Capítulo 9: Que Comience la Fiesta.

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La moto de Alex se adentra en las arenas de la playa de Santa Mónica, directo al centro, donde otros vehículos se hallan reunidos en círculo acompañados de fogatas, cavas, sillas portátiles; pero sobre todo, una música electrónica sonando a todo volumen.

A unos cuantos metros lejos de ahí, un oscuro Nissan Sentra 2007 aparca mirando la fiesta. Dentro del vehículo se encuentra un detective ya conocido hablando por teléfono.

—¿Ya cenaron? —pregunta Aaron.

—Sí, unos ricos espaguetis con carne molida —responde al otro lado de la línea su esposa— ¿Ya llegaste a ese lugar que dijiste?

—Afirmativo, ya llegué. Es hora de cumplir mi labor —suspira—. Los favores de una amistad, tú me entiendes.

—Claro que entiendo, mi bello lobo. Te amo.

—Y yo a ti. Mándale las buenas noches a Andy de mi parte, ¿ok? Adiós.

—Adiós, amor. Besos.

El marido finaliza la llamada y posa su vista en la viva fiesta frente a él, logrando divisar a Lisa y a su novio saludando a otros muchachos.

La notificación de un mensaje de texto suena en el celular del detective. Él revisa, y se da cuenta que es de una compañera del trabajo.

Janet Harrison:

Janet: "Hola, quisiera verte ahora, ¿dónde te encuentras?"

El hombre comienza a teclear la pantalla de su dispositivo.

Aaron: "Estoy haciendo de niñera en las playas de Santa Mónica. ¿Quieres acompañarme?".

-

—¡Keyla, hola! —grita emocionada Lisa yendo a abrazar a su amiga.

—Te ves divina. No me imagino como andará Alex —le da un leve codazo apenas se separan.

—Espero que ya tranquilo —se le acerca un poco—. Mi padre casi lo mata —susurra.

—¿En serio? —mueve les ojos a un lado y se percata que Alex se está acercando—. Ahí viene —susurra bastante bajo.

—Hola, Key —llega el chico— ¿Cómo andas?

—Yo excelente, ¿y tú? No te vi prácticamente nada en clases hoy.

—Ah, sí. Es que al maestro Perkins le dió la regla y yo aproveché de salir un rato de esa escuela —dice entre risas.

—Nunca me dijiste a dónde fuiste —le cuestiona su novia.

—Fui a ver al idiota de mi amigo Eddie. Por cierto, ¿él vino? —apenas suelta la pregunta, siente un empujón detrás suyo.

—Si nombras al diablo se te puede aparecer, bro —expresa un sonriente Eddie, saliendo de detrás de Alex.

—Cabrón —le da un leve empujón en el pecho.

Las dos chicas saludan entre risas al recién llegado.

—Creo que empezaré a servirme los primeros tragos de cervezas —declara Keyla yendo hacia unas cavas a unos pocos metros de ahí.

—Espera, te acompaño —se acerca rápidamente Lisa, caminando a la par de su amiga.

Eddie chifla al ver a ambas chicas alejarse.

—Bueno, Alex... —lo mira— ¿Ya se te bajó el estrés de esta tarde?

El mencionado asiente bajando la mirada— Sí, se puede decir que sí —vuelve la mirada a su amigo—. Solo espero que prometas no abrir esa bocota.

—Tranquilo, no diré nada. Excepto si me emborracho, porque ahí si que no me da pena nada —comenta en ironía. Sin embargo, Alex con el ceño fruncido e inclinando a un lado su cabeza, no le parece gracioso—. Oye, fue solo una broma —le pone su mano en el hombro—. Sabes que no abriré la boca —aparta su mano y camina hacia otro grupo de chicos, dejando a Alex.

El Caso PuzzlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora