20. Jungkook

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-¿No podemos ofrecer algo más? Mejorar el contrato. Hablar con la universidad.

-Jungkook, ¿por qué te importa tanto fichar a ese chico? -Haneul se recostó en su silla y me miró como cuando agarraba a sus hijos haciendo alguna travesura, con el ceño arrugado-. Es bueno, pero nunca te había visto tan interesado en nadie.

-Es... -tragué saliva incapaz de confesarle la verdad, de hablar en voz alta sobre él con otra persona.

Tan solo había tenido un par de conversaciones con mi hermano y fueron al principio, cuando apenas encontraba las palabras que pudieran definir cómo me sentía porque, bueno, no sentía.

-Tengo una corazonada -concluí.

Me levanté y regresé a mi despacho. Abrí el cajón del escritorio y me tomé una pastilla para el dolor de cabeza, a pesar de que solía evitar hacerlo.

No me gustaban los medicamentos, pero ese día me iba a explotar el cerebro.

Llevaba una temporada así. Por supuesto, mi madre había insistido en que fuera al médico y terminé cediendo solo para que dejara de llamarme a todas horas para recordármelo.

¿El diagnóstico? La tensión, el consumo de alcohol, fumar, estrés emocional, ansiedad, no dormir lo suficiente...

Hice un par de llamadas que tenía pendientes y el resto del tiempo lo dediqué a contemplar la fotografía que la galería de arte me había facilitado la semana anterior. Esos tres cuadros llamados Amor capturados en una imagen que no podía contener todo lo que representaban. Suspiré antes de meter la instantánea en una carpeta.

Me fui temprano aquel día porque había quedado con Hoseok por la tarde.

Ya no recordaba cuándo fue la primera vez que él apareció en casa acompañado por sus hijos y cargado con una tabla de surf bajo el brazo, dispuesto a dejar que le enseñara a hacer algo que siempre parecía haber odiado; pero de algún modo se convirtió en un momento familiar y, de vez en cuando, nos poníamos de acuerdo para pasarlo juntos.

Mis sobrinos me acorralaron en cuanto llegaron, hablándome a la vez a gritos mientras su padre intentaba controlarlos y que mantuvieran la calma.

No habían salido a él, no. Eran escandalosos, alocados y poco dados a seguir las normas que sus padres les imponían.

-¿Puedo llevar hoy tu tabla? -preguntó Yongmin.

-Por supuesto que no. -Intenté no reírme.

-¡Vamos, tío Jungkook! -rogó otra vez.

-¡Yo también quiero! -Daehyun nos miró.

-Chicos, cada uno su tabla -zanjó Hoseok-. Vayan al agua, ¡Corran!

Los niños corrieron por la arena de la playa hacia la orilla mientras mi hermano y yo los seguíamos a un paso más relajado. Podía sentir su mirada aguda fija en mí. Puse los ojos en blanco, porque la semana anterior le había contado que me presenté en la galería para verlo y, por supuesto, él no iba a dejar el tema de buenas a primeras, claro.

-¿Ha contestado algo sobre la oferta?

-Si hubiera dicho que sí, ya lo sabría, ¿no?

Nos metimos en el agua. Mis sobrinos estaban a unos metros de distancia, cerca de unas olas más pequeñas casi al lado de la orilla. Creo que mi ceño fruncido fue suficiente para que mi hermano entendiera que necesitaba un rato a solas con la tabla para descargar la energía acumulada y terminar agotado, aunque, por desgracia, eso no hacía que durmiera mejor.

Así que me concentré solo en mi cuerpo, en la postura, en equilibrar el peso y en recorrer las paredes de las olas como si no hubiera nada más a mi alrededor.

Cuando Hoseok se cansó de hacer lo mismo, vino a buscarme. Daehyun y Yongmin ya estaban en la orilla riéndose de alguna de esas bromas que solo ellos dos parecían comprender. Me quedé allí, tumbado en la tabla al lado de mi hermano, bajo el cielo anaranjado.

-No puedes seguir tan jodido, Jungkook.

-Lo que no puedo es dejar de estarlo.

-Sabes que te entiendo, pero...

-Sale con alguien -lo solté de golpe, y fue como si las palabras me pincharan en la garganta, afiladas y duras-. No sé qué esperaba, pero no eso, mierda.

-¿No se te pasó por la cabeza que pudiera conocer a alguien en tres años?

-Que conociera, sí. Que se enamorara, no.

-¿Acaso no es lo mismo?

-No, no es ni siquiera parecido. Son dos cosas de un puto planeta distinto.

Mi hermano se había casado con su novia del instituto, Yuri, la única chica por la que había sentido algo. Yo me había follado a tantas mujeres y hombres que no recordaba a la mitad y, para mí, todos ellos representaban ese «conocer a alguien» que nunca terminó conduciendo a ninguna parte. No tenía nada que ver con lo que había vivido con Taehyung.

Nada. Ni siquiera en el sexo, porque con él no era buscar placer, era... necesidad, tan simple como eso.

-Jungkook, ¿qué esperabas? -sentado en la tabla, mi hermano me miró serio.

-No lo sé. Esperaba... -Respiré hondo, hice una pausa, intenté aclarar todos esos pensamientos enredados que me asaltaban-. Creo que una parte de mí siempre pensó que volveríamos a vernos y que, entonces, sería como si no hubiera cambiado nada. Que quizá no pudo ser hace tres años porque no era el momento ni la situación, pero ahora...

Puede que hubiera intentado engañarme a mí mismo, porque durante ese tiempo había sido más fácil aferrarme a esa idea que valorar otra, la de que todo estaba roto para siempre.

-¿Y qué vas a hacer?

-Ni idea. Intentar que acepte que lo represente. -«Y morirme un poco por dentro cada vez que lo vea.»-. Creo en él. Necesito hacerlo...

-¿Por Yong? -adivinó Hoseok.

-Sí. Y también por mí. Y por él.

-Te vas a meter en un buen problema, lo sabes, ¿verdad?

-Las cosas con Taehyung nunca fueron fáciles.

-Las cosas con Taehyung nunca fueron fáciles

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I Want To Hold Your Hand² ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora