59. Jungkook

305 39 7
                                    

La primera vez que sentí la necesidad de pintar tenía trece años. Ese día Namjoon no había ido a clase porque tenía fiebre, así que al volver del colegio fui a su casa para verlo un rato. Hana me abrió la puerta y me sonrió antes de dejarme entrar.

-Pasa, cielo. Namjoon está durmiendo.

-¿Más? Qué blando es -gruñí.

Hana se echó a reír y la seguí a la cocina.

-¿Quieres que te prepare un zumo de naranja?

-Bien -me encogí de hombros. Lo cierto es que no tenía nada mejor que hacer esa tarde, y no me apetecía estar solo-. ¿Yong tampoco está?

-Sí, en el estudio. Ve a verlo. Ahora te llevo el zumo.

Subí las escaleras de dos en dos hasta la segunda planta. Las notas de I will me guiaron hasta su estudio, y cuando llegué allí, lo observé todo con curiosidad. Yong tarareaba la canción con un pincel en la mano mientras Taehyung bailaba a su alrededor. Me quedé mirándolos embobado hasta que él se percató de mi presencia.

-¡Hey, chico! Ven aquí.

Paró la música y me sonrió.

Entré. Había estado allí en otras ocasiones, pero normalmente con Namjoon al lado y sin prestar demasiada atención a los cuadros llenos de color que inundaban la estancia.

Solo una vez me había parado a mirar uno con detenimiento años atrás, cuando Yong pintó unos escarabajos con las tripas abiertas y llenas de margaritas.

-¿Qué estás haciendo? -pregunté.

-¿A ti qué te parece? -se echó a reír.

-Me refería a la música tan alta.

-La música es inspiración, Jungkook. -Volvió a poner la misma canción y luego me miró serio tras quitarle a Taehyung de las manos un pincel que se le había caído al suelo-. ¿Nunca te he contado cómo supe que estaba enamorado de Hana?

Negué, un poco avergonzado porque Yong me hablara de forma tan franca de un tema como aquel, me resultaba incómodo. A esa edad, me bastaba con los besos robados que me daba con una compañera de vez en cuando al salir del colegio, y la palabra «amor» me hacía reír.

-Pues fue fácil. Estaba en el paseo de la playa con unos amigos cuando la vi a lo lejos. Hana iba patinando, tenía el pelo revuelto y parecía una salvaje, pero conforme se acercaba, empecé a oír las notas de esta canción en mi cabeza y luego la letra. Todo. Escuché cómo me enamoraba de ella.

-Eso es imposible -mascullé.

-Fue así. Te lo juro.

-¿Y qué pasó luego?

-Que estuve semanas buscándola.

-Debió de pensar que eras un chiflado.

Él sonrió y puso la misma canción otra vez más. Me quedé mirando cómo mezclaba dos pinturas diferentes en la paleta llena de colores y, conforme fueron pasando los minutos sin que ninguno de los dos dijera nada, me senté en el suelo con la espalda apoyada en una de las paredes del estudio.

Desde ahí lo contemplé pintar. Taehyung volvió a danzar a su alrededor bailando esa canción sin cesar, hasta que, cansado, se acercó a mí.

A pesar de que ya tenía tres años, seguía usando chupete de vez en cuando, como aquel día. El cabello castaño y ondulado le rozaba la mandíbula y sus mejillas estaban sonrosadas. Dejé que se sentara en mi regazo. Yo no solía hacerle demasiado caso, la verdad, porque a esa edad lo único que me interesaba era salir con Namjoon por ahí y hacer alguna estupidez, pasar las tardes admirando a los surfistas e intentando imitarlos, o mirándoles el culo a las personas que llevaban bikinis minúsculos o bañadores diminutos.

Y, sin embargo, esa tarde no necesité nada más.

Había algo relajante en observar la manera en la que Yong movía la mano y deslizaba el pincel por el lienzo en blanco llenándolo de color. Aparté la mirada de él cuando Taehyung emitió un suspiro suave y me di cuenta de que se había quedado dormido entre mis brazos con su chupete de mariquitas aún en la boca.

-Espera, que te lo quito de encima.

Dejé que Yong lo cogiera y se lo llevara para acostarlo. Cuando regresó, yo ya estaba de pie y dispuesto a irme, pero me quedé un segundo mirando el cuadro.

-¿Te gusta lo que ves?

-Sí -respondí.

-¿No quieres probar? -Yong me tendió un pincel.

Arrugué el ceño un poco inseguro.

-Dudo que sepa hacerlo. Lo estropearía.

-Seguro que no -insistió, hasta que cedí y se colocó a mi lado con su habitual sonrisa, sincera e inmensa-. Te diré lo que tienes que hacer, ¿de acuerdo?

-Bien -asentí.

-Cierras los ojos, dejas de pensar, los abres y pintas.

-¿Y ya está? -repliqué incrédulo.

-Solo es una primera toma de contacto.

-Tienes razón. Está bien.

-¿Preparado?

Asentí con la cabeza. Después cerré los ojos con fuerza y me obligué a apartar cualquier idea que me rondara la cabeza hasta que solo vi frente a mí un cielo despejado.

Entonces los abrí. Alargué la mano hacia la paleta de colores, cogí un poco de azul y dejé un pequeño rastro en el cielo de aquel campo abierto que Yong había estado pintando. La inseguridad de ese primer trazo se disipó conforme el blanco daba paso a más azul, más y más; algo que se tradujo en una extraña satisfacción, la de inventar algo, la de plasmar, dejar, depositar, volcar, vomitar, derramar, expresar, gritar...

-Vaya, tienes claro que el cielo está despejado.

-Me gusta. Me gustan los cielos despejados.

-A mí también -contestó él-. ¿Y esto?

-¿Esto? ¿Pintar? -arrugué la nariz-. Sí.

-Pues puedes hacerlo siempre que quieras.

Pensé que era una tontería. Seguro que Namjoon se echaría a reír si le decía que quería ponerme a pintar como su padre.

Me encogí de hombros con fingida indiferencia.

-Quizá sí. Algún día -me limité a decir.

-Te estaré esperando.

Años después entendí que hay sonrisas que esconden verdades. Que hay tardes cualesquiera que se convierten en recuerdos importantes. Que los momentos determinantes ocurren cuando menos te lo esperas. Que el encanto de la vida reside en ese algo impredecible.

 Que el encanto de la vida reside en ese algo impredecible

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
I Want To Hold Your Hand² ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora