106. Taehyung

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Mayo ( París)

Retrocedí un par de pasos para contemplar mejor la obra casi acabada.

La luz del atardecer entraba en el estudio e iluminaba el lienzo lleno de trazos de tonos fríos y distantes, tal como Scarlett me había pedido. Estaba contento porque lo había hecho. Ahí tenía la prueba de que podía conseguir algo que me propusiera y sentí una extraña satisfacción antes de empezar a limpiar los pinceles.

Jungkook entró en el estudio. Miró el cuadro.

—¿Qué te parece? —pregunté.

—Me gusta. —Me mintió, lo noté en sus ojos.

Intenté ignorar que me dolía no verlo tan entusiasmado como esperaba.

Nunca me había importado tanto gustar o no gustar a alguien, nunca me había sentido tan expuesto, tan vulnerable y tan débil, pero era como si con cada cuadro me abriera más y más, de forma que cualquiera podía ver a través de mi piel hasta los huesos.

El dilema era que no podía pararlo ni quería dar marcha atrás. Me aterrorizaba la idea de correr otra vez a los brazos de Jungkook como había hecho cuando perdí a mis padres y necesité aferrarme a él para que me salvara. Le estaba agradecido por ello, le estaría agradecido el resto de mi vida, pero tenía que aprender a abrazarme a mí mismo antes de terminar entre los brazos de otra persona y rogarle que cogiéramos el próximo avión para marcharnos de allí.

Tenía la sensación de que París me regalaba cierta independencia, lejos de todo lo que conocía, como si fuera un nuevo comienzo.

Jungkook puso un disco de vinilo y se acercó hacia mí cantando y haciendo el ridículo mientras sonaba All you need is love. Terminé riéndome y aceptando su mano cuando quiso bailar, hasta que, entre besos, risas y cosquillas, acabamos sobre el suelo de madera del estudio, jadeando y mirándonos divertidos.

—Estás chiflado —susurré.

—Y comparto esa locura contigo.

Se tumbó sobre mí y me sujetó las manos por encima de la cabeza. Yo arqueé la espalda buscándolo, pero él se despegó un poco y sus labios rozaron los míos en una caricia tan suave que apenas era un beso.

Se relamió al apartarse y el gesto me resultó tan erótico que estuve a punto de ponerme a suplicar para que no tardara mucho en desnudarme.

—Quiero saber algo —murmuró—. Eso que dijiste la primera noche que nos besamos, lo de que ya no pensabas en el amor como en algo idílico, ¿aún lo crees?

—No, pero sí pienso que es distinto.

—¿Mejor o peor? —insistió.

—Mejor. Más humano.

—Quieres decir ¿con más errores?

—Algo así —sonreí, porque me gustaba que nos entendiéramos; ojalá fuera así con todo lo demás, pero, claro, era imposible si ni siquiera yo me entendía—. Ahora creo que el amor es más intenso, más real, pero también tiene sus partes amargas. Nada es perfecto. La perfección no sería tan adictiva.

—Así que soy adictivo…

Sonreí y le mordí la boca antes de empezar a quitarle por la cabeza la camiseta. Entonces me asaltó el recuerdo de verlo a todas horas descalzo y vestido solo con bañador, y eché de menos ese gesto despreocupado que hacía tiempo que no veía en su rostro. Pensé que, si tuviera que dibujarlo, ya no recordaría los matices exactos, pero en lugar de intentar rescatar lo poco que quedaba de mi memoria, aparté lejos la imagen, la enterré como enterré los dedos en la piel desnuda de su espalda mientras sentía cómo se deslizaba dentro de mí, acoplándose a mis caderas antes de alejarse para hundirse más fuerte y más duro hasta alcanzar la cima con un gemido que se perdió en su boca.

Nos quedamos abrazados y llenos del momento. Sus manos se deslizaron por mis mejillas con suavidad, como si estuvieran enmarcando mi rostro, como si intentaran crear un cuadro en vivo.

Aún tenía la garganta seca cuando hablé:

—¿Qué harías si tuvieras que dibujarme?

Jungkook me miró durante un segundo eterno y después se levantó y se puso la ropa interior y los vaqueros, aunque no se molestó en abrochárselos. Aún en el suelo, me incorporé sobre los codos para ver qué estaba haciendo, alucinado al descubrir que buscaba entre el material de pintura algunos acrílicos.

Se arrodilló entre mis piernas.

—No te muevas —pidió con la voz ronca.

—¿Lo vas a hacer en serio? ¿Pintar?

—Algo…, algo pequeño… —desvió la mirada—. Solo la primera idea que se me ha pasado por la cabeza. Tú intenta estar quieto.

Contuve la respiración mientras Jungkook llenaba un pincel fino de pintura azul y me sujetaba el brazo en el suelo, al lado del costado. Lo giró, dejando a la vista la palma de mi mano y pasando la punta de sus dedos por mi muñeca, ahí donde latía el pulso.

Después deslizó el pincel sobre mi piel y hasta que no recorrió varios centímetros no comprendí que estaba siguiendo el contorno de mis venas, buscándolas bajo la piel pálida y repasándolas con el pincel hasta llegar al antebrazo.

Me mantuve quieto, aunque no pude evitar estremecerme cuando repasó la misma línea con pintura roja, mezclándolas en el camino, subiendo hasta el hombro, la clavícula, y bajando un poco más.

Tiró el pincel a un lado y se manchó las manos de pintura roja. Y justo en ese instante empezaron a sonar los primeros acordes de Yellow submarine, el sonido del mar de fondo, la voz entonando aquella letra infantil que habla de ciudades en las que nacemos, de un hombre que habla con el mar, de submarinos amarillos…

—¿Sabes que en realidad el corazón está en el centro del pecho? Lo que pasa es que la punta se dirige hacia la izquierda y dicen que en ese lado se oye mejor. Pero el tuyo está justo aquí. —Los dedos manchados de pintura dibujaron la forma cónica del corazón con tanta delicadeza que me entraron ganas de llorar y no supe por qué—. Y me encanta sentirlo latiendo contra la piel y pensar que también es un poco mío.

Ese día, mientras nos dibujábamos, me di cuenta de que hay palabras que son besos y hay miradas que son palabras.

Con Jungkook siempre era así. A veces me hablaba y lo sentía en la piel, a veces me miraba y casi podía oír lo que estaba pensando, y a veces… me besaba sin besarme. Como el día que pintó un corazón encima de otro siguiendo mis latidos frenéticos.

 Como el día que pintó un corazón encima de otro siguiendo mis latidos frenéticos

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I Want To Hold Your Hand² ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora