Capítulo 18: El Lugar Donde Fallé.

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James contempla el ataúd de su esposa bajando con mucho cuidado y lentitud a ese abismo en la tierra al que suelen meter a los fallecidos, al mismo tiempo que el cura con biblia en mano reza sus oraciones.

A su mano derecha, sobándole el hombro, se halla portando un vestido negro con falda su desconsolada hija, también mirando con ojos cristalizados el entierro de su madre.

Como comúnmente dicen por ahí: "los hijos son los que presencian el entierro de sus padres". Aunque quizás para Lisa, el hecho de presenciar el entierro de su figura materna haya sido algo temprano. Sobre todo porque en realidad no la perdió; sino que se la arrebataron.

El señor Hamill cierra sus ojos, a la vez que respira profundo; para luego de unos segundos, abrirlos y volver a la realidad en el verdadero funeral en que se encuentra hoy presente, el cual es el del joven Eddie Saint.

Mientras el cura continúa sus oraciones, James recorre con disimulo su mirada por su alrededor. Todos siguen mirando con caras decaídas el entierro, incluyendo a Lisa, que curiosamente porta el mismo vestido que usó en el funeral de su madre. Pero de forma curiosa, el hombre cruza miradas con Alex, quién lo está observando fijo. El chico desvía enseguida su vista devuelta al frente, ignorando lo anterior, cosa que para su suegro no tardaría en despertar extrañeza.

Parece que el cura ya terminó sus oraciones, concluyendo así el entierro.

Familiares y conocidos se dan sus condolencias y abrazos; algunos otros se quedan aún contemplando con tristeza la tumba del fallecido, y así.

James se inclina hacia su hija— Te esperaré en el coche, no te vayas a tardar mucho, que tengo cosas pendientes en el departamento —le susurra. Teniendo como respuesta el asentimiento de Lisa, él empieza a movilizarze al estacionamiento.

Entretanto, el detective saca de su bolsillo el último cigarrillo que queda de la caja que le obsequió el oficial Morris días atrás, mientras en el camino se queda pensando en el momento en el que toda esta mierda de Puzzler acabe y él por fin pueda relajarse.

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Departamento de policía de Los Ángeles:

El capitán Bullock enciende un proyector frente a una lámina en esa sala acumulada de policías sentados y ansiosos, como si de la proyección de una película se tratase.

—El día de ayer gracias a dos responsables y observadores detectives, obtuvimos algo de bastante utilidad —explica en voz alta a la sala, pulsando un control para exponer una imagen en la proyección—. Lo que pueden apreciar en esta imagen es ni más ni menos que el aspecto del enigmático asesino Puzzler. Hasta ahora responsable de siete homicidios, y también responsable de dos desapariciones. Por lo que sabe, posee un machete con doble hojas; cuchillos Karambit; una pistola, se cree que una 9mm; y un aerosol de pimienta.

Oficiales y más de los miembros ahí presentes toman nota.

El capitán pulsa de nueva cuenta su control, cambiando de imagen— Estas dos personas que ven aquí son los dos desaparecidos: el profesor Alistair Perkins y la estudiante Karla Angelica Muñoz. De acuerdo, gente. Eso es todo lo que tenía que decir. Así que... —choca unas fuertes palmadas— ¡Vamos! ¡Movilícense, que hay un asesino que atrapar!

Tras la orden, los oficiales se levantan y van saliendo de la sala; entre ellos, el oficial Morris y su compañera, Romero.

La pareja de oficiales salen del departamento

—Ya era hora de saber como se vería esta copia barata de Jigsaw —suelta en gracia el oficial, a la par que camina junto a su compañera a la patrulla.

El Caso PuzzlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora