100. Taehyung

295 32 11
                                    

La casa de Yeong parecía sacada de otra época, con sus muebles clásicos de madera oscura, sus techos altos y el papel pintado de las paredes. Mientras avanzaba hacia el comedor principal, me fijé en mis propios pies y en que había alfombras en todas las habitaciones. La mesa ya estaba puesta cuando llegamos; Yeong nos había invitado a cenar junto a otros amigos suyos: William, Scarlett y tres americanos que acababan de llegar a París y que dirigían una galería pequeña de Nueva York.

—Siéntense —dijo sonriente señalando la mesa.

Nos acomodamos y Scarlett, que estaba enfrente, me guiñó un ojo antes de dirigirse a la chica que se encargaba del catering que habían pedido y preguntarle si en lugar de vino tinto podían traerle una copa de blanco.

Después sonrió con comodidad mientras Yeong nos presentaba a Tom, Ryder y Michael.

Sirvieron confit de pato de primero, así que Jungkook pasó directamente al segundo, una vichyssoise. A pesar del contratiempo inicial, noté cómo intentaba esforzarse para fingir que una cena casi de etiqueta era su plan ideal para la noche de un viernes. Podía ser encantador cuando se lo proponía, así que pronto consiguió que le rieran las bromas y que Yeong lo mirara con satisfacción cada vez que amenizaba la velada. Yo intentaba ignorar lo nervioso que me ponía estar sentado a su lado sabiendo que no sentía ni un ápice de toda esa simpatía, aunque no podía culparlo.

—Esta noche estás muy callado, Taehyung, ¿te ocurre algo? —Scarlett me miró de esa manera tan fija y directa que conseguía ponerme un poco nervioso—. No habrás leído el artículo de esa revista…, ¿cómo se llamaba, William? —le preguntó a su marido.

—Es un medio inglés, tú le diste la acreditación.

—Cierto, hablaré con ellos. —Tamborileó sobre el mantel—. Yeong y yo estuvimos comentándolo hace unos días y fue innecesariamente cruel. Pero viendo el lado positivo, se nos ocurrió algo. Cuéntaselo, Yeong.

Noté la mano de Jungkook rozando la mía bajo la mesa y ese gesto tan pequeño me calmó en aquel momento lleno de tensión, porque odié ser el centro de atención, odié que la comida se me revolviera en el estómago y el silencio que precedió a las palabras de Yeong.

—Pensamos que sería interesante para tu carrera reconducir ciertas cosas.

—¿Por ejemplo? —intervino Jungkook.

—Su trabajo es muy disperso —aclaró Scarlett—. Él es bueno y puede crear una gran obra, pero actualmente el mercado pide un arte muy concreto. Algo más moderno, más atrevido. Podríamos llegar a un acuerdo por una línea específica de obras con alguna de gran formato.

—¿Una línea de obras? Nos vamos en dos semanas —Jungkook frunció el ceño.

—No, si has pensado en mi oferta —Scarlett me miró.

En cuanto comprendió lo que significaba aquello, Jungkook me soltó la mano de golpe. Yo todavía no había dicho ni una sola palabra, me sentía como si tuviera algo atascado en la garganta y tampoco me veía capaz de responder.

Sabía que lo había hecho mal, que él nunca debería haberse enterado de algo así por otra persona. Logré recomponerme entre aquel mar de dudas y culpabilidad que me arrolló.

—¿Podemos hablarlo en otro momento? —pedí.

—Claro, disfrutemos de la cena. —Yeong miró a Jungkook—. ¿Qué te parece la vichyssoise?

—Deliciosa —replicó cortante, y creo que no fui el único que percibió el tono duro de su voz, pero los demás invitados decidieron pasarlo por alto.

El resto de la velada se resumió en una sucesión de anécdotas interesantes y de silencios por mi parte mientras asentía e intentaba mostrarme entusiasmado.

Cuando llegó la hora de marcharnos y nos levantamos, me excusé para ir al servicio antes de ir a recoger mi abrigo.

Me entretuve un poco más de la cuenta lavándome las manos y mirándome en aquel espejo ovalado que debía de costar una fortuna mientras me preguntaba quién era el chico que me devolvía el reflejo y las palabras de Scarlett se repetían en mi cabeza: «Él es bueno y puede crear una gran obra». Era un halago y una pequeña puñalada a la vez, dulce y amargo.

Aún estaba despidiéndome de todos cuando Jungkook ya se había metido en el ascensor.

Sostuvo la puerta para dejarme entrar y pulsó el primer botón sin mirarme.

Quería decir algo, algo que fuera suficiente para que él me entendiera, pero no sabía qué, porque ni siquiera yo mismo tenía claro qué pensaba.

Echamos a andar en silencio. Hacía frío.

—Siento no habértelo dicho antes —dije cuando reuní el valor—. Pero es que no sabía…, no encontré el momento adecuado…

—¿El momento adecuado? Mierda, Taehyung, vivimos juntos.

Jungkook se paró en medio de una calle cualquiera y se llevó una mano al cuello mientras resoplaba nervioso. Lo vi coger aire antes de mirarme.

—Cuéntamelo ahora. Cuéntame qué te dijo.

Tragué saliva y me lamí los labios con inquietud.

—Que no tenía por qué irme cuando terminara la beca. Me propuso que me quedara un poco más si quería seguir trabajando con ellos, porque podría hacerme un hueco en la galería.

—¿Y eso es lo que quieres?

Era justo la última pregunta que deseaba que me hiciera y también la más necesaria, la que lo significaba todo y la que yo aún no sabía contestar.

—No lo sé… —susurré.

Jungkook se frotó la cara agobiado.

—Pues avísame cuando lo sepas, porque, mierda, se suponía que estábamos juntos en esto. Y estoy aquí, Taehyung, en la punta del mundo contigo. Merezco saberlo.

Echó a andar, pero mi voz frenó sus pasos de golpe.

—¡Yo no quería pedirte que te sacrificaras por mí!

—¿Estás bromeando? No me iré de aquí sin ti.

Me tembló el labio inferior y lo abracé, abracé esas palabras y todo lo que envolvían, rezando para que Jungkook no se apartara. Y no lo hizo. Sus brazos me rodearon cobijándome del frío, y después me calmé al sentir sus labios en mi sien, suaves y familiares.

 Sus brazos me rodearon cobijándome del frío, y después me calmé al sentir sus labios en mi sien, suaves y familiares

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
I Want To Hold Your Hand² ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora