Capítulo 12: ¿Existe Confianza?

131 22 58
                                    

Marcando los zapatos en la arena y dejando caer sobre esta su ya terminado tabaco, James se aproxima a Lisa y su novio— Lisa, creo que ya debemos irnos —dice, clavando esa estricta mirada en su hija.

—Sí, papá —ella se vuelve a su novio, despidiéndolo con un abrazo y beso en la mejilla—. Luego te llamo, ¿ok? —Alex asiente al momento de dividirse de ella.

—Adelántate, ya sabes que tengo que hacer mi rutina de preguntas.

—Ya lo sé —responde desganada, volteándose para movilizarse hacia el coche.

James desvía su mirada hacia Alex, inspeccionándolo de pies a cabeza— Ok, estoy muy seguro de que estás muy quebrado en estos momentos, pero tanto tú como yo sabíamos que tu amiguito no era un santo —se aclara la garganta—. Bueno... tú tampoco; pero aún así quisiera pensar que mi hija no se equivoca contigo. ¿Entonces? —saca de su bolsillo el celular y lo pone en grabación de audio— ¿Vas a hablar?

Cruzándose de brazos, Alex termina accediendo.

—¿Antes de la fiesta tuviste algún encuentro con Eddie?

El joven inhala profundo y expulsa— Cuando el maestro Perkins me sacó de clases hoy, Eddie me escribió de que tenía un trabajo para mí, y fui a verlo.

—¿Y ese trabajo en qué consistía?

—En... —baja un momento la mirada. Si antes se le hacía difícil tener contacto visual con su suegro, en esta situación es mucho peor—. Él quería que robáramos una camioneta.

—Ajá —se cruza de brazos— ¿Conque aún sigues con tus delincuencias? —eleva el tono.

—No, al menos no yo —tartamudea de los nervios—. Él... seguía haciéndolo, pero yo no. Yo me quería alejar de ese mundo.

—¿Y lo hiciste?

Un momento de silencio se apodera del lugar— Sí —contesta dudoso.

James eleva una ceja— De acuerdo —suelta de manera lenta y desconfiada— ¿Tuviste algún problema con tu amigo?

—¿Problemas? —se muerde el labio inferior—. Bien, sí tuve problemas: cuando le conté que no quería seguir en la delincuencia, él... —hace una pausa pensando—. Él se puso agresivo y quería inculparme por robos que ni siquiera tenía que ver.

—¿Y eso es todo? ¿Nada de peleas físicas ni nada?

—No, para nada —replica sin más.

—¿Conoces a alguien que quisiera hacerle daño o tuviera algo en su contra? Bueno, aparte de los robos que ustedes hicieron —comenta con ironía— Oh, perdón, quise decir, que "él" hizo; porque según me cuentas, ya no lo hiciste más. ¿O me equivoco? —entrecierra los ojos, inclinando un poco de lado la cabeza.

—¡No! Quiero decir, no conozco a nadie que le tuviera rencor; quitando a gente a la que le pudo haber robado, claro.

—¿Y tú?

—¿Yo? ¿Qué hay conmigo?

—¿De verdad no hiciste o pensaste nada luego de que él te intentará incriminar de algo que supuestamente no hiciste?

—Oiga, sé que Eddie puede... pudo haber sido algo... —hace una mueca de fastidio—. Y claro, también estaba esto que hacía y no estaba bien para nada. Pero aún así, él fue mi mejor amigo y nunca le hubiera hecho daño como... —traga saliva—. Como lo que le hicieron hoy, ¿ok?

—Ni tampoco delatarlo, ¿verdad? Hagamos de cuenta que te creo el hecho de que ya dejaste de ser un ladrón; pero entonces, serías un cómplice por el simple hecho de saber las fechorías de tu amiguito y no decir nada.

El Caso PuzzlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora