112. Taehyung

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La cama aún olía a él cuando me desperté por la mañana, antes de que me llegara el aroma a café recién hecho.

Antes de entrar en el salón, me quedé mirándolo en silencio desde el umbral sin que me viera. Jungkook estaba fumando delante de la ventana, con el ceño un poco fruncido y marcas en el cuello que habían dejado mis labios la noche anterior. No sé por qué, pero retuve esa imagen: sus dedos flexionados sobre el marco de madera, la luz del sol salpicando el cristal y sus ojos fijos en el cielo de un nuevo día.

Me acerqué a él de puntillas y lo abracé por detrás. Apenas se movió, pero apretó mi mano con la que cubría su estómago.

Besé la piel de su espalda antes de soltarlo para ir por café. Después me vestí rápido porque tenía que estar en la galería en apenas media hora y ya llegaba tarde, así que me despedí con un susurro: «Luego hablamos», ante el que él respondió robándome un beso largo.

Supongo que era la rutina de cada mañana.

Pero cuando algo rompe esa rutina, los pequeños gestos se quedan en tu memoria.

Cualquier tontería. Como el día del accidente, cuando perdí a mis padres; su mirada divertida a través del retrovisor, Here comes the sun sonando de fondo antes de cesar de golpe, o el paisaje borroso que se dibujaba a través de la ventanilla.

No les damos importancia a esos detalles hasta que pensamos que puede ser la última vez que los vemos y entonces adquieren otro valor. Como el beso que Jungkook me dio esa mañana, la firmeza de sus dedos en mi cintura, el susurro ronco de su voz deseándome que tuviera un buen día y la sonrisa que me dedicó antes de irme y que no llegó a sus ojos.

Porque, cuando regresé al anochecer, solo encontré vacío.

Sus cosas no estaban. Jungkook se había ido.

 Jungkook se había ido

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I Want To Hold Your Hand² ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora