado ahí para cuidarme las espaldas, muchas gracias, grandulón-él se para y me abraza.

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